miércoles, 3 de abril de 2019

LECTURA 3 DE ABRIL

SEMANA 14 DÍA 4 (JUECES 10-12)

JUECES CAPÍTULO 10


TOLA, JUEZ DE ISRAEL


 1 Después de la muerte de Abimelec, la siguiente persona que rescató a Israel fue Tola, hijo de Puá, hijo de Dodo. Era de la tribu de Isacar pero vivía en la ciudad de Samir, en la zona montañosa de Efraín.
 2 Fue juez de Israel durante veintitrés años. Cuando murió, lo enterraron en Samir.

JAIR, JUEZ DE ISRAEL

 3 Después de la muerte de Tola, Jair, de Galaad, fue juez de Israel durante veintidós años.
 4 Sus treinta hijos cabalgaban sobre treinta burros y eran dueños de treinta ciudades en la tierra de Galaad, que aún se llaman las Ciudades de Jair.
 5 Cuando murió Jair, lo enterraron en Camón.

LOS AMONITAS OPRIMEN A ISRAEL

 6 Una vez más, los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR. Sirvieron a las imágenes de Baal y de Astarot, y a los dioses de Aram, de Sidón, de Moab, de Amón y de Filistea. Abandonaron al SEÑOR y dejaron de servirle por completo.
 7 Entonces el SEÑOR ardió de enojo contra los israelitas y los entregó en manos de los filisteos y los amonitas,
 8 quienes comenzaron a oprimirlos ese mismo año. Durante dieciocho años oprimieron a los israelitas que vivían al oriente del río Jordán, en la tierra de los amorreos (es decir, Galaad).
 9 Los amonitas también cruzaron al lado occidente del Jordán y atacaron a Judá, a Benjamín y a Efraín. Los israelitas estaban muy angustiados.
10 Finalmente clamaron al SEÑOR por ayuda y dijeron: —Hemos pecado contra ti, porque te hemos abandonado como nuestro Dios para servir a las imágenes de Baal.
11 El SEÑOR respondió: —¿Acaso no los rescaté yo de los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos,
12 los sidonios, los amalecitas y los maonitas? Cuando ellos los oprimían, ustedes clamaban a mí por ayuda, y yo los rescataba.
13 Sin embargo, ustedes me abandonaron y sirvieron a otros dioses. Así que ya no los rescataré más.
14 ¡Vayan a clamar a los dioses que han escogido! ¡Que los rescaten ellos de este momento de angustia!
15 Pero los israelitas rogaron al SEÑOR diciendo: —Hemos pecado. Castíganos como bien te parezca, pero rescátanos hoy de nuestros enemigos.
16 Entonces los israelitas dejaron los dioses ajenos para servir al SEÑOR, y él se entristeció a causa del sufrimiento que experimentaban.
17 En esa ocasión, los ejércitos de Amón se habían juntado para la guerra y acampaban en Galaad, y el pueblo de Israel se congregó y acampó en Mizpa.
18 Los líderes de Galaad se dijeron unos a otros: El primero que ataque a los amonitas será proclamado gobernante de todo el pueblo de Galaad.

JUECES CAPÍTULO 11

JEFTÉ, JUEZ DE ISRAEL


 1 Jefté era un gran guerrero de la región de Galaad. Era hijo de Galaad, pero su madre era una prostituta.
 2 La esposa de Galaad tuvo varios hijos, y cuando esos medio hermanos de Jefté crecieron, lo echaron del territorio. Tú no recibirás ninguna parte de la herencia de nuestro padre —le dijeron—, porque eres hijo de una prostituta.
 3 Así que Jefté huyó de sus hermanos y vivió en la tierra de Tob. En poco tiempo, tuvo una banda de rebeldes despreciables que lo seguían.
 4 Por ese entonces, los amonitas comenzaron a hacer guerra contra Israel.
 5 Así que cuando los amonitas atacaron, los ancianos de Galaad mandaron a buscar a Jefté a la tierra de Tob y le dijeron:
 6 —¡Ven y sé nuestro comandante! ¡Ayúdanos a pelear contra los amonitas!
 7 Pero Jefté les respondió: —¿Acaso no son ustedes los mismos que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a buscarme ahora que están en apuros?
 8 —Porque te necesitamos —contestaron los ancianos—. Si marchas al frente de nosotros a la batalla contra los amonitas, te proclamaremos gobernante de todo el pueblo de Galaad.
 9 Jefté les dijo a los ancianos: —A ver si entiendo bien: si voy con ustedes y el SEÑOR me da la victoria sobre los amonitas, ¿de veras me harán gobernante de todo el pueblo?
10 —El SEÑOR es nuestro testigo —contestaron los ancianos—. Prometemos hacer todo lo que tú digas.
11 Entonces Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo proclamó gobernante y comandante del ejército. En Mizpa, en presencia del SEÑOR, Jefté repitió lo que les había dicho a los ancianos.
12 Luego Jefté envió mensajeros al rey de Amón, para preguntarle: —¿Por qué has salido a pelear contra mi tierra?
13 El rey de Amón contestó a los mensajeros de Jefté: —Cuando los israelitas salieron de Egipto, me robaron la tierra desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde allí hasta el Jordán. Así que ahora, devuélvanme mi tierra pacíficamente.
14 En respuesta, Jefté le envió al rey amonita el siguiente mensaje:
15 Esto es lo que dice Jefté: Israel no robó ninguna tierra ni a Moab ni a Amón.
16 Cuando los israelitas llegaron a Cades, en su viaje desde Egipto, después de cruzar el mar Rojo,
17 enviaron mensajeros al rey de Edom para pedirle que les permitiera pasar por su tierra. Pero su petición fue denegada. Entonces le pidieron lo mismo al rey de Moab, pero él tampoco los dejó pasar por su tierra. Por eso el pueblo de Israel se quedó en Cades.
18 Finalmente, se fueron rodeando por el desierto los territorios de Edom y Moab. Viajaron a lo largo de la frontera oriental de Moab y acamparon al otro lado del río Arnón. Pero ni una sola vez cruzaron el río Arnón para entrar en Moab, porque el Arnón era la frontera de Moab.
19 Después Israel envió mensajeros al rey Sehón, de los amorreos, quien reinaba desde Hesbón, a fin de pedirle permiso para atravesar su territorio y llegar a su destino.
20 Pero el rey Sehón no confiaba lo suficiente en Israel para dejarlo pasar por su tierra. En cambio, movilizó a su ejército en Jahaza y atacó a los israelitas.
21 Pero el SEÑOR, Dios de Israel, le dio a su pueblo la victoria sobre el rey Sehón. Entonces Israel se apoderó de la tierra de los amorreos, quienes vivían en aquella región,
22 desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde el desierto oriental hasta el Jordán.
23 Así que, como ves, fue el SEÑOR, Dios de Israel, quien les quitó la tierra a los amorreos y se la dio a Israel. Entonces, ¿por qué tendríamos que devolvértela a ti?
24 Tú quédate con todo lo que te dé tu dios Quemos, y nosotros nos quedaremos con todo lo que nos dé el SEÑOR nuestro Dios.
25 ¿Acaso eres tú mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Intentó él presentar argumentos contra Israel por territorios en conflicto? ¿Entró en guerra con los israelitas?
26 Hace trescientos años que Israel vive aquí, tanto en Hesbón como en los asentamientos de alrededor, hasta Aroer y sus asentamientos, y en todas las ciudades a lo largo del río Arnón. ¿Por qué no has hecho ningún esfuerzo hasta ahora para recuperar la tierra?
27 Por lo tanto, yo no pequé contra ti. Más bien, tú me hiciste daño al atacarme. Que el SEÑOR, quien es juez, decida hoy quién de nosotros tiene la razón: si Amón o Israel.
28 Pero el rey de Amón no hizo caso al mensaje de Jefté.

EL VOTO DE JEFTÉ

29 En esa ocasión, el Espíritu del SEÑOR vino sobre Jefté, y él recorrió toda la tierra de Galaad y de Manasés, incluida Mizpa en Galaad y, desde allí, lideró al ejército contra los amonitas.
30 Y Jefté hizo un voto al SEÑOR: Si me das la victoria sobre los amonitas,
31 yo entregaré al SEÑOR al primero que salga de mi casa para recibirme cuando regrese triunfante. Lo sacrificaré como ofrenda quemada.
32 Así que Jefté dirigió al ejército contra los amonitas, y el SEÑOR le dio la victoria.
33 Aplastó a los amonitas, devastó unas veinte ciudades desde Aroer hasta una zona cerca de Minit, y desde allí hasta Abel-keramim. De esa forma, Israel derrotó a los amonitas.
34 Cuando Jefté volvió a su casa en Mizpa, su hija salió a recibirlo tocando una pandereta y danzando de alegría. Ella era su hija única, ya que él no tenía más hijos ni hijas.
35 Cuando la vio, se rasgó la ropa en señal de angustia. —¡Hija mía! —clamó —. ¡Me has destruido por completo! ¡Me has traído una gran calamidad! Pues hice un voto al SEÑOR y no puedo dejar de cumplirlo.
36 Y ella le dijo: —Padre, si hiciste un voto al SEÑOR, debes hacer conmigo lo que prometiste, porque el SEÑOR te ha dado una gran victoria sobre tus enemigos, los amonitas.
37 Pero antes, permíteme hacer una sola cosa: déjame subir a deambular por las colinas y a llorar con mis amigas durante dos meses, porque moriré virgen.
38 —Puedes ir —le dijo Jefté. Y la dejó salir por el término de dos meses. Ella y sus amigas subieron a las colinas y lloraron porque ella nunca tendría hijos.
39 Cuando volvió a su casa, su padre cumplió el voto que había hecho, y ella murió virgen. Así que se hizo costumbre en Israel
40 que las jóvenes israelitas se ausentaran cuatro días cada año para lamentar la desgracia de la hija de Jefté.

JUECES CAPÍTULO 12

EFRAÍN LUCHA CON JEFTÉ


 1 Luego los hombres de Efraín movilizaron a un ejército y cruzaron el río Jordán hasta Zafón. Entonces enviaron el siguiente mensaje a Jefté: —¿Por qué no nos llamaste para que te ayudáramos a luchar contra los amonitas? ¡Quemaremos tu casa contigo adentro!
 2 Jefté respondió: —¡Yo los convoqué cuando comenzó el conflicto, pero ustedes se negaron a venir! No quisieron ayudarnos a luchar contra Amón.
 3 De modo que, al ver que no vendrían, arriesgué mi vida y salí a combatir sin ustedes, y el SEÑOR me dio la victoria sobre los amonitas. Así que, ¿por qué vienen ahora a pelear conmigo?
 4 La gente de Efraín contestó: —Ustedes, los de Galaad, no son más que fugitivos de Efraín y de Manasés. Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, atacó a los hombres de Efraín y los derrotó.
 5 Jefté tomó control de los vados del río Jordán y, cada vez que un fugitivo de Efraín trataba de cruzar para volver a su tierra, los hombres de Galaad lo desafiaban preguntándole: ¿Eres miembro de la tribu de Efraín? Si decía el hombre: No, no lo soy,
 6 ellos le pedían que pronunciara la palabra shibolet. Si era de Efraín, diría sibolet, porque a la gente de Efraín le cuesta pronunciar bien esa palabra. Entonces se lo llevaban y lo mataban en los vados del Jordán. En total mataron a cuarenta y dos mil de la tribu de Efraín en esos días.
 7 Jefté fue juez de Israel durante seis años. Cuando murió, lo enterraron en una de las ciudades de Galaad.

IBZÁN, JUEZ DE ISRAEL

 8 Después de la muerte de Jefté, Ibzán, de Belén, fue juez de Israel.
 9 Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Envió a sus hijas a casarse con hombres que no pertenecían a su clan, y trajo treinta mujeres jóvenes que tampoco eran de su clan para que se casaran con sus hijos. Ibzán fue juez de Israel durante siete años.
10 Cuando murió, lo enterraron en Belén.

ELÓN, JUEZ DE ISRAEL

11 Después de la muerte de Ibzán, Elón, de la tribu de Zabulón, fue juez de Israel durante diez años.
12 Cuando murió, lo enterraron en Ajalón, en la tierra de Zabulón.

ABDÓN, JUEZ DE ISRAEL

13 Después de la muerte de Elón, fue juez de Israel Abdón, hijo de Hilel, de Piratón.
14 Tuvo cuarenta hijos varones y treinta nietos varones, quienes cabalgaban sobre setenta burros. Fue juez en Israel por ocho años.
15 Cuando murió, lo enterraron en Piratón, en Efraín, en la zona montañosa de los amalecitas.


REFLEXIÓN

DIOS NO VELARÁ POR NOSOTROS

Sin embargo, ustedes me abandonaron y sirvieron a otros dioses. Así que ya no los rescataré más. ¡Vayan a clamar a los dioses que han escogido! ¡Que los rescaten ellos de este momento de angustia! (Jueces 10:13-14)

A Dios no lo podemos engañar, cuando nuestro arrepentimiento no es de corazón o es completo. Siempre creemos que pedimos perdón y ya Dios se olvida de todo, pero si no es genuino y no estamos arrepentido del todo no podemos esperar una restitución de su parte. Si nos apartamos de Dios, lo sustituimos por otras prácticas o creencias que no vienen de Él, luego esperamos que nos siga bendiciendo a pesar de que lo que estamos haciendo no le agrada. Entonces escucharemos sus nefastas palabras, no los ayudaré más, por ser esto idolatría, sustituir a Dios, su palabra y su verdad por otra cosa que no procede de Él. También nos dejará a la deriva, para que veamos si nuestras oraciones, ayunos y declaraciones en nombre de esas creencias extrañas, nos salvarán de las consecuencias de nuestra idolatría. 

ORACIÓN

Mi Dios no permitas nunca que me aparte de tus verdaderos caminos ni de tu verdad, mantenme siempre alerta de las falsas doctrinas y creencias. Amén.




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