lunes, 1 de abril de 2019

LECTURA 1 DE ABRIL

SEMANA 14 DÍA 2 (JUECES 6-7)

JUECES CAPÍTULO 6


GEDEÓN, JUEZ DE ISRAEL


 1 Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR. Entonces el SEÑOR los entregó a los madianitas durante siete años.
 2 Los madianitas eran tan crueles que los israelitas hicieron escondites en los montes, en las cuevas y en lugares fortificados.
 3 Cada vez que los israelitas sembraban sus cultivos, venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente y atacaban a Israel.
 4 Acampaban en territorio israelita y destruían las cosechas hasta la región de Gaza. Se llevaban todas las ovejas, las cabras, el ganado y los burros, y dejaban a los israelitas sin qué comer.
 5 Estas multitudes enemigas, que venían con sus animales y sus carpas, eran como una plaga de langostas; llegaban en numerosas manadas de camellos, imposibles de contar, y no se iban hasta que la tierra quedaba desolada.
 6 Así que Israel se moría de hambre en manos de los madianitas. Entonces los israelitas clamaron al SEÑOR por ayuda.
 7 Cuando clamaron al SEÑOR a causa de Madián,
 8 el SEÑOR les envió un profeta, quien dijo al pueblo de Israel: Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel: «Yo te saqué de la esclavitud en Egipto.
 9 Te rescaté de los egipcios y de todos los que te oprimían. Expulsé a tus enemigos y te di sus tierras.
10 Te dije: «Yo soy el SEÑOR, tu Dios. No debes rendir culto a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives». Pero no me hiciste caso».
11 Después el ángel del SEÑOR vino y se sentó debajo del gran árbol de Ofra que pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Gedeón, hijo de Joás, estaba trillando trigo en el fondo de un lagar para esconder el grano de los madianitas.
12 Entonces el ángel del SEÑOR se le apareció y le dijo: —¡Guerrero valiente, el SEÑOR está contigo!
13 —SEÑOR —respondió Gedeón—, si el SEÑOR está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron nuestros antepasados? ¿Acaso no dijeron: «El SEÑOR nos sacó de Egipto»? Pero ahora el SEÑOR nos ha abandonado y nos entregó en manos de los madianitas.
14 Entonces el SEÑOR lo miró y le dijo: —Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te envía!
15 —Pero, SEÑOR —respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia!
16 El SEÑOR le dijo: —Yo estaré contigo, y destruirás a los madianitas como si estuvieras luchando contra un solo hombre.
17 —Si de verdad cuento con tu favor —respondió Gedeón—, muéstrame una señal para asegurarme de que es realmente el SEÑOR quien habla conmigo.
18 No te vayas hasta que te traiga mi ofrenda. Él respondió: —Aquí me quedaré hasta que regreses.
19 Entonces Gedeón fue de prisa a su casa. Asó un cabrito y horneó pan sin levadura con una medida de harina. Luego llevó la carne en una canasta y el caldo en una olla. Puso todo delante del ángel, quien estaba bajo el gran árbol.
20 Así que el ángel de Dios le dijo: Pon la carne y el pan sin levadura sobre esta piedra y derrama el caldo sobre ellos. Y Gedeón hizo lo que se le indicó.
21 Entonces el ángel del SEÑOR tocó la carne y el pan con la punta de la vara que tenía en la mano, y de la piedra salió fuego que consumió todo lo que Gedeón había llevado. Y el ángel del SEÑOR desapareció.
22 Cuando Gedeón se dio cuenta de que era el ángel del SEÑOR, clamó: —¡Oh Soberano SEÑOR, estoy condenado! ¡He visto cara a cara al ángel del SEÑOR!
23 —No te preocupes —le contestó el SEÑOR—. No tengas miedo; no morirás.
24 Entonces Gedeón construyó un altar al SEÑOR en ese lugar y lo llamó Yahveh-shalom (que significa el SEÑOR es paz). Ese altar sigue en Ofra, en la tierra del clan de Abiezer, hasta el día de hoy.
25 Esa noche el SEÑOR le dijo a Gedeón: Toma el segundo toro del rebaño de tu padre, el que tiene siete años. Derriba el altar que tu padre levantó a Baal y corta el poste dedicado a la diosa Asera que está junto al altar.
26 Después construye un altar al SEÑOR tu Dios en el santuario de esta misma cima, colocando cada piedra con cuidado. Sacrifica el toro como ofrenda quemada sobre el altar, y usa como leña el poste dedicado a la diosa Asera que cortaste.
27 Entonces Gedeón llevó a diez de sus criados e hizo lo que el SEÑOR le había ordenado; pero lo hizo de noche, porque les tenía miedo a los demás miembros de la casa de su padre y a la gente de la ciudad.
28 Temprano a la mañana siguiente, mientras los habitantes de la ciudad se despertaban, alguien descubrió que el altar de Baal estaba derribado y que habían cortado el poste dedicado a la diosa Asera que estaba al lado. En su lugar se había construido un nuevo altar, y sobre ese altar estaban los restos del toro que se había sacrificado.
29 Los habitantes se preguntaban unos a otros: ¿Quién hizo esto? Y después de preguntar por todas partes y hacer una búsqueda cuidadosa, se enteraron de que había sido Gedeón, el hijo de Joás.
30 —Saca a tu hijo —le exigieron a Joás los hombres de la ciudad—. Tendrá que morir por haber destruido el altar de Baal y haber cortado el poste dedicado a la diosa Asera.
31 Sin embargo, Joás gritó a la turba que lo enfrentaba: —¿Por qué defienden a Baal? ¿Acaso abogarán por él? ¡Todo el que defienda su causa será ejecutado antes del amanecer! Si de verdad Baal es un dios, ¡que se defienda a sí mismo y destruya al que derribó su altar!
32 A partir de entonces a Gedeón lo llamaron Jerobaal, que significa: Que Baal se defienda a sí mismo, porque él destruyó el altar de Baal.

GEDEÓN PIDE UNA SEÑAL

33 Poco tiempo después, los ejércitos de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente formaron una alianza en contra de Israel; cruzaron el Jordán y acamparon en el valle de Jezreel.
34 Entonces el Espíritu del SEÑOR se apoderó de Gedeón. Y Gedeón tocó el cuerno de carnero como un llamado a tomar las armas, y los hombres del clan de Abiezer se le unieron.
35 También envió mensajeros por todo Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para convocar a sus guerreros, y todos ellos respondieron.
36 Después Gedeón le dijo a Dios: Si de veras vas a usarme para rescatar a Israel como lo prometiste,
37 demuéstramelo de la siguiente manera: esta noche pondré una lana de oveja en el suelo del campo de trillar; si por la mañana la lana está mojada con el rocío, pero el suelo está seco, entonces sabré que me ayudarás a rescatar a Israel como lo prometiste.
38 Y eso fue exactamente lo que sucedió. Cuando Gedeón se levantó temprano a la mañana siguiente, exprimió la lana y sacó un tazón lleno de agua.
39 Luego Gedeón le dijo a Dios: Por favor no te enojes conmigo, pero deja que te haga otra petición. Permíteme usar la lana para una prueba más. Esta vez, que la lana se quede seca, mientras que el suelo alrededor esté mojado con el rocío.
40 Así que esa noche, Dios hizo lo que Gedeón le pidió. A la mañana siguiente, la lana estaba seca, pero el suelo estaba cubierto de rocío.

JUECES CAPÍTULO 7

GEDEÓN DERROTA A LOS MADIANITAS


 1 Entonces Jerobaal (es decir, Gedeón) y su ejército se levantaron temprano y fueron hasta el manantial de Harod. El campamento de los ejércitos de Madián estaba al norte de ellos, en el valle cercano a la colina de More.
 2 Entonces el SEÑOR le dijo a Gedeón: Tienes demasiados guerreros contigo. Si dejo que todos ustedes peleen contra los madianitas, los israelitas se jactarán ante mí de que se salvaron con su propia fuerza.
 3 Por lo tanto, dile al pueblo: «A todo aquel que le falte valentía o que tenga miedo, que abandone este monte y se vaya a su casa». Así que veintidós mil de ellos se fueron a su casa, y quedaron sólo diez mil dispuestos a pelear.
 4 Pero el SEÑOR le dijo a Gedeón: Todavía son demasiados. Hazlos descender al manantial, y yo los pondré a prueba para determinar quién irá contigo y quién no.
 5 Cuando Gedeón bajó con sus guerreros hasta el agua, el SEÑOR le dijo: Divide a los hombres en dos grupos. En un grupo, pon a todos los que beban el agua en sus manos lamiéndola como hacen los perros. En el otro grupo, pon a todos los que se arrodillan para beber directamente del arroyo.
 6 Sólo trescientos de los hombres bebieron con las manos. Los demás se arrodillaron para beber con la boca en el arroyo.
 7 Entonces el SEÑOR le dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres, rescataré a Israel y te daré la victoria sobre los madianitas. Envía a todos los demás a su casa.
 8 Así que Gedeón recogió las provisiones y los cuernos de carnero de los otros guerreros y mandó a cada uno de ellos a su casa, pero se quedó con los trescientos hombres. El campamento madianita estaba en el valle, directamente abajo de donde se encontraba Gedeón.
 9 Esa noche el SEÑOR le dijo: ¡Levántate! ¡Desciende al campamento madianita, porque te he dado la victoria sobre ellos!
10 Pero si tienes miedo de atacar, desciende al campamento con tu siervo Fura.
11 Escucha lo que dicen los madianitas, y cobrarás mucho ánimo. Entonces estarás ansioso por atacar. Así que Gedeón, acompañado por Fura, descendió hasta el límite del campamento enemigo.
12 Los ejércitos de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente se habían establecido en el valle como un enjambre de langostas. Sus camellos eran como los granos de arena a la orilla del mar, ¡imposibles de contar!
13 Entonces Gedeón se acercó sigilosamente, precisamente cuando un hombre le contaba un sueño a su compañero. —Tuve un sueño —decía el hombre— en el cual un pan de cebada venía rodando cuesta abajo hacia el campamento madianita; ¡entonces cuando golpeaba una carpa, la volteaba y la aplastaba!
14 Su compañero le respondió: —Tu sueño sólo puede significar una cosa: ¡Dios le ha dado a Gedeón, hijo de Joás, el israelita, la victoria sobre Madián y todos sus aliados!
15 Cuando Gedeón oyó el sueño y la interpretación, se inclinó en adoración ante el SEÑOR. Luego regresó al campamento israelita y gritó: ¡Levántense, porque el SEÑOR les ha dado la victoria sobre las multitudes madianitas!
16 Así que dividió a los trescientos hombres en tres grupos y le dio a cada hombre un cuerno de carnero y una vasija de barro con una antorcha adentro.
17 Después les dijo: Fíjense en mí. Cuando yo llegue al límite del campamento, hagan lo mismo que yo.
18 En cuanto yo y los que están conmigo toquemos los cuernos de carnero, ustedes también toquen sus cuernos alrededor de todo el campamento y griten: «¡Por el SEÑOR y por Gedeón!».
19 Fue apenas pasada la medianoche, después del cambio de guardia, cuando Gedeón y los cien hombres que iban con él llegaron al límite del campamento madianita. Entonces de un momento al otro, tocaron los cuernos de carnero y rompieron las vasijas de barro.
20 Enseguida los tres grupos tocaron juntos los cuernos y rompieron las vasijas. Con la mano izquierda sostenían la antorcha ardiente, y en la mano derecha llevaban el cuerno, y todos gritaban: ¡Una espada por el SEÑOR y también por Gedeón!
21 Cada hombre permaneció en su puesto alrededor del campamento, y observaron cómo los madianitas corrían de un lado a otro, llenos de pánico y gritando mientras se daban a la fuga.
22 Cuando los trescientos israelitas tocaron los cuernos de carnero, el SEÑOR hizo que los guerreros del campamento pelearan entre sí con sus espadas. Los que quedaron con vida huyeron a lugares tan lejanos como Bet-sita, cerca de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola, cerca de Tabat.
23 Entonces Gedeón mandó a buscar a los guerreros de Neftalí, de Aser y de Manasés, quienes se unieron para dar caza al ejército de Madián.
24 Gedeón también envió mensajeros por toda la zona montañosa de Efraín que decían: Desciendan para atacar a los madianitas. Frénenlos antes de que lleguen a los vados del río Jordán en Bet-bara. Así que los hombres de Efraín hicieron lo que se les dijo.
25 Capturaron a Oreb y a Zeeb, los dos comandantes de los madianitas, y mataron a Oreb en la roca de Oreb, y a Zeeb en el lagar de Zeeb; y no dejaron de perseguir a los madianitas. Después los israelitas le llevaron las cabezas de Oreb y Zeeb a Gedeón, quien estaba junto al río Jordán.


REFLEXIÓN

DIOS NO MIRA CAPACIDADES ADQUIRIDAS

Entonces el SEÑOR lo miró y le dijo: —Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te envía!
—Pero, SEÑOR —respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia! (Jueces 6:14-15)

Bueno llegamos al punto del que muchas veces hablamos u oimos hablar, Dios nunca mira las capacidades adquiridas a lo largo de nuestra vida. Dios solo mira nuestra capacidad de obediencia, y obediencia especialmente a Él. Podemos tener muchas capacidades buenas y útiles para realizar las cosas, pero de nada sirven si no podemos obedecer o escuchar la voz de Dios. Nuestras ideas pueden ser muy buenas y brillantes, pero no sirven de nada con nuestra visión temporal y limitada que poseemos. No podemos saber el futuro cierto, solo lo intuimos. Pero no tenemos control sobre lo que sucederá realmente, ni mucho menos tener certeza del funcionamiento pleno de las medidas tomadas. Únicamente Dios tiene el verdadero control sobre esa situación, solamente Él puede saber cuál medida tomar verdaderamente para solventar la situación.

ORACIÓN

Mi Dios que mi sobre valoración de mi mismo, no se interponga entre tu y yo. Amén. 




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