DÍA 50
19 DE FEBRERO
(NÚMEROS 11:1-13:33)
CAPÍTULO 11
JEHOVAH ENVÍA
FUEGO CONSUMIDOR
1 Aconteció que el pueblo se quejó
amargamente a oídos de Jehovah. Lo oyó Jehovah, y se encendió su furor; y un
fuego de Jehovah ardió contra ellos y consumió un extremo del campamento. 2
Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehovah; y el fuego se
extinguió. 3 Y llamó a aquel lugar Tabera, porque el fuego de
Jehovah ardió contra ellos.
JEHOVAH
PROMETE CARNE PARA 600.000
4 Entonces el populacho que había entre
ellos se dejó llevar por la gula. Y también los hijos de Israel volvieron a
llorar diciendo:
—¡Quién nos diera
de comer carne! 5 Nos acordamos del pescado que comíamos gratis en
Egipto, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos. 6
Pero ahora nuestro apetito se reseca, ya que no hay ante nuestros ojos más que
el maná.
7 El maná era como la semilla del cilantro,
y su aspecto era como el de la resina. 8 El pueblo se dispersaba
para recogerlo, y lo molían en molinos de piedra o lo trituraban en morteros.
Lo cocinaban en ollas y hacían de ello tortas que tenían sabor de tortas
cocidas con aceite. 9 Cuando el rocío descendía de noche sobre el
campamento, el maná descendía sobre él.
10 Moisés oyó al pueblo que lloraba, de
familia en familia, cada una a la entrada de su tienda, y el furor de Jehovah
se encendió en gran manera. También a Moisés le pareció mal, 11 y
Moisés dijo a Jehovah:
—¿Por qué has
hecho mal a tu siervo? ¿Por qué no he hallado gracia ante tus ojos, para que
hayas puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? 12 ¿Acaso
concebí yo a todo este pueblo? ¿Acaso yo lo engendré, para que me digas:
"Como una nodriza lleva a un bebé, llévalo en tu seno a la tierra que juré
dar a sus padres"? 13 ¿De dónde he de sacar yo carne para dar
de comer a todo este pueblo, que llora ante mí diciendo: "Danos carne para
que comamos"? 14 Yo solo no puedo llevar a todo este pueblo,
porque es demasiado pesado para mí. 15 Si así vas a hacer tú
conmigo, por favor concédeme la muerte, si he hallado gracia ante tus ojos,
para que yo no vea mi desgracia.
16 Entonces Jehovah dijo a Moisés:
—Reúneme a
setenta hombres de los ancianos de Israel, a quienes tú conozcas como ancianos
y oficiales del pueblo. Tráelos al tabernáculo de reunión, y que se presenten
allí contigo. 17 Yo descenderé y hablaré allí contigo, tomaré del
Espíritu que está en ti y lo pondré en ellos. Luego ellos llevarán contigo la
carga del pueblo, y ya no la llevarás tú solo. 18 Y al pueblo dirás:
"Santificaos para mañana, y comeréis carne. Pues habéis llorado a oídos de
Jehovah diciendo: ’¡Quién nos diera de comer carne! Porque nos iba mejor en
Egipto.’ Jehovah, pues, os dará carne, y comeréis. 19 No comeréis un
día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días, 20
sino hasta un mes; hasta que os salga por las narices, y tengáis náuseas. Por
cuanto habéis menospreciado a Jehovah, que está en medio de vosotros, y habéis
llorado delante de él diciendo: ’¿Por qué salimos de Egipto?’ "
21 Entonces dijo Moisés:
—Yo estoy en
medio de un pueblo de 600.000 hombres de infantería, y tú dices: "Les daré
carne, y comerán todo un mes." 22 ¿Se habrían de degollar para
ellos las ovejas y las vacas para que les fuese suficiente? ¿Se habrían de
juntar para ellos todos los peces del mar para que les fuesen suficientes?
23 Entonces Jehovah respondió a Moisés:
—¿Acaso se ha
acortado la mano de Jehovah? ¡Ahora verás si se cumple para ti mi palabra, o
no!
ELDAD Y MEDAD
PROFETIZAN
24 Entonces Moisés salió y dijo al pueblo las
palabras de Jehovah. Reunió a setenta hombres de los ancianos del pueblo y los
hizo estar de pie alrededor del tabernáculo. 25 Entonces Jehovah
descendió en la nube y le habló. Tomó del Espíritu que estaba sobre él y lo
puso sobre los setenta ancianos. Y sucedió que cuando el Espíritu posó sobre
ellos, profetizaron; pero no continuaron haciéndolo.
26 Pero en el campamento habían quedado dos
hombres: uno se llamaba Eldad, y el otro Medad. Sobre ellos también se posó el
Espíritu. Ellos estaban entre los que habían sido inscritos pero que no habían
ido al tabernáculo, y comenzaron a profetizar en el campamento. 27
Entonces un joven corrió e informó a Moisés diciendo:
—¡Eldad y Medad
profetizan en el campamento!
28 Luego intervino Josué hijo de Nun, quien
era ayudante de Moisés, desde su juventud, y dijo:
—¡Señor mío,
Moisés, impídeselo!
29 Moisés le respondió:
—¿Tienes tú celos
por mí? ¡Ojalá que todos fuesen profetas en el pueblo de Jehovah, y que Jehovah
pusiese su Espíritu sobre ellos!
JEHOVAH ENVÍA
CARNE Y CASTIGO
30 Moisés volvió al campamento junto con los
ancianos de Israel. 31 Entonces de parte de Jehovah salió un viento
que trajo codornices desde el mar y las dejó caer junto al campamento, hasta la
distancia de un día de camino de este lado y un día de camino del otro lado,
hasta la altura de dos codos sobre el suelo. 32 Entonces el pueblo
permaneció levantado todo aquel día y toda la noche, y todo el día siguiente,
recogiendo las codornices. El que menos, recogió diez montones; y las tendieron
para sí alrededor del campamento.
33 Aún estaba la carne entre sus dientes,
antes que la comenzasen a masticar, cuando se encendió el furor de Jehovah
contra el pueblo, y Jehovah golpeó al pueblo con una gran plaga. 34
Y llamó el nombre de aquel lugar Quibrot-hataavah, porque allí sepultaron al
pueblo glotón.
35 De Quibrot-hataavah el pueblo se puso en
marcha hacia Hazerot, y permanecieron en Hazerot.
MARÍA ES
CASTIGADA CON LEPRA
1 María y Aarón hablaron contra Moisés a
causa de la mujer cusita que había tomado, porque él había tomado por mujer a
una cusita. 2 Ellos dijeron:
—¿Acaso sólo por
medio de Moisés ha hablado Jehovah? ¿No ha hablado también por medio de
nosotros?
Y lo oyó Jehovah.
3 Moisés era un hombre muy manso, más manso que todos los hombres
que había sobre la faz de la tierra. 4 Repentinamente Jehovah dijo a
Moisés, a Aarón y a María:
—Id vosotros tres
al tabernáculo de reunión.
Y fueron los
tres. 5 Entonces Jehovah descendió en una columna de nube, se detuvo
a la entrada del tabernáculo y llamó a Aarón y a María. Ellos dos se acercaron,
6 y él les dijo:
—Oíd mis
palabras: Si tuvieseis un profeta de Jehovah, yo me manifestaría a él en visión
o hablaría con él en sueños. 7 No es así con mi siervo Moisés, quien
es fiel en toda mi casa. 8 Cara a cara hablo con él, en persona, y
no por enigmas. Y él contempla la apariencia de Jehovah. ¿Por qué, pues, no
tuvisteis temor de hablar contra mi siervo, contra Moisés?
9 Entonces el furor de Jehovah se encendió
contra ellos. Y se fue. 10 Cuando la nube se apartó de encima del
tabernáculo, he aquí que María quedó leprosa, blanca como la nieve. Aarón se
volvió hacia María, y he aquí que estaba leprosa. 11 Entonces Aarón
dijo a Moisés:
—¡Ay, señor mío!
Por favor, no pongas sobre nosotros el pecado, porque locamente hemos actuado y
hemos pecado. 12 Por favor, no sea ella como el que sale muerto del
vientre de su madre, con la mitad de su carne consumida.
13 Entonces Moisés clamó a Jehovah diciendo:
—¡Oh Dios,
sánala, por favor!
14 Jehovah respondió a Moisés:
—Si su padre le
hubiera escupido en su cara, ¿no quedaría avergonzada durante siete días? Que
sea recluida fuera del campamento durante siete días, y después será readmitida.
15 Así María fue recluida fuera del
campamento durante siete días. El pueblo no se puso en marcha hasta que María
fuera readmitida. 16 Después partió el pueblo de Hazerot y acampó en
el desierto de Parán.
CAPÍTULO 13
MOISÉS ENVÍA
ESPÍAS A CANAÁN
1 Entonces Jehovah habló a Moisés diciendo:
2 "Envía hombres para que exploren la tierra de Canaán, la cual
yo doy a los hijos de Israel. Enviaréis un hombre de cada tribu de sus padres;
cada uno de ellos debe ser un dirigente entre ellos."
3 Moisés los envió desde el desierto de
Parán, de acuerdo con el mandato de Jehovah. Todos aquellos hombres eran jefes
de los hijos de Israel. 4 Sus nombres son los siguientes:
de la tribu de
Rubén, Samúa hijo de Zacur;
5 de la tribu de Simeón, Safat hijo de
Hori;
6 de la tribu de Judá, Caleb hijo de
Jefone;
7 de la tribu de Isacar, Igal hijo de José;
8 de la tribu de Efraín, Oseas hijo de Nun;
9 de la tribu de Benjamín, Palti hijo de
Rafú;
10 de la tribu de Zabulón, Gadiel hijo de
Sodi;
11 de la tribu de José, es decir, de la
tribu de Manasés, Gadi hijo de Susi;
12 de la tribu de Dan, Amiel hijo de Gemali;
13 de la tribu de Aser, Setur hijo de
Micael;
14 de la tribu de Neftalí, Najbi hijo de
Vapsi;
15 de la tribu de Gad, Geuel hijo de Maqui.
16 Estos son los nombres de los hombres que
Moisés envió para explorar la tierra. A Oseas hijo de Nun Moisés le puso por
nombre Josué. 17 Los envió Moisés a explorar la tierra de Canaán y
les dijo: "Subid de aquí al Néguev, y de allí subid a la región montañosa.
18 Observad qué tal es la tierra, y el pueblo que la habita, si es
fuerte o débil, si es poco o numeroso. 19 Observad qué tal es la
tierra habitada, si es buena o mala; cómo son las ciudades habitadas, si son
sólo campamentos o fortificaciones; 20 cómo es la tierra, si es
fértil o árida; si hay en ella árboles o no. Esforzaos y tomad muestras del
fruto del país."
Era el tiempo de
las primeras uvas. 21 Ellos fueron y exploraron la tierra desde el
desierto de Zin hasta Rejob, hacia Lebo-hamat. 22 Fueron por el
Néguev y llegaron a Hebrón. Allí habitaban Ajimán, Sesai y Talmai,
descendientes de Anac. (Hebrón fue edificada siete años antes que Tanis en
Egipto.) 23 Después llegaron al arroyo de Escol. Allí cortaron una
rama con un racimo de uvas, la cual llevaron entre dos en un palo. También
tomaron granadas e higos. 24 A aquel lugar llamaron arroyo de Escol,
por el racimo que los hijos de Israel cortaron allí.
25 Al cabo de 40 días volvieron de explorar
la tierra.
INFORME
DESALENTADOR DE LOS ESPÍAS
26 Entonces fueron y se presentaron a
Moisés, a Aarón y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto
de Parán, en Cades, y dieron informes a ellos y a toda la congregación. También
les mostraron el fruto de la tierra. 27 Y le contaron diciendo:
—Nosotros
llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la cual ciertamente fluye leche y
miel. Este es el fruto de ella. 28 Sólo que el pueblo que habita
aquella tierra es fuerte. Sus ciudades están fortificadas y son muy grandes.
También vimos allí a los descendientes de Anac. 29 Amalec habita en
la tierra del Néguev; y en la región montañosa están los heteos, los jebuseos y
los amorreos. Los cananeos habitan junto al mar y en la ribera del Jordán.
30 Entonces Caleb hizo callar al pueblo
delante de Moisés, y dijo:
—¡Ciertamente
subamos y tomémosla en posesión, pues nosotros podremos más que ellos!
31 Pero los hombres que fueron con él
dijeron:
—No podremos
subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.
32 Y comenzaron a desacreditar la tierra que
habían explorado, diciendo ante los hijos de Israel:
—La tierra que
fuimos a explorar es tierra que traga a sus habitantes. Todo el pueblo que
vimos en ella son hombres de gran estatura. 33 También vimos allí
gigantes, hijos de Anac, raza de gigantes. Nosotros, a nuestros propios ojos,
parecíamos langostas; y así parecíamos a sus ojos.
REFLEXIÓN
Pero ahora nuestro
apetito se reseca, ya que no hay ante nuestros ojos más que el maná (Num. 11:6)
No es que no
podamos pedir las cosas a Dios, que nos dé un poco más. Lo que debemos
hacer es menospreciar lo que nos está dando ahora. Mucho menos pensar que
aunque estábamos en pecado, en esa condición estábamos mejor que ahora, nadie
se metía con nosotros. Si querían carne, estaba bien, si estaban cansados de
comer poro maná, estaba bien también; lo
que no estuvo bien fue pensar que en Egipto estaban mejor, porque tenían el
pescado gratis. Acaso pagaban por el maná, acaso tenían que trabajar por él, o
simplemente deberían estar agradecidos a Dios por el sustento y si deseaban
algo más solo pedirlo para ver si era concedido.
ORACIÓN
Señor que pueda siempre reconocer tu sustento y protección
de ti para mí en todo tiempo y momento, enséñame a estar agradecido y llevar
ante ti mis necesidades con toda humildad. Amén.
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