sábado, 13 de abril de 2019

LECTURA 13 DE ABRIL

SEMANA 15 DÍA 103 (1 SAMUEL 18-20, SALMO 11 Y 59)

1 SAMUEL CAPÍTULO 18

SAÚL TIENE CELOS DE DAVID

 1 Después de que David terminó de hablar con Saúl, conoció a Jonatán, el hijo del rey. De inmediato se creó un vínculo entre ellos, pues Jonatán amó a David como a sí mismo.
 2 A partir de ese día Saúl mantuvo a David con él y no lo dejaba volver a su casa.
 3 Jonatán hizo un pacto solemne con David, porque lo amaba tanto como a sí mismo.
 4 Para sellar el pacto quitó su manto y se lo dio a David junto con su túnica, su espada, su arco y su cinturón.
 5 Todo lo que Saúl le pedía a David que hiciera, él lo hacía con éxito. Como resultado, Saúl lo hizo comandante sobre los hombres de guerra, un nombramiento que fue bien recibido tanto por el pueblo como por los oficiales de Saúl.
 6 Cuando el ejército de Israel regresaba triunfante después que David mató al filisteo, mujeres de todas las ciudades de Israel salieron para recibir al rey Saúl. Cantaron y danzaron de alegría con panderetas y címbalos.
 7 Este era su canto: Saúl mató a sus miles, ¡y David, a sus diez miles!
 8 Esto hizo que Saúl se enojara mucho. ¿Qué es esto? —dijo—. Le dan crédito a David por diez miles y a mí sólo por miles. ¡Sólo falta que lo hagan su rey!
 9 Desde ese momento Saúl miró con recelo a David.
10 Al día siguiente, un espíritu atormentador de parte de Dios abrumó a Saúl, y comenzó a desvariar como un loco en su casa. David tocaba el arpa, tal como lo hacía cada día. Pero Saúl tenía una lanza en la mano,
11 y de repente se la arrojó a David, tratando de clavarlo en la pared, pero David lo esquivó dos veces.
12 Después Saúl tenía miedo de David porque el SEÑOR estaba con David pero se había apartado de él.
13 Finalmente lo echó de su presencia y lo nombró comandante sobre mil hombres, y David dirigía fielmente a las tropas en batalla.
14 David siguió teniendo éxito en todo lo que hacía porque el SEÑOR estaba con él.
15 Cuando Saúl reconoció esto, le tuvo aún más miedo.
16 Pero todos en Israel y en Judá amaban a David porque tenía tanto éxito al dirigir a sus tropas en batalla.

DAVID SE CASA CON LA HIJA DE SAÚL

17 Cierto día, Saúl le dijo a David: —Estoy listo para darte a mi hija mayor, Merab, por esposa. Pero antes deberás demostrar que eres un guerrero de verdad al pelear las batallas del SEÑOR. Pues Saúl pensó: Voy a enviar a David contra los filisteos y dejar que ellos lo maten, en vez de hacerlo yo mismo.
18 —¿Quién soy yo, y quién es mi familia en Israel para que yo sea el yerno del rey? —exclamó David—. ¡La familia de mi padre no es nadie!
19 Así que, cuando llegó el momento para que Saúl le diera su hija Merab en matrimonio a David, Saúl se la dio a Adriel, un hombre de Mehola.
20 Mientras tanto, Mical, otra hija de Saúl, se había enamorado de David, y cuando Saúl se enteró se puso contento.
21 ¡Me da otra oportunidad para que los filisteos lo maten!, se dijo Saúl a sí mismo; pero a David le dijo: —Hoy tienes una segunda oportunidad para llegar a ser mi yerno.
22 Después Saúl instruyó a sus siervos para que le dijeran a David: El rey te aprecia mucho, al igual que nosotros. ¿Por qué no aceptas lo que el rey te ofrece y te conviertes en su yerno?
23 Cuando los hombres de Saúl le dijeron estas cosas a David, él respondió: ¿Cómo puede un hombre pobre y de familia humilde reunir la dote por la hija de un rey?
24 Cuando los hombres de Saúl le informaron al rey,
25 él les dijo: Díganle a David que lo único que quiero por dote son los prepucios de cien filisteos. Vengarme de mis enemigos es todo lo que realmente quiero. Pero lo que Saúl tenía en mente era que mataran a David en la pelea.
26 David estuvo encantado de aceptar la oferta. Antes de que se cumpliera la fecha límite,
27 él y sus hombres salieron y mataron a doscientos filisteos. Así que David cumplió con el requisito del rey entregándole los prepucios de ellos. Entonces Saúl le entregó a su hija Mical por esposa.
28 Cuando Saúl se dio cuenta de que el SEÑOR estaba con David, y cuánto su hija Mical lo amaba,
29 le tuvo aún más miedo y quedó como enemigo de David por el resto de su vida.
30 Cada vez que los comandantes filisteos atacaban, David tenía más éxito en contra de ellos que todos los demás oficiales de Saúl; por eso el nombre de David llegó a ser muy famoso.

1 SAMUEL CAPÍTULO 19

SAÚL INTENTA MATAR A DAVID

 1 Saúl les dijo a sus siervos y a su hijo Jonatán que asesinaran a David; pero Jonatán, debido a su profundo cariño por David,
 2 le contó acerca de los planes de su padre. Mañana por la mañana —lo previno—, deberás encontrar un lugar donde esconderte en el campo.
 3 Yo le pediré a mi padre que vaya allí conmigo y le hablaré de ti. Luego te informaré todo lo que pueda averiguar.
 4 A la mañana siguiente, Jonatán habló con su padre acerca de David, diciéndole muchas cosas buenas de él. —El rey no debe pecar contra su siervo David —le dijo Jonatán—. Él nunca ha hecho nada para dañarte. Siempre te ha ayudado en todo lo que ha podido.
 5 ¿Te has olvidado de aquella vez cuando arriesgó su vida para matar al gigante filisteo y de cómo el SEÑOR le dio, como resultado, una gran victoria a Israel? Ciertamente estabas muy contento en aquel entonces. ¿Por qué habrías de matar a un hombre inocente como David? ¡No hay ningún motivo en absoluto!
 6 Así que Saúl escuchó a Jonatán y juró: —Tan cierto como que el SEÑOR vive, David no será muerto.
 7 Después Jonatán llamó a David y le contó lo que había sucedido. Luego lo llevó ante Saúl, y David sirvió en la corte igual que antes.
 8 Entonces la guerra se desató nuevamente, y David dirigió a sus tropas contra los filisteos. Los atacó con tanta furia que todos huyeron.
 9 Pero cierto día, cuando Saúl estaba sentado en su casa con una lanza en la mano, de repente el espíritu atormentador de parte del SEÑOR vino sobre él como antes. Mientras David tocaba el arpa,
10 Saúl le arrojó su lanza, pero David la esquivó y, dejando la lanza clavada en la pared, huyó y escapó en medio de la noche.

MICAL SALVA LA VIDA DE DAVID

11 Entonces Saúl mandó tropas para que vigilaran la casa de David. Se les dio la orden de que mataran a David cuando saliera a la mañana siguiente, pero Mical, la esposa de David, le advirtió: Si no te escapas esta noche, te matarán por la mañana.
12 Así que ella lo ayudó a salir por una ventana, y él huyó y escapó.
13 Luego ella tomó un ídolo y lo puso en la cama de su esposo, lo cubrió con mantas y puso un cojín de pelo de cabra sobre la cabeza.
14 Cuando las tropas llegaron para arrestar a David, ella les dijo que estaba enfermo y que no podía levantarse de la cama.
15 Pero Saúl envió a las tropas de nuevo para prender a David y les ordenó: ¡Tráiganmelo con cama y todo para que lo mate!
16 Pero cuando llegaron para llevarse a David, descubrieron que lo que estaba en la cama era sólo un ídolo con un cojín de pelo de cabra en la cabeza.
17 —¿Por qué me traicionaste así y dejaste escapar a mi enemigo? —le reprochó Saúl a Mical. —Tuve que hacerlo —contestó ella—. Me amenazó con matarme si no lo ayudaba.
18 Así que David escapó y fue a Ramá para ver a Samuel, y le contó todo lo que Saúl le había hecho. Entonces Samuel llevó a David a vivir con él en Naiot.
19 Cuando Saúl se enteró de que David estaba en Naiot de Ramá,
20 envió tropas para capturarlo. Pero cuando llegaron y vieron que Samuel dirigía a un grupo de profetas que estaban profetizando, el Espíritu de Dios vino sobre los hombres de Saúl y ellos también comenzaron a profetizar.
21 Cuando Saúl se enteró de lo que había pasado, envió a otras tropas, ¡pero ellos también profetizaron! Lo mismo sucedió por tercera vez.
22 Finalmente, Saúl mismo fue a Ramá y llegó al gran pozo en Secú. — ¿Dónde están Samuel y David? —preguntó. —Están en Naiot de Ramá —le informó alguien.
23 Pero camino a Naiot de Ramá, el Espíritu de Dios vino incluso sobre Saúl, ¡y él también comenzó a profetizar por todo el camino hasta Naiot!
24 Se quitó la ropa a tirones y quedó desnudo acostado sobre el suelo todo el día y toda la noche, profetizando en presencia de Samuel. La gente que lo vio exclamó: ¿Qué? ¿Hasta Saúl es profeta?

1 SAMUEL CAPÍTULO 20

JONATÁN AYUDA A DAVID

 1 En ese momento David huyó de Naiot de Ramá y encontró a Jonatán. — ¿Qué he hecho? —exclamó—. ¿Cuál es mi delito? ¿Cómo ofendí a tu padre para que esté tan decidido a matarme?
 2 —¡No es cierto! —contestó Jonatán—. No vas a morir. Mi padre siempre me cuenta todo lo que piensa hacer, aun las cosas más pequeñas. Sé que mi padre no me ocultaría algo como esto. ¡Sencillamente no es cierto!
 3 Entonces David hizo un juramento delante de Jonatán y le dijo: —Tu padre sabe perfectamente bien acerca de nuestra amistad, por lo tanto se dijo a sí mismo: «No le diré nada a Jonatán, ¿para qué lastimarlo?». ¡Pero te juro que estoy a sólo un paso de la muerte! ¡Te lo juro por el SEÑOR y por tu propia alma!
 4 —Dime cómo puedo ayudarte —exclamó Jonatán.
 5 —Mañana celebraremos el festival de luna nueva —respondió David—. Siempre he comido con el rey en esa ocasión, pero mañana me esconderé en el campo y me quedaré allí hasta la tarde del tercer día.
 6 Si tu padre pregunta dónde estoy, dile que pedí permiso para ir a mi casa en Belén para un sacrificio anual que celebra mi familia.
 7 Si él dice: ¡Está bien!, sabrás que todo realmente está bien; pero si se enoja y pierde los estribos, sabrás que está decidido a matarme.
 8 Muéstrame la lealtad de quien juró ser mi amigo —porque hicimos un pacto solemne delante del SEÑOR— o mátame tú mismo si he pecado contra tu padre. ¡Pero te ruego que no me traiciones entregándome a él!
 9 —¡Jamás! —exclamó Jonatán—. Tú sabes que si tuviera la menor idea de que mi padre pensara matarte, te lo diría de inmediato.
10 Entonces David le preguntó: —¿Cómo podré saber si tu padre está enojado o no?
11 —Ven al campo conmigo —le respondió Jonatán. Entonces salieron juntos al campo
12 y Jonatán le dijo a David: —Te prometo por el SEÑOR, Dios de Israel, que para mañana a esta hora, o a más tardar, pasado mañana, hablaré con mi padre e inmediatamente te haré saber qué piensa acerca de ti. Si él habla bien de ti, te lo haré saber.
13 Pero si está enojado y quiere matarte, que el SEÑOR me castigue y aun me mate si no te advierto para que puedas escapar y vivir. Que el SEÑOR esté contigo como antes estaba con mi padre.
14 Y que tú me trates con el fiel amor del SEÑOR mientras que yo viva. Pero si muero,
15 trata a mi familia con este fiel amor, aun cuando el SEÑOR elimine a todos tus enemigos de la faz de la tierra.
16 Entonces Jonatán hizo un pacto solemne con David diciendo: —¡Que el SEÑOR destruya a todos tus enemigos!
17 Y Jonatán hizo que David reafirmara su voto de amistad, porque amaba a David tanto como a sí mismo.
18 Después Jonatán dijo: —Mañana celebramos el festival de luna nueva. Te extrañarán cuando vean que tu lugar a la mesa está desocupado.
19 Pasado mañana, al atardecer, ve al lugar donde antes te escondiste y espera allí junto al montón de piedras.
20 Yo saldré y dispararé tres flechas hacia un lado del montón de piedras, como si estuviera disparándole a un blanco.
21 Enseguida enviaré a un niño para que me traiga las flechas. Si oyes que le digo: «Están de este lado», entonces sabrás, tan cierto como que el SEÑOR vive, que todo está bien y que no hay ningún problema.
22 Pero si le digo: «Ve más lejos, las flechas están más adelante», significará que tendrás que irte de inmediato, porque es el SEÑOR quien desea que te vayas.
23 Y que el SEÑOR nos haga cumplir las promesas que nos hicimos el uno al otro, porque él fue testigo de ellas.
24 Entonces David se escondió en el campo. Cuando comenzó el festival de luna nueva, el rey se sentó a comer
25 en su lugar de siempre, contra la pared, con Jonatán sentado enfrente y Abner a su lado. Pero el lugar de David estaba desocupado.
26 Ese día Saúl no dijo nada acerca de ello, pero pensó: Algo debe haber hecho que David quedara ceremonialmente impuro.
27 Pero cuando el lugar de David siguió desocupado al día siguiente, Saúl le preguntó a Jonatán: —¿Por qué el hijo de Isaí no vino a comer ni ayer ni hoy?
28 Jonatán le contestó: —David me rogó que lo dejara ir a Belén.
29 Me dijo: «Por favor, déjame ir, porque mi familia celebrará un sacrificio. Mi hermano me exigió que estuviera presente. Así que te ruego que me dejes ir a ver a mis hermanos». Por eso no está a la mesa del rey.
30 Entonces Saúl se puso muy furioso con Jonatán. —¡Tú, estúpido hijo de prostituta! —lo maldijo—. ¿Acaso piensas que no sé que tú quieres que él sea rey en lugar de ti, para vergüenza tuya y de tu madre?
31 Mientras ese hijo de Isaí esté vivo, jamás serás rey. ¡Ahora ve y búscalo para que lo mate!
32 —¿Pero por qué tiene que morir? —le preguntó Jonatán a su padre—. ¿Qué ha hecho?
33 Entonces Saúl le arrojó su lanza a Jonatán con la intención de matarlo. Por fin Jonatán se dio cuenta de que su padre realmente había decidido matar a David.
34 Así que Jonatán dejó la mesa enfurecido y se negó a comer durante ese segundo día del festival, porque estaba destrozado por la vergonzosa conducta de su padre hacia David.
35 A la mañana siguiente, como habían acordado, Jonatán salió al campo acompañado por un muchachito para que le recogiera las flechas.
36 Comienza a correr —le dijo al niño— para que puedas encontrar las flechas mientras las voy disparando. Entonces el niño corrió y Jonatán disparó una flecha más allá de donde estaba el muchacho.
37 Cuando el niño casi llegaba a donde estaba la flecha, Jonatán gritó: La flecha está más adelante.
38 Rápido, apresúrate, no te detengas. Así que con prisa el niño recogió las flechas y regresó corriendo a su amo.
39 El muchacho, por supuesto, no sospechaba nada; sólo Jonatán y David entendieron la señal.
40 Después Jonatán le dio su arco y sus flechas al niño y le dijo que los regresara a la ciudad.
41 En cuanto se fue el niño, David salió de su escondite cerca del montón de piedras y se inclinó ante Jonatán tres veces, rostro en tierra. Mientras se abrazaban y se despedían, los dos lloraban, especialmente David.
42 Finalmente, Jonatán le dijo a David: Ve en paz, porque nos hemos jurado lealtad el uno al otro en el nombre del SEÑOR. Él es testigo del vínculo que hay entre nosotros y nuestros hijos para siempre. Después David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.

SALMO 11

Para el director del coro: Salmo de David.

 1 Confío en la protección del señor. Entonces por qué me dicen: ¡Vuela como un ave a las montañas para ponerte a salvo!
 2 Los malvados ponen las cuerdas a sus arcos y acomodan sus flechas sobre las cuerdas. Disparan desde las sombras contra los de corazón recto.
 3 Cuando los fundamentos de la ley y del orden se desmoronan, ¿qué pueden hacer los justos?
 4 Pero el señor está en su santo templo; el señor aún gobierna desde el cielo. Observa de cerca a cada uno y examina a cada persona sobre la tierra.
 5 El señor examina tanto a los justos como a los malvados y aborrece a los que aman la violencia.
 6 Hará llover carbones encendidos y azufre ardiente sobre los malvados, y los castigará con vientos abrasadores.
 7 Pues el señor es justo y ama la justicia; los íntegros verán su rostro.

SALMO 59

Para el director del coro: salmo de david, acerca de cuando Saúl envió soldados a vigilar la casa de David para matarlo. cántese con la melodía de ¡no destruyas!

 1 Rescátame de mis enemigos, oh Dios; protégeme de los que han venido a destruirme.
 2 Rescátame de estos criminales; sálvame de estos asesinos.
 3 Me han tendido una emboscada. Enemigos feroces están a la espera, señor, aunque yo no pequé ni los he ofendido.
 4 No hice nada malo, sin embargo, se preparan para atacarme. ¡Despierta! ¡Mira lo que sucede y ayúdame!
 5 Oh, señor, Dios de los Ejércitos Celestiales, el Dios de Israel, despierta y castiga a esas naciones hostiles; no tengas misericordia de los traidores malvados. Interludio
 6 Salen de noche gruñendo como perros feroces mientras merodean por las calles.
 7 Escucha la basura que sale de sus bocas; sus palabras cortan como espadas. Dicen con desdén: Después de todo, ¿quién puede oírnos?
 8 Pero tú señor, te ríes de ellos; te burlas de las naciones hostiles.
 9 Tú eres mi fuerza; espero que me rescates, porque tú, oh Dios, eres mi fortaleza.
10 En su amor inagotable, mi Dios estará a mi lado y me dejará mirar triunfante a todos mis enemigos.
11 No los mates, porque mi pueblo pronto olvida esa clase de lecciones; hazlos tambalear con tu poder y ponlos de rodillas, Oh Señor, escudo nuestro.
12 Debido a las cosas pecaminosas que dicen, y a la maldad que está en sus labios, haz que queden atrapados por su orgullo, por sus maldiciones y por sus mentiras.
13 ¡Destrúyelos en tu enojo! ¡Arrásalos por completo! Entonces todo el mundo sabrá que Dios reina en Israel. Interludio
14 Mis enemigos salen de noche gruñendo como perros feroces mientras merodean por las calles.
15 Escarban en busca de comida, pero se van a dormir insatisfechos.
16 En cuanto a mí, yo cantaré de tu poder; cada mañana cantaré con alegría acerca de tu amor inagotable. Pues tú has sido mi refugio, un lugar seguro cuando estoy angustiado.
17 Oh Fortaleza mía, a ti canto alabanzas, porque tú, oh Dios, eres mi refugio, el Dios que me demuestra amor inagotable.





viernes, 12 de abril de 2019

LECTURA 12 DE ABRIL

SEMANA 15 DÍA 102 (1 SAMUEL 15-17)

1 SAMUEL CAPÍTULO 15

SAÚL DESTRUYE A LOS AMALECITAS

 1 Cierto día, Samuel le dijo a Saúl: Fue el SEÑOR quien me dijo que te ungiera como rey de su pueblo, Israel. ¡Ahora escucha este mensaje del SEÑOR!
 2 Esto es lo que el SEÑOR de los Ejércitos Celestiales ha declarado: «He decidido ajustar cuentas con la nación de Amalec por oponerse a Israel cuando salió de Egipto.
 3 Ve ahora y destruye por completo a toda la nación amalecita: hombres, mujeres, niños, recién nacidos, ganado, ovejas, cabras, camellos y burros».
 4 Entonces Saúl movilizó a su ejército en Telaim. Eran doscientos mil soldados de Israel y diez mil hombres de Judá.
 5 Después Saúl y su ejército fueron a una ciudad de los amalecitas y se pusieron al acecho en el valle.
 6 Saúl envió esta advertencia a los ceneos: Apártense de donde viven los amalecitas o morirán junto con ellos. Pues ustedes fueron bondadosos con el pueblo de Israel cuando salió de Egipto. Así que los ceneos empacaron sus cosas y se fueron.
 7 Luego Saúl mató a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, al oriente de Egipto.
 8 Capturó a Agag, el rey amalecita, pero destruyó por completo a todos los demás.
 9 Saúl y sus hombres le perdonaron la vida a Agag y se quedaron con lo mejor de las ovejas y las cabras, del ganado, de los becerros gordos y de los corderos; de hecho, con todo lo que les atrajo. Sólo destruyeron lo que no tenía valor o que era de mala calidad.

EL SEÑOR RECHAZA A SAÚL

10 Luego el SEÑOR le dijo a Samuel:
11 Lamento haber hecho a Saúl rey, porque no me ha sido leal y se ha negado a obedecer mi mandato. Al oírlo, Samuel se conmovió tanto que clamó al SEÑOR durante toda la noche.
12 Temprano a la mañana siguiente Samuel fue a buscar a Saúl. Alguien le dijo: Saúl fue a la ciudad de Carmelo a levantar un monumento en su propio honor y después continuó a Gilgal.
13 Cuando por fin Samuel lo encontró, Saúl lo saludó con alegría. —Que el SEÑOR te bendiga —le dijo—. Llevé a cabo el mandato del SEÑOR.
14 —Entonces, ¿qué es todo ese balido de ovejas y cabras, y ese mugido de ganado que oigo? —le preguntó Samuel.
15 —Es cierto que los soldados dejaron con vida lo mejor de las ovejas, las cabras y el ganado —admitió Saúl—, pero van a sacrificarlos al SEÑOR tu Dios. Hemos destruido todo lo demás.
16 Entonces Samuel le dijo a Saúl: —¡Basta! ¡Escucha lo que el SEÑOR me dijo anoche! —¿Qué te dijo? —preguntó Saúl.
17 Y Samuel le dijo: —Aunque te tengas en poca estima, ¿acaso no eres el líder de las tribus de Israel? El SEÑOR te ungió como rey de Israel,
18 te envió en una misión y te dijo: «Ve y destruye por completo a los pecadores —a los amalecitas— hasta que todos estén muertos».
19 ¿Por qué no obedeciste al SEÑOR? ¿Por qué te apuraste a tomar del botín y a hacer lo que es malo a los ojos del SEÑOR?
20 —¡Pero yo sí obedecí al SEÑOR! —insistió Saúl—. ¡Cumplí la misión que él me encargó! Traje al rey Agag, pero destruí a todos los demás.
21 Entonces mis tropas llevaron lo mejor de las ovejas, de las cabras, del ganado y del botín para sacrificarlos al SEÑOR tu Dios en Gilgal.
22 Pero Samuel respondió: —¿Qué es lo que más le agrada al SEÑOR: tus ofrendas quemadas y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio, y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.
23 La rebelión es tan pecaminosa como la hechicería, y la terquedad, tan mala como rendir culto a ídolos. Así que, por cuanto has rechazado el mandato del SEÑOR, él te ha rechazado como rey.

SAÚL IMPLORA PERDÓN

24 Entonces Saúl le confesó a Samuel: —Es cierto, he pecado. He desobedecido tus instrucciones y el mandato del SEÑOR, porque tuve miedo del pueblo y por eso hice lo que ellos me pidieron.
25 Pero ahora, por favor, perdona mi pecado y regresa conmigo para que pueda adorar al SEÑOR.
26 Pero Samuel respondió: —¡No volveré contigo! Ya que tú rechazaste el mandato del SEÑOR, él te ha rechazado como rey de Israel.
27 Cuando Samuel se dio vuelta para irse, Saúl trató de detenerlo y rasgó el borde de su túnica.
28 Entonces Samuel le dijo: —Hoy el SEÑOR te ha arrancado el reino de Israel y se lo ha dado a otro: a uno que es mejor que tú.
29 Y aquél que es la Gloria de Israel, no mentirá ni cambiará de parecer porque no es humano para que cambie de parecer.
30 Entonces Saúl volvió a implorar: —Sé que he pecado. Pero al menos te ruego que me honres ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel al volver conmigo para que adore al SEÑOR tu Dios.
31 Entonces Samuel por fin accedió y regresó con él, y Saúl adoró al SEÑOR.

SAMUEL EJECUTA AL REY AGAG

32 Luego Samuel dijo: —Tráiganme al rey Agag. Agag llegó lleno de esperanza, porque pensó: ¡Seguramente ya pasó lo peor, y he sido librado de la muerte!
33 Pero Samuel le dijo: —Como tu espada ha matado a los hijos de muchas madres, ahora tu madre se quedará sin hijos. Y Samuel cortó a Agag en pedazos delante del SEÑOR en Gilgal.
34 Después Samuel fue a su casa en Ramá, y Saúl regresó a su casa en Guibeá de Saúl.
35 Samuel nunca más volvió a ver a Saúl, pero lloraba por él constantemente. Y el SEÑOR se lamentó de haber hecho a Saúl rey de Israel.

1 SAMUEL CAPÍTULO 16

SAMUEL UNGE A DAVID COMO REY

 1 Ahora bien, el SEÑOR le dijo a Samuel: —Ya has hecho suficiente duelo por Saúl. Lo he rechazado como rey de Israel, así que llena tu frasco con aceite de oliva y ve a Belén. Busca a un hombre llamado Isaí que vive allí, porque he elegido a uno de sus hijos para que sea mi rey.
 2 Pero Samuel le preguntó: —¿Cómo puedo hacerlo? Si Saúl llega a enterarse, me matará. —Lleva contigo una novilla —le contestó el SEÑOR— y di que has venido para ofrecer un sacrificio al SEÑOR.
 3 Invita a Isaí al sacrificio, y te mostraré a cuál de sus hijos ungirás para mí.
 4 Así que Samuel hizo como el SEÑOR le indicó. Cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo salieron a su encuentro temblando. —¿Qué pasa? —le preguntaron—. ¿Vienes en son de paz?
 5 —Sí —contestó Samuel—, vine para ofrecer un sacrificio al SEÑOR. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio. Luego Samuel realizó el rito de purificación para Isaí y sus hijos y también los invitó al sacrificio.
 6 Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: ¡Seguramente éste es el ungido del SEÑOR!
 7 Pero el SEÑOR le dijo a Samuel: —No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El SEÑOR no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el SEÑOR mira el corazón.
 8 Entonces Isaí le dijo a su hijo Abinadab que caminara delante de Samuel. Pero Samuel dijo: —Este no es el que el SEÑOR ha elegido.
 9 Después Isaí llamó a Simea, pero Samuel dijo: —Tampoco es este a quien el SEÑOR ha elegido.
10 De la misma manera, Isaí le presentó sus siete hijos a Samuel. Pero Samuel le dijo: —El SEÑOR no ha elegido a ninguno de ellos.
11 Después Samuel preguntó: —¿Son éstos todos los hijos que tienes? — Queda todavía el más joven —contestó Isaí—. Pero está en el campo cuidando las ovejas y las cabras. —Manda llamarlo de inmediato —dijo Samuel—. No nos sentaremos a comer hasta que él llegue.
12 Entonces Isaí mandó a buscarlo. El joven era trigueño y apuesto, y de hermosos ojos. Y el SEÑOR dijo: —Este es, úngelo.
13 Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del SEÑOR vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá.

DAVID SIRVE EN LA CORTE DE SAÚL

14 Ahora bien, el Espíritu del SEÑOR se había apartado de Saúl, y el SEÑOR envió un espíritu atormentador.
15 Algunos de los siervos de Saúl le dijeron: —Un espíritu atormentador de parte de Dios te está afligiendo.
16 Busquemos a un buen músico para que toque el arpa cada vez que el espíritu atormentador te aflija. Tocará música relajante, y dentro de poco estarás bien.
17 —Me parece bien —dijo Saúl—. Búsquenme a alguien que toque bien y tráiganlo aquí.
18 Entonces un siervo le dijo a Saúl: —Uno de los hijos de Isaí de Belén tiene mucho talento para tocar el arpa. No sólo eso, es un guerrero valiente, un hombre de guerra y de buen juicio. También es un joven bien parecido y el SEÑOR está con él.
19 Entonces Saúl mandó mensajeros a Isaí para decirle: Envíame a tu hijo David, el pastor.
20 Isaí hizo caso y envió a su hijo David a Saúl, junto con un cabrito, un burro cargado de pan y un cuero lleno de vino.
21 Así que David llegó a donde estaba Saúl y quedó a su servicio. Saúl llegó a apreciar mucho a David, y el joven se convirtió en su escudero.
22 Luego Saúl mandó un recado a Isaí con una petición: Por favor, permite que David quede a mi servicio, porque me simpatiza mucho.
23 Y cada vez que el espíritu atormentador de parte de Dios afligía a Saúl, David tocaba el arpa. Entonces Saúl se sentía mejor, y el espíritu atormentador se iba.

1 SAMUEL CAPÍTULO 17

GOLIAT DESAFÍA A LOS ISRAELITAS

 1 Los filisteos reunieron su ejército para la batalla y acamparon en Efes-damim, que queda entre Soco en Judá y Azeca.
 2 Saúl respondió reuniendo a las tropas israelitas cerca del valle de Ela.
 3 De modo que los filisteos y los israelitas quedaron frente a frente en montes opuestos, separados por el valle.
 4 Luego Goliat, un campeón filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos para enfrentarse a las fuerzas de Israel. ¡Medía casi tres metros de altura!
 5 Llevaba un casco de bronce y su cota de malla, hecha de bronce, pesaba cincuenta y siete kilos.
 6 También tenía puestos protectores de bronce en las piernas y llevaba una jabalina de bronce sobre el hombro.
 7 El asta de su lanza era tan pesada y gruesa como un rodillo de telar, con una punta de hierro que pesaba casi siete kilos. Su escudero iba delante de él.
 8 Entonces Goliat se detuvo y gritó mofándose de los israelitas: ¿Por qué salen todos ustedes a pelear? Yo soy el campeón filisteo, pero ustedes no son más que siervos de Saúl. ¡Elijan a un hombre para que venga aquí a pelear conmigo!
 9 Si me mata, entonces seremos sus esclavos; pero si yo lo mato a él, ¡ustedes serán nuestros esclavos!
10 ¡Hoy desafío a los ejércitos de Israel! ¡Envíenme a un hombre que me enfrente!
11 Cuando Saúl y los israelitas lo escucharon, quedaron aterrados y profundamente perturbados.

ISAÍ ENVÍA A DAVID AL CAMPAMENTO DE SAÚL

12 Ahora bien, David era hijo de un hombre llamado Isaí, un efrateo de Belén, en la tierra de Judá. En ese tiempo Isaí era anciano y tenía ocho hijos.
13 Sus tres hijos mayores —Eliab, Abinadab y Simea — ya se habían unido al ejército de Saúl para pelear contra los filisteos.
14 David era el menor de los hijos. Sus tres hermanos mayores se quedaron con el ejército de Saúl,
15 pero David iba y venía para ayudar a su padre con las ovejas en Belén.
16 Durante cuarenta días, cada mañana y cada tarde, el campeón filisteo se paseaba dándose aires delante del ejército israelita.
17 Un día, Isaí le dijo a David: Toma esta canasta de grano tostado y estos diez panes, y llévaselos de prisa a tus hermanos.
18 Y dale estos diez pedazos de queso a su capitán. Averigua cómo están tus hermanos y tráeme un informe de cómo les va.
19 Los hermanos de David estaban con Saúl y el ejército israelita en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.
20 Así que temprano a la mañana siguiente, David dejó las ovejas al cuidado de otro pastor y salió con los regalos, como Isaí le había indicado. Llegó al campamento justo cuando el ejército de Israel salía al campo de batalla dando gritos de guerra.
21 Poco tiempo después las fuerzas israelitas y filisteas quedaron frente a frente, ejército contra ejército.
22 David dejó sus cosas con el hombre que guardaba las provisiones y se apresuró a ir hacia las filas para saludar a sus hermanos.
23 Mientras hablaba con ellos, Goliat, el campeón filisteo de Gat, salió de entre las tropas filisteas. En ese momento, David lo escuchó gritar sus ya acostumbradas burlas al ejército de Israel.
24 Tan pronto como las tropas israelitas lo vieron, comenzaron a huir espantadas.
25 —¿Ya vieron al gigante? —preguntaban los hombres—. Sale cada día a desafiar a Israel. El rey ha ofrecido una enorme recompensa a cualquiera que lo mate. ¡A ese hombre le dará una de sus hijas como esposa y toda su familia quedará exonerada de pagar impuestos!
26 David les preguntó a los soldados que estaban cerca de él: —¿Qué recibirá el hombre que mate al filisteo y ponga fin a su desafío contra Israel? Y a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente?
27 Estos hombres le dieron a David la misma respuesta. Le dijeron: — Efectivamente, esa es la recompensa por matarlo.
28 Pero cuando Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres, se enojó. —¿Qué estás haciendo aquí? —le reclamó—. ¿Qué pasó con esas pocas ovejas que se supone que deberías estar cuidando? Conozco tu orgullo y tu engaño. ¡Sólo quieres ver la batalla!
29 —¿Qué hice ahora? —contestó David—. ¡Sólo hacía una pregunta!
30 Entonces caminó hacia otros y les preguntó lo mismo, y recibió la misma respuesta.
31 Entonces le contaron a Saúl la pregunta de David, y el rey mandó llamarlo.

DAVID MATA A GOLIAT

32 —No te preocupes por este filisteo —le dijo David a Saúl—. ¡Yo iré a pelear contra él!
33 —¡No seas ridículo! —respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear contra ese filisteo y ganarle! Eres tan sólo un muchacho, y él ha sido un hombre de guerra desde su juventud.
34 Pero David insistió: —He estado cuidando las ovejas y las cabras de mi padre. Cuando un león o un oso vienen para robar un cordero del rebaño,
35 yo lo persigo con un palo y rescato el cordero de su boca. Si el animal me ataca, lo tomo de la quijada y lo golpeo hasta matarlo.
36 Lo he hecho con leones y con osos, y lo haré también con este filisteo pagano, ¡porque ha desafiado a los ejércitos del Dios viviente!
37 ¡El mismo SEÑOR que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo! Así que Saúl por fin accedió: —Está bien, adelante. ¡Y que el SEÑOR esté contigo!
38 Después Saúl le dio a David su propia armadura: un casco de bronce y una cota de malla.
39 David se los puso, se ciñó la espada y probó dar unos pasos porque nunca antes se había vestido con algo semejante. —No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy acostumbrado a usarlo. Así que David se lo quitó.
40 Tomó cinco piedras lisas de un arroyo y las metió en su bolsa de pastor. Luego, armado únicamente con su vara de pastor y su honda, comenzó a cruzar el valle para luchar contra el filisteo.
41 Goliat caminaba hacia David con su escudero delante de él,
42 mirando con desdén al muchacho de mejillas sonrosadas.
43 —¿Soy acaso un perro —le rugió a David— para que vengas contra mí con un palo? Y maldijo a David en nombre de sus dioses.
44 —¡Ven aquí, y les daré tu carne a las aves y a los animales salvajes! — gritó Goliat.
45 David le respondió al filisteo: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del SEÑOR de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado.
46 Hoy el SEÑOR te conquistará, y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Y luego daré los cadáveres de tus hombres a las aves y a los animales salvajes, ¡y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel!
47 Todos los que están aquí reunidos sabrán que el SEÑOR rescata a su pueblo, pero no con espada ni con lanza. ¡Esta es la batalla del SEÑOR, y los entregará a ustedes en nuestras manos!
48 Cuando Goliat se acercó para atacarlo, David fue corriendo para enfrentarse con él.
49 Metió la mano en su bolsa de pastor, sacó una piedra, la lanzó con su honda y golpeó al filisteo en la frente. La piedra se le incrustó allí y Goliat se tambaleó y cayó de cara al suelo.
50 Así David triunfó sobre el filisteo con sólo una honda y una piedra, porque no tenía espada.
51 Después David corrió y sacó de su vaina la espada de Goliat y la usó para matarlo y cortarle la cabeza.

ISRAEL DERROTA A LOS FILISTEOS

Cuando los filisteos vieron que su campeón estaba muerto, se dieron la vuelta y huyeron.
52 Así que los hombres de Israel y Judá dieron un gran grito de triunfo y corrieron tras los filisteos, persiguiéndolos tan lejos como Gat y hasta las puertas de Ecrón. Los cuerpos de los filisteos muertos y heridos estuvieron esparcidos a lo largo del camino de Saaraim, hasta Gat y Ecrón.
53 Luego el ejército de Israel regresó y saqueó el campamento abandonado de los filisteos.
54 (David llevó la cabeza del filisteo a Jerusalén, pero guardó la armadura en su propia carpa).
55 Al observar a David pelear contra el filisteo, Saúl le preguntó a Abner, el comandante de su ejército: —Abner, ¿quién es el padre de este muchacho? —En realidad no lo sé —declaró Abner.
56 —Bueno, ¡averigua quién es! —le dijo el rey.
57 Tan pronto como David regresó de matar a Goliat, Abner lo llevó ante Saúl con la cabeza del filisteo todavía en la mano.
58 —Dime quién es tu padre, muchacho —le dijo Saúl. —Su nombre es Isaí, y vivimos en Belén —contestó David.





jueves, 11 de abril de 2019

LECTURA 11 DE ABRIL

SEMANA 15 DÍA 101 (1 SAMUEL 13-14)

1 SAMUEL CAPÍTULO 13

GUERRA CONSTANTE CONTRA LOS FILISTEOS

 1 Saúl tenía treinta años cuando subió al trono, y reinó durante cuarenta y dos años.
 2 Saúl eligió a tres mil soldados selectos del ejército de Israel y mandó a los demás hombres a casa. Llevó consigo a dos mil de los hombres escogidos a Micmas y a la zona montañosa de Betel. Los otros mil fueron con Jonatán, el hijo de Saúl, a Guibeá en la tierra de Benjamín.
 3 Poco tiempo después, Jonatán atacó y derrotó la guarnición de los filisteos en Geba. La noticia corrió rápidamente entre los filisteos. Entonces Saúl tocó el cuerno de carnero por toda la tierra, y dijo: ¡Hebreos, escuchen esto! ¡Levántense! ¡Sublévense!
 4 Así que todo Israel oyó la noticia que Saúl había destruido la guarnición filistea en Geba y que ahora los filisteos odiaban a los israelitas más que nunca. Entonces todo el ejército israelita fue llamado para unirse a Saúl en Gilgal.
 5 Los filisteos reunieron un ejército poderoso de tres mil carros de guerra, seis mil hombres para conducirlos, y ¡tantos guerreros como los granos de arena a la orilla del mar! Acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén.
 6 Los hombres de Israel vieron el gran aprieto en el que estaban y, como estaban fuertemente presionados por el enemigo, trataron de esconderse en cuevas, matorrales, rocas, hoyos y cisternas.
 7 Algunos cruzaron el río Jordán y escaparon a la tierra de Gad y de Galaad.

DESOBEDIENCIA DE SAÚL Y REPROCHE DE SAMUEL

Mientras tanto, Saúl se quedó en Gilgal, y sus hombres temblaban de miedo.
 8 Durante siete días Saúl esperó allí, según las instrucciones de Samuel, pero aun así Samuel no llegaba. Saúl se dio cuenta de que sus tropas habían comenzado a desertar,
 9 de modo que ordenó: ¡Tráiganme la ofrenda quemada y las ofrendas de paz! Y Saúl mismo sacrificó la ofrenda quemada.
10 Precisamente cuando Saúl terminaba de sacrificar la ofrenda quemada, llegó Samuel. Saúl salió a recibirlo,
11 pero Samuel preguntó: —¿Qué has hecho? Saúl le contestó: —Vi que mis hombres me abandonaban, y que tú no llegabas cuando prometiste, y que los filisteos ya están en Micmas, listos para la batalla.
12 Así que dije: «¡Los filisteos están listos para marchar contra nosotros en Gilgal, y yo ni siquiera he pedido ayuda al SEÑOR!». De manera que me vi obligado a ofrecer yo mismo la ofrenda quemada antes de que tú llegaras.
13 —¡Qué tontería! —exclamó Samuel—. No obedeciste al mandato que te dio el SEÑOR tu Dios. Si lo hubieras obedecido, el SEÑOR habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre.
14 Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el SEÑOR ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón. El SEÑOR ya lo ha nombrado para ser líder de su pueblo, porque tú no obedeciste el mandato del SEÑOR.

DESVENTAJA MILITAR DE ISRAEL

15 Después Samuel salió de Gilgal y siguió su camino, pero el resto de las tropas fue con Saúl a encontrarse con el ejército. De Gilgal subieron a Guibeá, en la tierra de Benjamín. Cuando Saúl contó los hombres que todavía estaban con él, ¡descubrió que sólo quedaban seiscientos!
16 Saúl, Jonatán y las tropas acampaban en Geba, en la tierra de Benjamín; mientras que los filisteos levantaron su campamento en Micmas.
17 Tres destacamentos de asalto pronto salieron del campamento de los filisteos. Uno fue al norte hacia Ofra, en la tierra de Sual;
18 otro fue al occidente, a Bet-horón, y el tercero avanzó hacia la frontera sobre el valle de Zeboim, cerca del desierto.
19 No había herreros en la tierra de Israel en esos días. Los filisteos no los permitían, por miedo a que forjaran espadas y lanzas para los hebreos.
20 Entonces cada vez que los israelitas necesitaban afilar sus rejas de arado, picos, hachas y hoces, tenían que llevarlos a un herrero filisteo.
21 (Lo que cobraban era lo siguiente: ocho gramos de plata por afilar una reja de arado o un pico, y cuatro gramos por afilar un hacha, una hoz o una aguijada para bueyes).
22 Por eso el día de la batalla, nadie del pueblo de Israel tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán.
23 El paso de Micmas, mientras tanto, había sido asegurado por un contingente del ejército filisteo.

1 SAMUEL CAPÍTULO 14

PLAN INTRÉPIDO DE JONATÁN

 1 Cierto día, Jonatán le dijo a su escudero: Ven, vamos a donde está la avanzada de los filisteos. Pero Jonatán no le dijo a su padre lo que pensaba hacer.
 2 Mientras tanto, Saúl y sus seiscientos hombres acamparon en las afueras de Guibeá alrededor del árbol de granadas de Migrón.
 3 Entre los hombres de Saúl estaba Ahías, el sacerdote, que vestía el efod, el chaleco sacerdotal. Ahías era hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote del SEÑOR que había servido en Silo. Nadie se dio cuenta de que Jonatán había dejado el campamento israelita.
 4 Para llegar al puesto de avanzada de los filisteos, Jonatán tuvo que descender de entre dos peñascos llamados Boses y Sene.
 5 Un peñasco estaba al norte, frente a Micmas; el otro estaba al sur, delante de Geba.
 6 —Crucemos hasta la avanzada de esos paganos —le dijo Jonatán a su escudero—. Tal vez el SEÑOR nos ayude, porque nada puede detener al SEÑOR. ¡Él puede ganar la batalla ya sea que tenga muchos guerreros o sólo unos cuantos!
 7 —Haz lo que mejor te parezca —respondió el escudero—. Estoy contigo, decidas lo que decidas.
 8 —Muy bien —le dijo Jonatán—. Cruzaremos y dejaremos que nos vean.
 9 Si nos dicen: «Quédense donde están o los mataremos», entonces nos detendremos y no subiremos hacia ellos.
10 Pero si nos dicen: «Suban y peleen», entonces subiremos. Esa será la señal del SEÑOR de que nos ayudará a derrotarlos.
11 Cuando los filisteos vieron que se acercaban, gritaron: ¡Miren, los hebreos salen de sus escondites!
12 Entonces los hombres de la avanzada le gritaron a Jonatán: ¡Suban aquí y les daremos una lección! Vamos, sube detrás de mí —le dijo Jonatán a su escudero—, ¡porque el SEÑOR nos ayudará a derrotarlos!
13 Así que escalaron usando pies y manos. Entonces los filisteos caían ante Jonatán, y su escudero mataba a los que venían por detrás.
14 Mataron a unos veinte hombres en total, y sus cuerpos quedaron dispersos en un espacio de media hectárea.
15 De repente, el ejército de los filisteos se llenó de pánico, tanto los que estaban en el campamento como los que estaban en el campo, hasta las avanzadas y los destacamentos de asalto. Y en ese preciso momento hubo un terremoto, y todos quedaron aterrorizados.

ISRAEL DERROTA A LOS FILISTEOS

16 Entonces los centinelas de Saúl en Guibeá de Benjamín vieron algo muy extraño: el inmenso ejército filisteo comenzó a dispersarse en todas direcciones.
17 Pasen lista y averigüen quién falta, ordenó Saúl. Y cuando hicieron el recuento, descubrieron que Jonatán y su escudero no estaban.
18 Entonces Saúl le gritó a Ahías: ¡Trae el efod aquí! Pues en ese tiempo Ahías llevaba puesto el efod delante de los israelitas.
19 Pero mientras Saúl hablaba con el sacerdote, la confusión en el campamento de los filisteos era cada vez más fuerte. Entonces Saúl le dijo al sacerdote: No importa, ¡vamos ya!
20 Enseguida Saúl y sus hombres corrieron a la batalla y encontraron que los filisteos estaban matándose unos a otros. Había una terrible confusión en todas partes.
21 Aun los hebreos, que anteriormente se habían unido al ejército filisteo, se rebelaron y se unieron a Saúl, a Jonatán y al resto de los israelitas.
22 De igual manera, los hombres de Israel que estaban escondidos en la zona montañosa de Efraín, cuando vieron que los filisteos huían, se unieron a la persecución.
23 Así que en ese día el SEÑOR salvó a Israel, y la recia batalla se extendió aún más allá de Bet-avén.

JURAMENTO NECIO DE SAÚL

24 Ahora bien, ese día los hombres de Israel quedaron agotados porque Saúl los había puesto bajo juramento diciendo: Que caiga una maldición sobre cualquiera que coma antes del anochecer, antes de que me vengue por completo de mis enemigos. De manera que nadie comió nada en todo el día,
25 aun cuando en el suelo del bosque todos habían encontrado panales de miel.
26 Así que no se atrevieron a tocar la miel por miedo al juramento que habían hecho.
27 Pero Jonatán no había escuchado la orden de su padre, y metió la punta de su vara en un panal y comió la miel. Después de haberla comido, cobró nuevas fuerzas.
28 Pero uno de los hombres lo vio y le dijo: —Tu padre obligó al ejército que hiciera un juramento estricto que cualquiera que comiera algún alimento hoy sería maldito. Por eso todos están cansados y desfallecidos.
29 —¡Mi padre nos ha creado dificultades a todos! —exclamó Jonatán—. Una orden como esa sólo puede causarnos daño. ¡Miren cómo he cobrado nuevas fuerzas después de haber comido un poco de miel!
30 Si a los hombres se les hubiera permitido comer libremente del alimento que encontraran entre nuestros enemigos, ¡imagínese a cuántos filisteos más habríamos podido matar!
31 Así que los israelitas persiguieron y mataron a los filisteos todo el día desde Micmas hasta Ajalón, pero los soldados iban debilitándose.
32 Esa noche se apresuraron a echar mano del botín y mataron ovejas, cabras, ganado y becerros, pero los comieron sin escurrirles la sangre.
33 Entonces alguien le informó a Saúl: —Mira, los hombres están pecando contra el SEÑOR al comer carne que todavía tiene sangre. —¡Eso está muy mal! —dijo Saúl—. Busquen una piedra grande y haganla rodar hasta aquí.
34 Luego vayan entre las tropas y díganles: «Tráiganme el ganado, las ovejas y las cabras. Mátenlos aquí y escúrranles la sangre antes de comérselos. No pequen contra el SEÑOR al comer carne que aún tiene sangre». Así que esa noche las tropas llevaron sus animales y los mataron allí.
35 Luego Saúl construyó un altar al SEÑOR; fue el primer altar que él le construyó al SEÑOR.
36 Después Saúl dijo: —Persigamos a los filisteos toda la noche y saqueemos sus bienes hasta el amanecer. Destruyamos hasta el último hombre. Sus hombres respondieron: —Haremos lo que mejor te parezca. Pero el sacerdote dijo: — Primero consultemos al SEÑOR.
37 Entonces Saúl le preguntó a Dios: —¿Debemos perseguir a los filisteos? ¿Nos ayudarás a derrotarlos? Pero Dios no respondió ese día.
38 Entonces Saúl les dijo a los líderes: —¡Algo anda mal! Que vengan aquí todos los comandantes de mi ejército. Debemos descubrir qué pecado se ha cometido hoy.
39 Juro por el nombre del SEÑOR, quien rescató a Israel, que el pecador morirá, ¡aun si fuera mi propio hijo Jonatán! Pero nadie se atrevía a decirle cuál era el problema.
40 Entonces Saúl dijo: —Jonatán y yo nos pondremos aquí, y todos ustedes se pondrán allá. Y el pueblo respondió a Saúl: —Lo que mejor te parezca.
41 Entonces Saúl oró: —Oh, SEÑOR, Dios de Israel, por favor, muéstranos quién es culpable y quién es inocente. Entonces hicieron un sorteo sagrado, y Jonatán y Saúl fueron señalados como los culpables, y los demás declarados inocentes.
42 Después dijo Saúl: —Ahora hagan otro sorteo para señalar si es Jonatán o soy yo. Entonces, Jonatán fue indicado como el culpable.
43 —Dime lo que has hecho —le preguntó Saúl a Jonatán. —Probé un poco de miel —admitió Jonatán—. Fue sólo un poco en la punta de mi vara. ¿Merece eso la muerte?
44 —Sí, Jonatán —dijo Saúl—, ¡debes morir! Que Dios me castigue e incluso me mate si no mueres por esto.
45 Pero la gente intervino y le dijo a Saúl: —Jonatán ganó esta gran victoria para Israel. ¿Debe morir? ¡De ningún modo! Tan cierto como que el SEÑOR vive, que ni un solo cabello de su cabeza será tocado, porque hoy Dios lo ayudó a hacer esta gran proeza. De modo que la gente salvó a Jonatán de la muerte.
46 Entonces Saúl llamó a su ejército y no persiguieron más a los filisteos, y los filisteos volvieron a sus casas.

VICTORIAS MILITARES DE SAÚL

47 Cuando Saúl aseguró su posición de rey sobre Israel, peleó contra sus enemigos en todas las direcciones: contra Moab, Amón, Edom, los reyes de Soba y los filisteos. Y dondequiera que iba, obtenía la victoria.
48 Realizó grandes proezas y conquistó a los amalecitas y así salvó a Israel de todos aquellos que lo habían saqueado.
49 Los hijos de Saúl eran Jonatán, Isboset y Malquisúa. También tuvo dos hijas, Merab, la mayor, y Mical.
50 La esposa de Saúl era Ahinoam, la hija de Ahimaas. El comandante del ejército de Saúl era Abner, hijo de Ner, tío de Saúl.
51 Cis, el padre de Saúl, y Ner, el padre de Abner, eran hijos de Abiel.
52 Los israelitas pelearon constantemente con los filisteos durante toda la vida de Saúl. Así que cada vez que Saúl veía a un joven fuerte y valiente, lo reclutaba en su ejército.