jueves, 14 de marzo de 2019

LECTURA 14 DE MARZO

SEMANA 11 DÍA 5 (DEUTERONOMIO 8-10)

DEUTERONOMIO CAPÍTULO 8

UN LLAMADO A RECORDAR Y A OBEDECER

 1 Asegúrate de obedecer todos los mandatos que te entrego hoy. Entonces vivirás y te multiplicarás, y entrarás en la tierra que el SEÑOR juró dar a tus antepasados y la poseerás.
 2 Recuerda cómo el SEÑOR tu Dios te guió por el desierto durante cuarenta años, donde te humilló y te puso a prueba para revelar tu carácter y averiguar si en verdad obedecerías sus mandatos.
 3 sí, te humilló permitiendo que pasaras hambre y luego alimentándote con maná, un alimento que ni tú ni tus antepasados conocían hasta ese momento. Lo hizo para enseñarte que la gente no vive sólo de pan, sino que vivimos de cada palabra que sale de la boca del SEÑOR.
 4 En todos esos cuarenta años, la ropa que llevabas puesta no se gastó, y tus pies no se ampollaron ni se hincharon.
 5 Ten por cierto que, así como un padre disciplina a su hijo, el SEÑOR tu Dios te disciplina para tu propio bien.
 6 Por lo tanto, obedece los mandatos del SEÑOR tu Dios andando en sus caminos y temiéndolo.
 7 Pues el SEÑOR tu Dios te lleva a una buena tierra, con arroyos y lagunas, con fuentes de agua y manantiales que brotan a chorros de los valles y las colinas.
 8 Es una tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granadas, de aceite de oliva y miel.
 9 Es una tierra donde abunda el alimento y no falta nada. Es una tierra donde el hierro es tan común como las piedras y donde el cobre abunda en las colinas.
10 Cuando hayas comido hasta quedar satisfecho, asegúrate de alabar al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que te ha dado.
11 Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al SEÑOR tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy.
12 Pues cuando te sientas satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir,
13 cuando haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya multiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado!
14 No te vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del SEÑOR tu Dios, quien te rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto.
15 No olvides que él te guió por el inmenso y terrible desierto, que estaba lleno de escorpiones y serpientes venenosas, y que era tan árido y caliente. ¡Él te dio agua de la roca!
16 En el desierto, te alimentó con maná, un alimento desconocido para tus antepasados. Lo hizo para humillarte y para ponerte a prueba por tu propio bien.
17 Todo esto lo hizo para que nunca se te ocurriera pensar: «He conseguido toda esta riqueza con mis propias fuerzas y energías».
18 Acuérdate del SEÑOR tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus antepasados mediante un juramento.
19 Pero una cosa te aseguro: si alguna vez te olvidas del SEÑOR tu Dios y sigues a otros dioses, y les rindes culto y te inclinas ante ellos, sin duda serás destruido.
20 Tal como el SEÑOR destruyó a otras naciones en tu paso, así también tú serás destruido si te niegas a obedecer al SEÑOR tu Dios.

DEUTERONOMIO CAPÍTULO 9

VICTORIA POR LA GRACIA DE DIOS

 1 ¡Escucha, Israel! Hoy estás a punto de cruzar el río Jordán para tomar posesión de la tierra que pertenece a naciones más grandes y más poderosas que tú. ¡Viven en ciudades con murallas que llegan hasta el cielo!
 2 Los habitantes son altos y fuertes, son descendientes de los famosos gigantes anaceos. Has escuchado que se dice: «¿Quién puede hacer frente a los anaceos?».
 3 Pero reconoce hoy que el SEÑOR tu Dios es el que cruzará delante de ti como un fuego devorador para destruirlos. Él los subyugará para que los conquistes rápidamente y los expulses enseguida, tal como el SEÑOR te prometió.
 4 Después de que el SEÑOR tu Dios haya hecho eso por ti, no digas en tu corazón: «¡El SEÑOR nos ha dado esta tierra porque somos muy buena gente!». No, no es así. Es por la perversión de las otras naciones que él las quita de tu camino.
 5 No es porque seas tan bueno o porque tengas tanta integridad que estás a punto de poseer la tierra de ellas. El SEÑOR tu Dios expulsará a esas naciones de tu paso sólo por la perversidad de ellas y para cumplir el juramento que les hizo a tus antepasados Abraham, Isaac y Jacob.
 6 Debes reconocer que el SEÑOR tu Dios no te da esa buena tierra porque tú seas bueno. No, porque no lo eres; eres un pueblo terco.

EL BECERRO DE ORO

 7 Recuerda y no olvides jamás cómo hiciste enojar al SEÑOR tu Dios en el desierto. Desde el día que saliste de Egipto hasta ahora, vienes rebelándote constantemente contra él.
 8 Hasta en el monte Sinaí le provocaste tanto enojo que estaba dispuesto a destruirte.
 9 Eso sucedió cuando yo estaba en el monte recibiendo las tablas de piedra grabadas con las palabras del pacto que el SEÑOR había hecho contigo. Estuve allí cuarenta días y cuarenta noches, y durante todo ese tiempo no probé alimento ni bebí agua.
10 El SEÑOR me dio las dos tablas en las que Dios había escrito con su propio dedo todas las palabras que te había hablado desde en medio del fuego cuando estabas reunido al pie del monte.
11 Pasados los cuarenta días y las cuarenta noches, el SEÑOR me entregó las dos tablas de piedra grabadas con las palabras del pacto.
12 Luego el SEÑOR me dijo: «¡Levántate! Baja enseguida, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido. ¡Qué pronto se apartaron de la forma en que les ordené que vivieran! ¡Fundieron oro y se hicieron un ídolo!».
13 El SEÑOR también me dijo: «He visto lo terco y lo rebelde que es este pueblo.
14 Quítate del medio, para que lo destruya y borre su nombre de la faz de la tierra. Luego haré una nación poderosa con tus descendientes, una nación más fuerte y numerosa que esta gente».
15 Así que, mientras el monte seguía ardiendo en llamas, di la vuelta y comencé a bajar; en las manos llevaba las dos tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto.
16 Abajo, ante mis ojos, pude ver que ustedes habían pecado contra el SEÑOR su Dios. Habían fundido oro y se habían hecho un becerro. ¡Qué pronto se apartaron del camino que el SEÑOR les había ordenado seguir!
17 Entonces tomé las tablas de piedra y las tiré al suelo, y se partieron en pedazos a la vista de todos.
18 Luego me postré hasta el suelo delante del SEÑOR y estuve allí otros cuarenta días y cuarenta noches. No comí pan ni bebí agua, debido al pecado tan grande que ustedes habían cometido al hacer lo que el SEÑOR odiaba, con lo cual provocaron su enojo.
19 Tuve miedo de que ese enojo tan intenso del SEÑOR, que lo volvió en contra de ustedes, lo llevara a destruirlos; pero una vez más, él me escuchó.
20 El SEÑOR estaba tan enojado con Aarón que también quería destruirlo a él; pero oré por Aarón, y el SEÑOR le perdonó la vida.
21 Así que tomé el pecado de ustedes —o sea, el becerro que habían hecho —, lo derretí en el fuego y luego lo molí hasta que quedó hecho polvo, y después lo arrojé en el arroyo que baja del monte.
22 Ustedes también hicieron enojar al SEÑOR en Tabera, en Masah y en Kibrot-hataava.
23 Además, en Cades-barnea, el SEÑOR les ordenó que salieran, diciendo: «suban y tomen la tierra que les he dado». Pero ustedes se rebelaron contra la orden del SEÑOR su Dios y se negaron a confiar en él y a obedecerlo.
24 Así es, vienen rebelándose contra el SEÑOR desde que los conozco.
25 Por esa razón, me postré hasta el suelo delante del SEÑOR y estuve allí durante cuarenta días y cuarenta noches, porque el SEÑOR dijo que iba a destruirlos.
26 Oré al SEÑOR y dije: «Oh Soberano SEÑOR, no los destruyas; son tu propio pueblo. Son tu posesión más preciada, los que redimiste de Egipto con tu gran poder y tu mano fuerte.
27 Te ruego que no les tomes en cuenta su terquedad ni su terrible pecado, y que recuerdes, en cambio, a tus siervos Abraham, Isaac y Jacob.
28 si tú destruyes a este pueblo, los egipcios van a decir: «Los israelitas murieron porque el SEÑOR no pudo llevarlos a la tierra que había prometido darles». o también podrían decir: «Los destruyó porque los odiaba; los llevó al desierto a propósito para aniquilarlos».
29 Pero los israelitas son tu pueblo y tu posesión más preciada, los que sacaste de Egipto con tu gran fuerza y tu brazo poderoso».

DEUTERONOMIO CAPÍTULO 10

NUEVA COPIA DEL PACTO

 1 En aquel tiempo, el SEÑOR me dijo: «Talla dos tablas de piedra como las primeras. Y haz también un arca de madera, un cofre sagrado para guardarlas. sube al monte para encontrarte conmigo,
 2 y yo escribiré en las tablas las mismas palabras que había en las que hiciste pedazos. Luego coloca las tablas dentro del arca».
 3 Así que hice un arca con madera de acacia y tallé dos tablas de piedra como las primeras. Luego subí al monte con las tablas en mano.
 4 Entonces, una vez más, el SEÑOR escribió los diez mandamientos en las tablas y me las dio. Eran las mismas palabras que el SEÑOR les había dicho desde en medio del fuego el día que se reunieron al pie del monte.
 5 Luego bajé del monte y coloqué las tablas dentro del arca del pacto que había hecho como el SEÑOR me había ordenado. Y las tablas aún están allí, dentro del arca.
 6 (El pueblo de Israel viajó desde los pozos de Jaacán hasta Mosera, donde Aarón murió y fue enterrado. Su hijo Eleazar tomó su lugar en el servicio como sumo sacerdote.
 7 Luego siguieron viaje a Gudgoda, y de allí a Jotbata, una tierra con muchos arroyos y corrientes de agua.
 8 En aquel tiempo, el SEÑOR designó a los de la tribu de Leví para que se encargaran de llevar el arca del pacto del SEÑOR y estuvieran delante de él para servirlo y pronunciar bendiciones en su nombre. Esas son las responsabilidades de ellos hasta el día de hoy.
 9 Es por eso que la tribu de Leví no posee ninguna parte ni porción de la tierra como las demás tribus israelitas. El propio SEÑOR es su preciada posesión, tal como el SEÑOR Dios de Israel les dijo a los levitas).
10 En cuanto a mí, yo me quedé en el monte y en la presencia del SEÑOR durante cuarenta días y cuarenta noches como lo había hecho la primera vez. Y nuevamente el SEÑOR escuchó mis ruegos y accedió a no destruirlos a ustedes.
11 Luego el SEÑOR me dijo: «Levántate, ponte en marcha de nuevo y guía al pueblo para que tome posesión de la tierra que juré dar a sus antepasados».

UN LLAMADO AL AMOR Y A LA OBEDIENCIA

12 Y ahora, Israel, ¿qué requiere el SEÑOR tu Dios de ti? Sólo requiere que temas al SEÑOR tu Dios, que vivas de la manera que le agrada y que lo ames y lo sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma.
13 Debes obedecer siempre los mandatos y los decretos del¿ SEÑOR que te entrego hoy para tu propio bien.
14 Mira, los cielos más altos, y la tierra y todo lo que hay en ella pertenecen al SEÑOR tu Dios.
15 Sin embargo, el SEÑOR eligió a tus antepasados para darles su amor. Y a ti, que eres su descendencia, te eligió de entre todas las naciones, como se ve hoy.
16 Así que cambia la actitud de tu corazón y deja de ser terco.
17 Pues el SEÑOR tu Dios es Dios de dioses y SEÑOR de SEÑORES. Él es el gran Dios, poderoso e imponente, que no muestra parcialidad y no acepta sobornos.
18 Se asegura que los huérfanos y las viudas reciban justicia. Les demuestra amor a los extranjeros que viven en medio de ti y les da ropa y alimentos.
19 Así que tú también tienes que demostrar amor a los extranjeros porque tú mismo una vez fuiste extranjero en la tierra de Egipto.
20 Tienes que temer al SEÑOR tu Dios, adorarlo y aferrarte a él. Cuando hagas juramentos, que sean sólo en su nombre.
21 sólo él es tu Dios, el único digno de tu alabanza, el que ha hecho los milagros poderosos que viste con tus propios ojos.
22 Cuando tus antepasados llegaron a Egipto, eran solamente setenta personas. ¡Pero ahora el SEÑOR tu Dios te ha vuelto tan numeroso como las estrellas del cielo!


REFLEXIÓN



Acuérdate del SEÑOR tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus antepasados mediante un juramento. Pero una cosa te aseguro: si alguna vez te olvidas del SEÑOR tu Dios y sigues a otros dioses, y les rindes culto y te inclinas ante ellos, sin duda serás destruido. (Deuteronomio 8:18-19)

Todo lo que podamos tener en esta vida, es Dios quien nos da la fuerza y la provisión para obtenerlo. Si Dios quiere que lo tengas entonces lo obtendrás, si no lo tienes es porque Dios no ha querido que lo obtengas. De Dios procede todas las cosas, y sólo Él permite que todo suceda. Nada en este mundo acontecerá si Dios así lo ha programado y permitido, tanto lo bueno como lo malo. Entonces ten en cuenta una cosa, el día que te desvíes de los preceptos de Dios no dudes en pensar que recibirás la paga de tu desobediencia, no importa quien seas ni que te creas que eres.

ORACIÓN

Mi Dios dame las fuerzas para nunca rebelarme en tu contra, aguárdame de no pecar en tu contra. Amén.

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