SEMANA 14 DÍA 1 (JUECES 3-5)
JUECES CAPÍTULO 3
LAS NACIONES QUE QUEDARON EN CANAÁN
1 El SEÑOR dejó a ciertas naciones en la tierra para poner a prueba a los israelitas que no habían conocido las guerras de Canaán.
2 Lo hizo para enseñar a pelear en la guerra a las generaciones de israelitas que no tenían experiencia en el campo de batalla.
3 Estas son las naciones: los filisteos (que vivían bajo el dominio de los cinco gobernantes filisteos), todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que vivían en las montañas del Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta Lebo-hamat.
4 El SEÑOR dejó a estos pueblos con el fin de poner a prueba a los israelitas para ver si obedecían los mandatos que el SEÑOR había dado a sus antepasados por medio de Moisés.
5 Así que los israelitas vivieron entre los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos,
6 y se unieron en matrimonio con ellos: los hijos de los israelitas se casaron con las hijas de esos pueblos, y las hijas de los israelitas fueron dadas en matrimonio a sus hijos. Y los israelitas sirvieron a los dioses de esas naciones.
OTONIEL, JUEZ DE ISRAEL
7 Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR. Se olvidaron del SEÑOR su Dios y sirvieron a las imágenes de Baal y a los postes dedicados a la diosa Asera.
8 Entonces el SEÑOR ardió de enojo contra Israel y lo entregó en manos de Cusán-risataim, rey de Aram-naharaim. Y los israelitas sirvieron a Cusán-risataim durante ocho años.
9 Pero cuando el pueblo de Israel clamó al SEÑOR por ayuda, el SEÑOR levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Otoniel, hijo de Cenaz, un hermano menor de Caleb.
10 El Espíritu del SEÑOR vino sobre él, y comenzó a ser juez de Israel. Entró en guerra contra Cusán-risataim, rey de Aram, y el SEÑOR le dio la victoria sobre él.
11 Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años. Luego murió otoniel, hijo de Cenaz.
AOD, JUEZ DE ISRAEL
12 De nuevo los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR y, por la maldad de ellos, el SEÑOR le dio dominio sobre Israel al rey Eglón, de Moab.
13 Eglón se alió con los amonitas y los amalecitas y salió a pelear, derrotó a Israel y tomó posesión de Jericó, la ciudad de las palmeras.
14 Entonces los israelitas sirvieron a Eglón, rey de Moab, durante dieciocho años.
15 sin embargo, cuando el pueblo de Israel clamó al SEÑOR por ayuda, el SEÑOR nuevamente levantó a un libertador para salvarlos. se llamaba Aod, hijo de Gera, quien era un hombre zurdo, de la tribu de Benjamín. Los israelitas enviaron a Aod a entregar el dinero del tributo al rey Eglón, de Moab.
16 Así que Aod hizo una daga de dos filos, de unos treinta centímetros de largo, la ató a su muslo derecho y la escondió debajo de la ropa.
17 Luego le llevó el dinero del tributo a Eglón, quien era muy gordo.
18 Después de entregar el pago, Aod emprendió el regreso junto con los que le habían ayudado a llevar el tributo.
19 Pero cuando Aod llegó a donde estaban los ídolos de piedra, cerca de Gilgal, se regresó. Se presentó ante Eglón y le dijo: Tengo un mensaje secreto para usted. Entonces el rey les ordenó a sus sirvientes que se callaran y que todos salieran de la habitación.
20 Así que Aod se acercó a Eglón, quien estaba sentado solo en una habitación fresca de la planta alta, y le dijo: ¡Tengo un mensaje de Dios para usted! Cuando el rey Eglón se levantó de su asiento,
21 Aod sacó con la mano izquierda la daga que tenía atada al muslo derecho y se la clavó al rey en el vientre.
22 La daga entró tan profundo, que la empuñadura se hundió bajo la gordura del rey. Así que Aod no sacó la daga, y al rey se le vaciaron los intestinos.
23 Entonces Aod cerró las puertas de la habitación, les puso llave y escapó por la letrina.
24 Aod ya se había ido cuando los sirvientes del rey regresaron y encontraron cerradas las puertas de la habitación de la planta alta. Pensaron que tal vez el rey estaba usando la letrina dentro del cuarto,
25 así que esperaron. Pero al ver que el rey tardaba mucho en salir, se preocuparon y buscaron una llave. Cuando abrieron las puertas, encontraron a su amo muerto en el suelo.
26 Mientras los sirvientes esperaban, Aod escapó y pasó por los ídolos de piedra rumbo a seirat.
27 Cuando llegó a la zona montañosa de Efraín, llamó a tomar las armas. Después encabezó un grupo de israelitas colina abajo.
28 Síganme —les dijo—, porque el SEÑOR les ha dado la victoria sobre Moab, su enemigo. Así que los israelitas lo siguieron y tomaron control de los vados del río Jordán que cruzan hacia Moab, y no dejaron que nadie pasara.
29 Atacaron a los moabitas y mataron a unos diez mil de sus guerreros más fuertes y robustos; no escapó ni uno de ellos.
30 Así que Israel conquistó a Moab en aquel día, y hubo paz en la tierra durante ochenta años.
SAMGAR, JUEZ DE ISRAEL
31 Después de Aod fue Samgar, hijo de Anat, quien rescató a Israel. En una ocasión mató a seiscientos filisteos con una aguijada para bueyes.
JUECES CAPÍTULO 4
DÉBORA, JUEZA DE ISRAEL
1 Muerto Aod, los israelitas volvieron a hacer lo malo a los ojos del SEÑOR.
2 Entonces el SEÑOR los entregó a Jabín, un rey cananeo de Hazor. El comandante de su ejército era Sísara, que vivía en Haroset-goim.
3 Sísara, quien tenía novecientos carros de combate hechos de hierro, oprimió a los israelitas sin piedad durante veinte años, hasta que el pueblo de Israel clamó al SEÑOR por ayuda.
4 Débora, la esposa de Lapidot, era una profetisa que en ese tiempo juzgaba a Israel.
5 Solía sentarse bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la zona montañosa de Efraín, y los israelitas acudían a ella para que los juzgara.
6 Un día Débora mandó a buscar a Barac, hijo de Abinoam, quien vivía en Cedes, en el territorio de Neftalí y le dijo: —El SEÑOR, Dios de Israel, te ordena: reúne en el monte Tabor a diez mil guerreros de las tribus de Neftalí y de Zabulón.
7 Y yo haré que Sísara, el comandante del ejército de Jabín, vaya al río Cisón junto con sus carros de combate y sus guerreros. Allí te daré la victoria sobre él.
8 Barac le dijo: —Yo iré, pero sólo si tú vienes conmigo.
9 —Muy bien —dijo ella—, iré contigo. Pero tú no recibirás honra en esta misión, porque la victoria del SEÑOR sobre Sísara quedará en manos de una mujer. Así que Débora fue con Barac a Cedes.
10 En Cedes, Barac reunió a las tribus de Zabulón y de Neftalí, y diez mil guerreros subieron con él. Débora también lo acompañó.
11 Ahora bien, Heber el ceneo, un descendiente de Hobab, cuñado de Moisés, se había separado de los demás miembros de su tribu y armó su carpa junto al roble de Zaanaim, cerca de Cedes.
12 Cuando le dijeron a Sísara que Barac, hijo de Abinoam, había subido al monte Tabor,
13 mandó llamar a sus novecientos carros de combate hechos de hierro y a todos sus guerreros, y marcharon desde Haroset-goim hasta el río Cisón.
14 Entonces Débora le dijo a Barac: ¡Prepárate! Hoy es el día en que el SEÑOR te dará la victoria sobre Sísara, porque el SEÑOR marcha delante de ti. Así que Barac descendió las laderas del monte Tabor al frente de sus diez mil guerreros para entrar en batalla.
15 Cuando Barac atacó, el SEÑOR llenó de pánico a Sísara y a todos sus carros de combate y a sus guerreros. Sísara saltó de su carro de guerra y escapó a pie.
16 Entonces Barac persiguió a los carros y al ejército enemigo hasta Haroset-goim, y mató a todos los guerreros de Sísara. Ni uno solo quedó con vida.
17 Mientras tanto, Sísara corrió hasta la carpa de Jael, la esposa de Heber, el ceneo, porque la familia de Heber tenía amistad con el rey Jabín, de Hazor.
18 Jael salió al encuentro de Sísara y le dijo: —Entre en mi carpa, SEÑOR. Venga. No tenga miedo. Así que él entró en la carpa, y ella lo cubrió con una manta.
19 —Dame un poco de agua, por favor —le dijo él—. Tengo sed. Así que ella le dio leche de una bolsa de cuero y volvió a cubrirlo.
20 —Párate en la puerta de la carpa —le dijo a ella—. Si alguien viene y pregunta si hay alguien adentro, dile que no.
21 Pero cuando Sísara se durmió por tanto agotamiento, Jael se le acercó en silencio con un martillo y una estaca en la mano. Entonces le clavó la estaca en la sien hasta que quedó clavada en el suelo, y así murió.
22 Cuando Barac llegó en busca de Sísara, Jael salió a su encuentro y le dijo: Ven, te mostraré al hombre que buscas. Entonces él entró en la carpa tras ella, y allí encontró a Sísara muerto, tendido en el suelo con la estaca atravesada en la sien.
23 Por lo tanto, ese día Israel vio a Dios derrotar a Jabín, el rey cananeo.
24 Y a partir de entonces, Israel se hizo cada vez más fuerte contra el rey Jabín hasta que finalmente lo destruyó.
JUECES CAPÍTULO 5
CÁNTICO DE DÉBORA
1 Ese día, Débora y Barac, hijo de Abinoam, entonaron el siguiente cántico:
2 Los líderes de Israel tomaron el mando, y el pueblo los siguió con gusto. ¡Alabado sea el SEÑOR!
3 ¡Escuchen, ustedes reyes! ¡Presten atención, ustedes gobernantes poderosos! Pues cantaré al SEÑOR; tocaré música para el SEÑOR, Dios de Israel.
4 SEÑOR, cuando saliste de Seir y marchaste por los campos de Edom, la tierra tembló, y los cielos nublados derramaron lluvias torrenciales.
5 Las montañas temblaron ante la presencia del SEÑOR, Dios del monte Sinaí, ante la presencia del SEÑOR, Dios de Israel.
6 En los días de Samgar, hijo de Anat, y en los días de Jael, la gente evitaba las rutas principales y los viajeros no salían de los caminos sinuosos.
7 Ya quedaba poca gente en las aldeas de Israel, hasta que Débora surgió como una madre para Israel.
8 Cuando Israel escogió nuevos dioses, la guerra estalló a las puertas de la ciudad. ¡Sin embargo, no se veía ni un escudo ni una lanza entre cuarenta mil guerreros de Israel!
9 Mi corazón está con los comandantes de Israel, con los que se ofrecieron para la guerra. ¡Alabado sea el SEÑOR!
10 Piensen en esto, ustedes que cabalgan en burros selectos, ustedes que se sientan sobre elaboradas mantas de caballo y ustedes que andan por el camino.
11 Escuchen a los músicos de las aldeas, que están reunidos junto a los abrevaderos. Relatan las justas victorias del SEÑOR y los triunfos de sus aldeanos en Israel. Entonces el pueblo del SEÑOR descendió a las puertas de la ciudad.
12 ¡Despierta, Débora, despierta! ¡Despierta, despierta y entona un cántico! ¡Levántate, Barac! ¡Llévate a tus cautivos, hijo de Abinoam!
13 De Tabor descendieron los pocos para juntarse con los nobles; el pueblo del SEÑOR marchó colina abajo contra poderosos guerreros.
14 Descendieron de Efraín, tierra que antes pertenecía a los amalecitas; te siguieron a ti, Benjamín, con tus tropas. De Maquir los comandantes descendieron a paso de marcha; desde Zabulón llegaron los que llevan el bastón de mando.
15 Los príncipes de Isacar estuvieron con Débora y Barac; siguieron a Barac a toda prisa hasta el valle. Pero en la tribu de Rubén hubo gran indecisión.
16 ¿Por qué se quedaron sentados en su casa entre los rediles, para oír a los pastores silbar a sus rebaños? Así es, en la tribu de Rubén hubo gran indecisión.
17 Galaad permaneció al oriente del Jordán. Y ¿por qué Dan se quedó en su casa? Aser se sentó sin moverse a la orilla del mar, y permaneció en sus puertos.
18 Pero Zabulón arriesgó la vida, igual que Neftalí, en las alturas del campo de batalla.
19 Los reyes de Canaán llegaron y pelearon en Taanac, cerca de los manantiales de Meguido, pero no se llevaron tesoros de plata.
20 Desde el cielo lucharon las estrellas; las estrellas en sus órbitas pelearon contra Sísara.
21 El río Cisón arrasó con ellos, ese antiguo torrente llamado Cisón. ¡Marcha hacia adelante con valor, alma mía!
22 Luego los cascos de los caballos martillaron el suelo: el galope resonante de los poderosos corceles de Sísara.
23 «Que sean malditos los habitantes de Meroz —dijo el ángel del SEÑOR—. Que sean completamente malditos, porque no vinieron para ayudar al SEÑOR, para ayudar al SEÑOR contra los poderosos guerreros».
24 La más bendita entre las mujeres es Jael, la esposa de Heber, el ceneo. Bendita sea más que todas las mujeres que viven en carpas.
25 Sísara le pidió agua, y ella le dio leche. En un tazón digno de nobles, le trajo yogur.
26 Después tomó una estaca con la mano izquierda, y con la derecha, el martillo del trabajador. Golpeó a Sísara con el martillo y le aplastó la cabeza; con un terrible golpe le atravesó las sienes.
27 Él se desplomó, cayó, quedó inmóvil, tendido a sus pies; y allí donde cayó, quedó muerto.
28 Por la ventana se asomó la madre de Sísara. Desde la ventana esperaba su regreso mientras decía: «¿Por qué tarda tanto en llegar su carro? ¿Por qué no oímos el sonido de las ruedas del carro?».
29 Sus sabias mujeres le responden, y ella se repite estas palabras a sí misma:
30 «Seguramente están repartiendo el botín que capturaron, que tendrá una o dos mujeres para cada hombre. Habrá túnicas llenas de todos los colores para Sísara, y para mí, coloridas túnicas con bordados. Seguro que en el botín hay túnicas de colores y bordadas de ambos lados».
31 ¡SEÑOR, que todos tus enemigos mueran como Sísara; pero los que te aman, que se levanten como el sol cuando brilla con toda su fuerza! Después hubo paz en la tierra durante cuarenta años.
REFLEXIÓN
GRAVES CONSECUENCIAS DEL PECADO
mandó llamar a sus novecientos carros de combate hechos de hierro y a todos sus guerreros, y marcharon desde Haroset-goim hasta el río Cisón. Entonces Débora le dijo a Barac: ¡Prepárate! Hoy es el día en que el SEÑOR te dará la victoria sobre Sísara, porque el SEÑOR marcha delante de ti. Así que Barac descendió las laderas del monte Tabor al frente de sus diez mil guerreros para entrar en batalla. (Jueces 4:13-14)
Por lo que hablan estos versículos y otros posteriores, parece ser que los cananeos de Hazor no eran un pueblo mayor en número que los Israelitas, tampoco tenían un ejercito más numeroso que el que quizás pudiera armar Israel. Pero el pecado delante de Dios hace que puedas ser dominado por alguien menor que tu, también es posible que ese pecado te haga menguar todas las capacidades que puedas tener. Poco a poco estarás dominado por fuerzas menores a tus capacidades, también el apoyo de otros con los cuales podrías haber contado te abandonarán, como lo hicieron la mayoría de las tribus de Israel. Hasta que estés en completo dominio de algo que es menor que tu, algo que esta esta por debajo de tu capacidad mental, pero no puedes dejar de someterte a eso.
ORACIÓN
Mi Dios que pueda yo siempre mantenerme en tus caminos y en tu verdad, ayúdame a siempre estar dentro de tu santidad. Amén.
LO QUE POSEÍAMOS AL PRINCIPIO
Hace 9 años.
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