viernes, 29 de marzo de 2019

LECTURA 29 DE MARZO

SEMANA 13 DÍA 6 (JOSUÉ 22-24)

JOSUÉ CAPÍTULO 22

LAS TRIBUS DEL ORIENTE REGRESAN A SU HOGAR

 1 Entonces Josué convocó a la tribu de Rubén, a la tribu de Gad y a la media tribu de Manasés.
 2 Les dijo: Ustedes hicieron lo que Moisés, siervo del SEÑOR, les mandó, y obedecieron cada orden que yo les di.
 3 Durante todo este tiempo, no abandonaron a las otras tribus. Se aseguraron de obedecer los mandatos del SEÑOR su Dios hasta el día de hoy.
 4 Y ahora el SEÑOR su Dios ha dado descanso a las otras tribus, tal como se lo prometió. Así que vuelvan a su hogar, a la tierra que Moisés, el siervo del SEÑOR, les dio como posesión al oriente del río Jordán.
 5 Pero asegúrense de obedecer todos los mandatos y las instrucciones que Moisés les dio. Amen al SEÑOR su Dios, anden en todos sus caminos, obedezcan sus mandatos, aférrense a él y sírvanlo con todo el corazón y con toda el alma.
 6 Entonces Josué los bendijo y los despidió, y ellos volvieron a sus hogares.
 7 A la media tribu de Manasés, Moisés le había dado la tierra de Basán, al oriente del río Jordán. (A la otra mitad de la tribu se le entregó tierra al occidente del Jordán). Cuando Josué los bendijo y los despidió,
 8 les dijo: Vuelvan a sus hogares con toda la riqueza que tomaron de sus enemigos: las numerosas manadas de animales, la plata, el oro, el bronce y el hierro, y la enorme cantidad de ropa. Compartan el botín con sus parientes.
 9 Entonces los hombres de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés dejaron al resto del pueblo de Israel en Silo, en la tierra de Canaán. Emprendieron el viaje de regreso a su propia tierra de Galaad, el territorio que les pertenecía de acuerdo con el mandato que el SEÑOR había dado por medio de Moisés.

LAS TRIBUS DEL ORIENTE EDIFICAN UN ALTAR

10 Sin embargo, mientras todavía estaban en Canaán, los hombres de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés se detuvieron al llegar a un lugar llamado Gelilot, cerca del río Jordán, para construir un altar grande e imponente.
11 Entonces el resto de Israel oyó que los hombres de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés habían construido un altar en Gelilot, a orillas de la tierra de Canaán, en el lado occidental del río Jordán.
12 Entonces toda la comunidad de Israel se reunió en Silo y se preparó para salir a la guerra contra ellos.
13 Pero antes enviaron una delegación a cargo de Finees, hijo del sacerdote Eleazar, para hablar con la tribu de Rubén, la tribu de Gad y la media tribu de Manasés.
14 La delegación estaba formada por diez líderes de Israel, cada uno pertenecía a una de las diez tribus y era cabeza de su familia dentro de los clanes de Israel.
15 Cuando llegaron a la tierra de Galaad, les dijeron a la tribu de Rubén, a la tribu de Gad y a la media tribu de Manasés:
16 —Toda la comunidad del SEÑOR exige saber por qué están traicionando al Dios de Israel. ¿Cómo pudieron apartarse del SEÑOR y construirse un altar en rebeldía contra él?
17 ¿Acaso no fue suficiente el pecado que cometimos en Peor? Hasta el día de hoy, no estamos completamente limpios de ese pecado, incluso después de la plaga que azotó a toda la comunidad del SEÑOR.
18 Y ahora ustedes le dan la espalda al SEÑOR. Si hoy ustedes se rebelan contra el SEÑOR, mañana él se enojará con todos nosotros.
19 Si necesitan el altar porque la tierra de ustedes es impura, entonces únanse a nosotros en la tierra del SEÑOR, donde se encuentra el tabernáculo del SEÑOR, y compartan nuestra tierra. Pero no se rebelen contra el SEÑOR ni contra nosotros al construir un altar diferente del altar único y verdadero del SEÑOR nuestro Dios.
20 ¿Acaso no cayó el enojo divino sobre toda la comunidad de Israel cuando Acán, un miembro del clan de Zera, pecó al robar las cosas que estaban apartadas para el SEÑOR? Él no fue el único que murió a causa de su pecado.
21 Entonces la gente de Rubén, de Gad y de la media tribu de Manasés les respondieron a esos líderes, cabezas de los clanes de Israel:
22 —¡El SEÑOR, el Poderoso, es Dios! ¡El SEÑOR, el Poderoso, es Dios! Él conoce la verdad, ¡y que Israel también la sepa! Nosotros no construimos el altar por traición o en rebeldía contra el SEÑOR. Si fuera así, no nos perdonen la vida ni un día más.
23 Si en verdad construimos un altar para nosotros, para apartarnos del SEÑOR o para presentar ofrendas quemadas, ofrendas de grano u ofrendas de paz, que el SEÑOR mismo nos castigue.
24 La verdad es que construimos este altar porque tenemos miedo de que, en el futuro, sus descendientes les digan a los nuestros: «¿Qué derecho tienen ustedes de adorar al SEÑOR, Dios de Israel?
25 El SEÑOR ha puesto el río Jordán como una barrera entre nuestra gente y ustedes, gente de Rubén y de Gad. Ustedes no tienen derecho de afirmar que pertenecen al SEÑOR». Así, los descendientes de ustedes podrían impedirles a los nuestros que adoraran al SEÑOR.
26 Por eso decidimos construir el altar, no para presentar ofrendas quemadas o sacrificios,
27 sino como un monumento conmemorativo. Les recordará a nuestros descendientes y a los de ustedes que nosotros también tenemos el derecho de adorar al SEÑOR en su santuario con nuestros sacrificios, nuestras ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Entonces sus descendientes no podrán decirles a los nuestros: «Ustedes no tienen derecho de afirmar que pertenecen al SEÑOR».
28 Si ellos dicen eso, nuestros descendientes podrán responder: «Miren esta réplica del altar del SEÑOR que construyeron nuestros antepasados. No es para sacrificios ni ofrendas quemadas, es para recordarnos la relación que ambos tenemos con el SEÑOR».
29 Lejos esté de nosotros rebelarnos contra el SEÑOR o apartarnos de él al construir nuestro propio altar para presentar sacrificios, ofrendas quemadas y ofrendas de grano. Únicamente el altar del SEÑOR nuestro Dios —que está delante del tabernáculo— puede usarse para ese propósito.
30 Cuando el sacerdote Finees y los líderes de la comunidad —cabezas de los clanes de Israel— oyeron eso de boca de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la media tribu de Manasés, quedaron conformes.
31 Finees, hijo del sacerdote Eleazar, les respondió: —Hoy sabemos que el SEÑOR está entre nosotros, porque ustedes no han cometido esa traición contra el SEÑOR como nosotros habíamos pensado. En cambio, han rescatado a Israel de ser destruido por mano del SEÑOR.
32 Después Finees, hijo del sacerdote Eleazar, y los otros líderes dejaron a la tribu de Rubén y a la tribu de Gad en Galaad y regresaron a la tierra de Canaán para contarles a los israelitas lo que había sucedido.
33 Entonces todos los israelitas quedaron conformes y alabaron a Dios y no hablaron más de hacer guerra contra Rubén y Gad.
34 La gente de Rubén y de Gad le puso al altar el nombre de Testigo, porque dijeron: Es un testigo entre nosotros y ellos de que el SEÑOR es también nuestro Dios.

JOSUÉ CAPÍTULO 23

PALABRAS FINALES DE JOSUÉ A ISRAEL

 1 Pasaron los años, y el SEÑOR le había dado al pueblo de Israel descanso de todos sus enemigos. Josué, quien ya era muy viejo,
 2 reunió a todos los ancianos, a los líderes, a los jueces y a los oficiales de Israel. Les dijo: Ya estoy muy viejo.
 3 Ustedes han visto todo lo que el SEÑOR su Dios hizo por ustedes a lo largo de mi vida. El SEÑOR su Dios peleó por ustedes en contra de sus enemigos.
 4 Yo les he repartido, para que sea su hogar, toda la tierra de las naciones que aún no están conquistadas y también la de aquéllas que ya hemos conquistado, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo, donde se pone el sol.
 5 Esta tierra será de ustedes, porque el SEÑOR su Dios, él mismo expulsará a toda la gente que ahora vive allí. Ustedes tomarán posesión de esta tierra, tal como el SEÑOR su Dios lo prometió.
 6 Por lo tanto, asegúrense de seguir todo lo que Moisés escribió en el libro de instrucción. No se desvíen de esas palabras ni a la derecha ni a la izquierda.
 7 Asegúrense de no tener nada que ver con los otros pueblos que aún quedan en esta tierra. Ni siquiera mencionen los nombres de sus dioses y mucho menos juren por ellos, ni los sirvan, ni los adoren.
 8 Por el contrario, aférrense bien al SEÑOR su Dios como lo han hecho hasta ahora.
 9 Pues el SEÑOR ha expulsado a naciones grandes y poderosas a favor de ustedes, y hasta ahora nadie ha podido derrotarlos.
10 Cada uno de ustedes hará huir a mil hombres del enemigo, porque el SEÑOR su Dios pelea por ustedes tal como lo prometió.
11 Así que asegúrense de amar al SEÑOR su Dios.
12 Pero si se apartan de él y se aferran a las costumbres de los sobrevivientes de esas naciones que aún quedan entre ustedes y se unen en matrimonio con ellos,
13 entonces tengan por seguro que el SEÑOR su Dios ya no expulsará a esos pueblos de su tierra. En cambio, ellos serán como una red y una trampa para ustedes, como un látigo en la espalda y como zarzas con espinas en los ojos, y ustedes desaparecerán de la buena tierra que el SEÑOR su Dios les ha dado.
14 Dentro de poco moriré, seguiré el camino de todo ser viviente en este mundo. En lo profundo del corazón, ustedes saben que cada promesa del SEÑOR su Dios se ha cumplido. ¡Ni una sola ha fallado!
15 Pero así como el SEÑOR su Dios les ha dado las buenas cosas que prometió, también traerá calamidad sobre ustedes si lo desobedecen. Los destruirá hasta eliminarlos por completo de esta buena tierra que les ha dado.
16 Si rompen el pacto del SEÑOR su Dios al adorar y al servir a otros dioses, su enojo arderá contra ustedes y pronto desaparecerán de la buena tierra que él les ha dado.

JOSUÉ CAPÍTULO 24

RENUEVAN EL PACTO DEL SEÑOR

 1 Entonces Josué convocó a todas las tribus de Israel en Siquem, junto con los ancianos, los líderes, los jueces y los oficiales. Así que todos se reunieron y se presentaron ante Dios.
 2 Josué le dijo al pueblo: —Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel: Hace mucho, tus antepasados, entre ellos Taré, el padre de Abraham y Nacor, vivían del otro lado del río Éufrates y rindieron culto a otros dioses.
 3 Pero yo tomé a tu antepasado Abraham de la tierra que está al otro lado del Éufrates y lo guié a la tierra de Canaán. Le di muchos descendientes por medio de su hijo Isaac.
 4 A Isaac, le di a Jacob y a Esaú. A Esaú le di las montañas de Seir, mientras que Jacob y sus hijos descendieron a Egipto.
 5 Luego envié a Moisés y a Aarón, y mandé plagas espantosas sobre Egipto; y después te saqué de allí como un pueblo libre.
 6 Pero cuando tus antepasados llegaron al mar Rojo, los egipcios te persiguieron con sus carros de guerra y sus jinetes.
 7 Cuando tus antepasados clamaron al SEÑOR, puse oscuridad entre ti y los egipcios. Hice que el mar cayera sobre los egipcios y los ahogara. Con tus propios ojos viste lo que hice. Luego viviste muchos años en el desierto.
 8 Finalmente, te llevé a la tierra de los amorreos, al oriente del Jordán. Ellos pelearon contra ti, pero yo los destruí delante de tus ojos. Te di la victoria sobre ellos, y tomaste posesión de su tierra.
 9 Después Balac, hijo de Zipor, rey de Moab, empezó una guerra contra Israel. Llamó a Balaam, hijo de Beor, para que te maldijera,
10 pero yo no lo quise escuchar. En cambio, hice que Balaam te bendijera y entonces te rescaté de Balac.
11 Cuando cruzaste el río Jordán y llegaste a Jericó, los hombres de Jericó pelearon contra ti, como lo hicieron los amorreos, los ferezeos, los cananeos, los hititas, los gergeseos, los heveos y los jebuseos. Pero yo te di la victoria sobre ellos.
12 Y envié terror antes de que llegaras, para expulsar a los dos reyes amorreos. No fueron tus espadas ni tus arcos los que te dieron la victoria.
13 Yo te di tierra que no habías trabajado y ciudades que no construiste, en las cuales vives ahora. Te di viñedos y huertos de olivos como alimento, aunque tú no los plantaste.
14 Por lo tanto, teme al SEÑOR y sírvelo con todo el corazón. Echa fuera para siempre los ídolos que tus antepasados adoraron cuando vivían del otro lado del río Éufrates y en Egipto. Sirve sólo al SEÑOR.
15 Pero si te niegas a servir al SEÑOR, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al SEÑOR.
16 El pueblo respondió: —Nosotros jamás abandonaríamos al SEÑOR ni serviríamos a otros dioses.
17 Pues el SEÑOR nuestro Dios es el que nos rescató a nosotros y a nuestros antepasados de la esclavitud en la tierra de Egipto. Él hizo milagros poderosos ante nuestros propios ojos. Cuando andábamos por el desierto, rodeados de enemigos, él nos protegió.
18 Fue el SEÑOR quien expulsó a los amorreos y a las otras naciones que vivían aquí, en esta tierra. Por lo tanto, nosotros también serviremos al SEÑOR, porque sólo él es nuestro Dios.
19 Entonces Josué advirtió a los israelitas: —Ustedes no son capaces de servir al SEÑOR, porque él es Dios santo y celoso. No les perdonará su rebelión ni sus pecados.
20 Si abandonan al SEÑOR y sirven a otros dioses, él se pondrá en contra de ustedes y los destruirá, aunque les haya hecho tanto bien en el pasado.
21 Pero los israelitas respondieron a Josué: —¡Eso no! Nosotros serviremos al SEÑOR.
22 —Ustedes son testigos de su propia decisión —les dijo Josué—. Hoy han elegido servir al SEÑOR.— Claro que sí —respondieron—, somos testigos de lo que dijimos.
23 —Muy bien —dijo Josué—, entonces destruyan los ídolos que tienen entre ustedes y entréguenle el corazón al SEÑOR, Dios de Israel.
24 Entonces los israelitas le dijeron a Josué: —Serviremos al SEÑOR nuestro Dios. Lo obedeceremos sólo a él.
25 Entonces, ese día en Siquem, Josué hizo un pacto con ellos, el cual los comprometía a seguir los decretos y las ordenanzas del SEÑOR.
26 Josué escribió todas esas cosas en el libro de instrucción de Dios. Como recordatorio del acuerdo, tomó una piedra enorme y la llevó rodando hasta debajo del árbol de terebinto que estaba junto al tabernáculo del SEÑOR.
27 Josué le dijo a todo el pueblo: —Esta piedra escuchó todo lo que el SEÑOR nos dijo. Será un testigo en contra de ustedes si no cumplen lo que le prometieron a Dios.
28 Después Josué mandó que todo israelita regresara a su tierra, cada uno a su hogar.

LÍDERES ENTERRADOS EN LA TIERRA PROMETIDA

29 Después de eso, Josué, hijo de Nun y siervo del SEÑOR, murió a los ciento diez años de edad.
30 Lo enterraron en Timnat-sera, tierra que se le había asignado en la zona montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas.
31 El pueblo de Israel sirvió al SEÑOR durante toda la vida de Josué y de los ancianos que murieron después de él, los cuales habían vivido en persona todo lo que el SEÑOR había hecho por Israel.
32 Los huesos de José —los cuales los israelitas llevaron consigo cuando salieron de Egipto— fueron enterrados en Siquem, en la porción de tierra que Jacob le había comprado a los hijos de Hamor por cien piezas de plata. Esa tierra estaba situada en el territorio asignado a los descendientes de José.
33 Murió también Eleazar, hijo de Aarón. Fue enterrado en la zona montañosa de Efraín, en la ciudad de Guibeá, la cual se le había entregado a su hijo Finees.


REFLEXIÓN

DIOS NUESTRO DADOR EN TODO LOS ASPECTOS

Y envié terror antes de que llegaras, para expulsar a los dos reyes amorreos. No fueron tus espadas ni tus arcos los que te dieron la victoria. Yo te di tierra que no habías trabajado y ciudades que no construiste, en las cuales vives ahora. Te di viñedos y huertos de olivos como alimento, aunque tú no los plantaste. (Josué 24:12-13)

Mientras no estemos claros de dónde vienen nuestras fuerzas, inteligencia, sabiduría, empuje, deseos de hacer algo, nunca entenderemos quien es y que hace Dios. Jamás sabremos que es y hasta dónde llega Dios en nuestra vida, mientras creamos que hay cosas que hemos alcanzado por nuestro propio esfuerzo. Aunque seas muy capaz, tengas el mejor conocimiento adquirido en este mundo, tengas una inteligencia con capacidad para poner en practica eficientemente ese conocimiento y una habilidad tal que pueda ser capaz de poner en práctica ese conocimiento, y luego te sientes y digas mira todo lo que he podido lograr en mi vida, entonces no sabes quien es Dios ni tienes idea de como Él actúa.  Si Dios no te da la oportunidad, aunque tengas la capacidad que tengas, nada podrás lograr.

ORACIÓN

Mi Dios ayúdame a reconocerte en todos mis caminos, para que mi senda en este mundo valla siempre bien. Amén.




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