sábado, 23 de marzo de 2019

LECTURA 23 DE MARZO

SEMANA 12 DÍA 7 (JOSUÉ 1-4)

JOSUÉ CAPÍTULO 1

ENCARGO DEL SEÑOR A JOSUÉ

 1 Después de la muerte de Moisés, siervo del SEÑOR, el SEÑOR habló a Josué, hijo de Nun y ayudante de Moisés. Le dijo:
 2 Mi siervo Moisés ha muerto. Por lo tanto, ha llegado el momento de que guíes a este pueblo, a los israelitas, a cruzar el río Jordán y a entrar en la tierra que les doy.
 3 Te prometo a ti lo mismo que le prometí a Moisés: «Dondequiera que pongan los pies los israelitas, estarán pisando la tierra que les he dado:
 4 desde el desierto del Neguev, al sur, hasta las montañas del Líbano, al norte; desde el río Éufrates, al oriente, hasta el mar Mediterráneo, al occidente, incluida toda la tierra de los hititas».
 5 Nadie podrá hacerte frente mientras vivas. Pues yo estaré contigo como estuve con Moisés. No te fallaré ni te abandonaré.
 6 Sé fuerte y valiente, porque tú serás quien guíe a este pueblo para que tome posesión de toda la tierra que juré a sus antepasados que les daría.
 7 Sé fuerte y muy valiente. Ten cuidado de obedecer todas las instrucciones que Moisés te dio. No te desvíes de ellas ni a la derecha ni a la izquierda. Entonces te irá bien en todo lo que hagas.
 8 Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas.
 9 Mi mandato es: «¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el SEÑOR tu Dios está contigo dondequiera que vayas».

ENCARGO DE JOSUÉ A LOS ISRAELITAS

10 Luego Josué les dio la siguiente orden a los jefes de Israel:
11 Vayan por el campamento y díganle al pueblo que preparen sus provisiones. En tres días, cruzarán el río Jordán y tomarán posesión de la tierra que el SEÑOR su Dios les da.
12 Entonces Josué reunió a la tribu de Rubén, a la tribu de Gad y a la media tribu de Manasés. Les dijo:
13 —Recuerden lo que les mandó Moisés, siervo del SEÑOR: «El SEÑOR su Dios les da un lugar de descanso. Él les ha dado esta tierra».
14 Sus esposas, hijos y animales pueden permanecer aquí, en la tierra que Moisés les asignó, al oriente del río Jordán; pero los guerreros fuertes, completamente armados, deben guiar a las otras tribus hasta el otro lado del Jordán para ayudarlas a conquistar su territorio. Quédense con sus hermanos
15 hasta que el SEÑOR les dé descanso a ellos, tal como se lo ha dado a ustedes, y hasta que ellos también tomen posesión de la tierra que el SEÑOR su Dios les da. Sólo entonces ustedes podrán regresar y establecerse aquí, al oriente del río Jordán, en la tierra que les asignó Moisés, siervo del SEÑOR.
16 Ellos le respondieron a Josué: —Haremos todo lo que nos ordenes e iremos a donde nos envíes.
17 Te obedeceremos tal como obedecimos a Moisés. Que el SEÑOR tu Dios esté contigo tal como estuvo con Moisés.
18 Cualquiera que se rebele contra tus órdenes y no obedezca tus palabras y todo lo que tú ordenes, será ejecutado. Así que, ¡sé fuerte y valiente!

JOSUÉ CAPÍTULO 2

RAHAB PROTEGE A LOS ESPÍAS

 1 Luego Josué envió en secreto a dos espías desde el campamento israelita que estaba en la arboleda de Acacias y les dio la siguiente instrucción: Exploren bien la tierra que está al otro lado del río Jordán, especialmente alrededor de la ciudad de Jericó. Entonces los dos hombres salieron y llegaron a la casa de una prostituta llamada Rahab y pasaron allí la noche.
 2 Pero alguien le avisó al rey de Jericó: Unos israelitas vinieron aquí esta noche para espiar la tierra.
 3 Entonces el rey de Jericó le envío una orden a Rahab: Saca fuera a los hombres que llegaron a tu casa, porque han venido a espiar todo el territorio.
 4 Rahab, quien había escondido a los dos hombres, respondió: Es cierto, los hombres pasaron por aquí, pero yo no sabía de dónde venían.
 5 Salieron de la ciudad al anochecer, cuando las puertas estaban por cerrar. No sé hacia dónde fueron. Si se apresuran, probablemente los alcancen.
 6 (En realidad, la mujer había llevado a los hombres a la azotea de su casa y los había escondido debajo de unos manojos de lino que había puesto allí).
 7 Entonces los hombres del rey buscaron a los espías por todo el camino que lleva a los vados del río Jordán. Y justo después que los hombres del rey se fueron, cerraron la puerta de Jericó.
 8 Esa noche, antes de que los espías se durmieran, Rahab subió a la azotea para hablar con ellos. Les dijo:
 9 —Sé que el SEÑOR les ha dado esta tierra. Todos tenemos miedo de ustedes. Cada habitante de esta tierra vive aterrorizado.
10 Pues hemos oído cómo el SEÑOR les abrió un camino en seco para que atravesaran el mar Rojo cuando salieron de Egipto. Y sabemos lo que les hicieron a Sehón y a Og, los dos reyes amorreos al oriente del río Jordán, cuyos pueblos ustedes destruyeron por completo.
11 ¡No es extraño que nuestro corazón esté lleno de temor! A nadie le queda valor para pelear después de oír semejantes cosas. Pues el SEÑOR su Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra.
12 Ahora júrenme por el SEÑOR que serán bondadosos conmigo y con mi familia, ya que les di mi ayuda. Denme una garantía de que,
13 cuando Jericó sea conquistada, salvarán mi vida y también la de mi padre y mi madre, mis hermanos y hermanas y sus familias.
14 —Te ofrecemos nuestra propia vida como garantía por la tuya —le prometieron ellos—. Si no nos delatas, cumpliremos nuestra promesa y seremos bondadosos contigo cuando el SEÑOR nos dé la tierra.
15 Entonces, dado que la casa de Rahab estaba construida en la muralla de la ciudad, ella los hizo bajar por una cuerda desde la ventana.
16 —Huyan a la zona montañosa —les dijo—. Escóndanse allí de los hombres que los están buscando por tres días. Luego, cuando ellos hayan vuelto, ustedes podrán seguir su camino.
17 Antes de partir, los hombres le dijeron: —Estaremos obligados por el juramento que te hemos hecho sólo si sigues las siguientes instrucciones:
18 cuando entremos en esta tierra, tú deberás dejar esta cuerda de color escarlata colgada de la ventana por donde nos hiciste bajar; y todos los miembros de tu familia —tu padre, tu madre, tus hermanos y todos tus parientes — deberán estar aquí, dentro de la casa.
19 Si salen a la calle y los matan, no será nuestra culpa; pero si alguien les pone la mano encima a los que estén dentro de esta casa, nos haremos responsables de su muerte.
20 Sin embargo, si nos delatas, quedaremos totalmente libres de lo que nos ata a este juramento.
21 —Acepto las condiciones —respondió ella. Entonces Rahab los despidió y dejó la cuerda escarlata colgando de la ventana.
22 Los espías subieron a la zona montañosa y se quedaron allí tres días. Los hombres que los perseguían los buscaron por todas partes a lo largo del camino pero, al final, regresaron sin éxito.
23 Luego, los dos espías descendieron de la zona montañosa, cruzaron el río Jordán y le informaron a Josué todo lo que les había sucedido:
24 El SEÑOR nos ha dado el territorio —dijeron—, pues toda la gente de esa tierra nos tiene pavor.

JOSUÉ CAPÍTULO 3

LOS ISRAELITAS CRUZAN EL JORDÁN

 1 Temprano a la mañana siguiente, Josué y todos los israelitas salieron de la arboleda de Acacias y llegaron a la orilla del río Jordán, donde acamparon antes de cruzar.
 2 Tres días después, los jefes israelitas fueron por el campamento
 3 y dieron al pueblo las siguientes instrucciones: Cuando vean a los sacerdotes levitas llevar el arca del pacto del SEÑOR su Dios, dejen sus puestos y síganlos.
 4 Dado que ustedes nunca antes viajaron por este camino, ellos los guiarán. Quédense como a un kilómetro detrás de ellos, mantengan una buena distancia entre ustedes y el arca. Asegúrense de no acercarse demasiado.
 5 Entonces Josué le dijo al pueblo: Purifíquense, porque mañana el SEÑOR hará grandes maravillas entre ustedes.
 6 Por la mañana, Josué les dijo a los sacerdotes: Levanten el arca del pacto y guíen al pueblo hasta el otro lado del río. Así que ellos se pusieron en marcha y fueron delante del pueblo.
 7 El SEÑOR le dijo a Josué: A partir de hoy, empezaré a convertirte en un gran líder a los ojos de todos los israelitas. Sabrán que yo estoy contigo, tal como estuve con Moisés.
 8 Dales la siguiente orden a los sacerdotes que llevan el arca del pacto: «Cuando lleguen a la orilla del río Jordán, den unos cuantos pasos dentro del río y deténganse allí».
 9 Entonces Josué les dijo a los israelitas: Vengan y escuchen lo que dice el SEÑOR su Dios.
10 Hoy sabrán que el Dios viviente está entre ustedes. Sin lugar a dudas, él expulsará a los cananeos, a los hititas, a los heveos, a los ferezeos, a los gergeseos, a los amorreos y a los jebuseos de delante de ustedes.
11 ¡Miren, el arca del pacto que pertenece al SEÑOR de toda la tierra los guiará al cruzar el río Jordán!
12 Elijan ahora a doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu.
13 Los sacerdotes llevarán el arca del SEÑOR, el SEÑOR de toda la tierra. En cuanto sus pies toquen el agua, la corriente de agua se detendrá río arriba, y el río se levantará como un muro.
14 Entonces los israelitas salieron del campamento para cruzar el Jordán, y los sacerdotes que llevaban el arca del pacto iban delante de ellos.
15 Era la temporada de la cosecha, y el Jordán desbordaba su cauce. Pero en cuanto los pies de los sacerdotes que llevaban el arca tocaron el agua a la orilla del río,
16 el agua que venía de río arriba dejó de fluir y comenzó a amontonarse a una gran distancia de allí, a la altura de una ciudad llamada Adán, que está cerca de Saretán. Y el agua que estaba río abajo desembocó en el mar Muerto hasta que el lecho del río quedó seco. Después, todo el pueblo cruzó cerca de la ciudad de Jericó.
17 Mientras tanto, los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del SEÑOR se quedaron parados en tierra seca, en medio del lecho, mientras el pueblo pasaba frente a ellos. Los sacerdotes esperaron allí hasta que toda la nación de Israel terminó de cruzar el Jordán por tierra seca.

JOSUÉ CAPÍTULO 4

MONUMENTOS DEL CRUCE DEL JORDÁN

 1 Una vez que todo el pueblo terminó de cruzar el Jordán, el SEÑOR le dijo a Josué:
 2 Ahora elige a doce hombres, uno de cada tribu.
 3 Diles: «Tomen doce piedras del medio del Jordán, del mismo lugar donde están parados los sacerdotes. Llévenlas al lugar donde van a acampar esta noche y amontónenlas allí».
 4 Entoncés Josué convocó a los doce hombres que había elegido, uno por cada tribu de Israel.
 5 Les dijo: Vayan a la mitad del Jordán, frente al arca del SEÑOR su Dios. Cada uno de ustedes debe tomar una piedra y cargarla al hombro; serán doce piedras en total, una por cada tribu de Israel.
 6 Las usaremos para levantar un monumento conmemorativo. En el futuro, sus hijos les preguntarán: «¿Qué significan estas piedras?».
 7 Y ustedes podrán decirles: «Nos recuerdan que el río Jordán dejó de fluir cuando el arca del pacto del SEÑOR cruzó por allí». Esas piedras quedarán como un recordatorio en el pueblo de Israel para siempre.
 8 Así que los hombres hicieron lo que Josué les había ordenado. Tomaron doce piedras del medio del río Jordán, una por cada tribu, tal como el SEÑOR le había dicho a Josué. Las llevaron al lugar donde acamparon esa noche y construyeron allí el monumento.
 9 Josué también apiló otras doce piedras a la mitad del Jordán, en el lugar donde estaban parados los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Y las piedras siguen allí hasta el día de hoy.
10 Los sacerdotes que llevaban el arca estuvieron en medio del río hasta que se llevaron a cabo todos los mandatos del SEÑOR que Moisés le había dado a Josué. Mientras tanto, el pueblo se apresuró a cruzar el lecho del río.
11 Y cuando todos estaban a salvo en la otra orilla, los sacerdotes terminaron de cruzar con el arca del SEÑOR mientras el pueblo observaba.
12 Los guerreros armados de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la media tribu de Manasés iban delante de los israelitas al cruzar el Jordán, tal como Moisés había indicado.
13 Esos hombres armados —unos cuarenta mil en total— estaban listos para la guerra, y el SEÑOR iba con ellos mientras cruzaban hacia la llanura de Jericó.
14 Ese día, el SEÑOR convirtió a Josué en un gran líder a los ojos de todos los israelitas, quienes, por el resto de su vida, lo respetaron tanto como habían respetado a Moisés.
15 El SEÑOR le había dicho a Josué:
16 Ordénales a los sacerdotes que llevan el arca del pacto que salgan del lecho del río.
17 Así que Josué dio la orden.
18 En cuanto los sacerdotes que llevaban el arca del pacto del SEÑOR salieron del lecho del río y sus pies pisaron tierra firme, las aguas del Jordán volvieron a fluir y desbordaron el cauce como antes.
19 El pueblo cruzó el Jordán el décimo día del primer mes. Después acamparon en Gilgal, al oriente de Jericó.
20 Fue allí, en Gilgal, donde Josué apiló las doce piedras que había tomado del río Jordán.
21 Entonces Josué les dijo a los israelitas: En el futuro, sus hijos preguntarán: «¿Qué significan estas piedras?».
22 Y ustedes podrán decirles: «Aquí es donde los israelitas cruzaron el Jordán sobre tierra seca».
23 Pues el SEÑOR su Dios secó el río a la vista de ustedes y lo mantuvo seco hasta que todos cruzaran, tal como hizo con el mar Rojo cuando lo secó hasta que todos terminamos de cruzar.
24 Lo hizo para que todas las naciones de la tierra supieran que la mano del SEÑOR es poderosa, y para que ustedes temieran al SEÑOR su Dios para siempre.


REFLEXIÓN

LIDERIZANDO EN EL PUEBLO DE DIOS
Ese día, el SEÑOR convirtió a Josué en un gran líder a los ojos de todos los israelitas, quienes, por el resto de su vida, lo respetaron tanto como habían respetado a Moisés. (Josué 4:14)

En el pueblo de Dios los líderes son aprobados por Él mismo, no se impone ninguna persona por sus propios méritos. Cuando nos simpatiza alguien y luego pretendemos imponerlo como líder en el pueblo de Dios, debemos de tener cuidado porque lo más seguro es que no sea el líder que Dios quiere que este al frente e su pueblo. Entonces comenzaremos a ver problemas que quizás antes no teníamos, solo podremos ver bendiciones de Dios cuando estemos completamente bajo su dirección. No pretendamos dirigiremos las decisiones de Dios a nuestra conveniencia, es una pretensión que nunca se dará. Solo busquemos en cada decisión a tomar, la verdadera dirección de Dios. Así nos evitaríamos muchas molestias, y dejaríamos de hacer tantas rectificaciones.

ORACIÓN

Mi Dios enséñame a tener que buscar de ti, cada momento que tenga que tomar una decisión. Amén.



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