miércoles, 3 de abril de 2019

LECTURA 3 DE ABRIL

SEMANA 14 DÍA 4 (JUECES 10-12)

JUECES CAPÍTULO 10


TOLA, JUEZ DE ISRAEL


 1 Después de la muerte de Abimelec, la siguiente persona que rescató a Israel fue Tola, hijo de Puá, hijo de Dodo. Era de la tribu de Isacar pero vivía en la ciudad de Samir, en la zona montañosa de Efraín.
 2 Fue juez de Israel durante veintitrés años. Cuando murió, lo enterraron en Samir.

JAIR, JUEZ DE ISRAEL

 3 Después de la muerte de Tola, Jair, de Galaad, fue juez de Israel durante veintidós años.
 4 Sus treinta hijos cabalgaban sobre treinta burros y eran dueños de treinta ciudades en la tierra de Galaad, que aún se llaman las Ciudades de Jair.
 5 Cuando murió Jair, lo enterraron en Camón.

LOS AMONITAS OPRIMEN A ISRAEL

 6 Una vez más, los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR. Sirvieron a las imágenes de Baal y de Astarot, y a los dioses de Aram, de Sidón, de Moab, de Amón y de Filistea. Abandonaron al SEÑOR y dejaron de servirle por completo.
 7 Entonces el SEÑOR ardió de enojo contra los israelitas y los entregó en manos de los filisteos y los amonitas,
 8 quienes comenzaron a oprimirlos ese mismo año. Durante dieciocho años oprimieron a los israelitas que vivían al oriente del río Jordán, en la tierra de los amorreos (es decir, Galaad).
 9 Los amonitas también cruzaron al lado occidente del Jordán y atacaron a Judá, a Benjamín y a Efraín. Los israelitas estaban muy angustiados.
10 Finalmente clamaron al SEÑOR por ayuda y dijeron: —Hemos pecado contra ti, porque te hemos abandonado como nuestro Dios para servir a las imágenes de Baal.
11 El SEÑOR respondió: —¿Acaso no los rescaté yo de los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos,
12 los sidonios, los amalecitas y los maonitas? Cuando ellos los oprimían, ustedes clamaban a mí por ayuda, y yo los rescataba.
13 Sin embargo, ustedes me abandonaron y sirvieron a otros dioses. Así que ya no los rescataré más.
14 ¡Vayan a clamar a los dioses que han escogido! ¡Que los rescaten ellos de este momento de angustia!
15 Pero los israelitas rogaron al SEÑOR diciendo: —Hemos pecado. Castíganos como bien te parezca, pero rescátanos hoy de nuestros enemigos.
16 Entonces los israelitas dejaron los dioses ajenos para servir al SEÑOR, y él se entristeció a causa del sufrimiento que experimentaban.
17 En esa ocasión, los ejércitos de Amón se habían juntado para la guerra y acampaban en Galaad, y el pueblo de Israel se congregó y acampó en Mizpa.
18 Los líderes de Galaad se dijeron unos a otros: El primero que ataque a los amonitas será proclamado gobernante de todo el pueblo de Galaad.

JUECES CAPÍTULO 11

JEFTÉ, JUEZ DE ISRAEL


 1 Jefté era un gran guerrero de la región de Galaad. Era hijo de Galaad, pero su madre era una prostituta.
 2 La esposa de Galaad tuvo varios hijos, y cuando esos medio hermanos de Jefté crecieron, lo echaron del territorio. Tú no recibirás ninguna parte de la herencia de nuestro padre —le dijeron—, porque eres hijo de una prostituta.
 3 Así que Jefté huyó de sus hermanos y vivió en la tierra de Tob. En poco tiempo, tuvo una banda de rebeldes despreciables que lo seguían.
 4 Por ese entonces, los amonitas comenzaron a hacer guerra contra Israel.
 5 Así que cuando los amonitas atacaron, los ancianos de Galaad mandaron a buscar a Jefté a la tierra de Tob y le dijeron:
 6 —¡Ven y sé nuestro comandante! ¡Ayúdanos a pelear contra los amonitas!
 7 Pero Jefté les respondió: —¿Acaso no son ustedes los mismos que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a buscarme ahora que están en apuros?
 8 —Porque te necesitamos —contestaron los ancianos—. Si marchas al frente de nosotros a la batalla contra los amonitas, te proclamaremos gobernante de todo el pueblo de Galaad.
 9 Jefté les dijo a los ancianos: —A ver si entiendo bien: si voy con ustedes y el SEÑOR me da la victoria sobre los amonitas, ¿de veras me harán gobernante de todo el pueblo?
10 —El SEÑOR es nuestro testigo —contestaron los ancianos—. Prometemos hacer todo lo que tú digas.
11 Entonces Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo proclamó gobernante y comandante del ejército. En Mizpa, en presencia del SEÑOR, Jefté repitió lo que les había dicho a los ancianos.
12 Luego Jefté envió mensajeros al rey de Amón, para preguntarle: —¿Por qué has salido a pelear contra mi tierra?
13 El rey de Amón contestó a los mensajeros de Jefté: —Cuando los israelitas salieron de Egipto, me robaron la tierra desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde allí hasta el Jordán. Así que ahora, devuélvanme mi tierra pacíficamente.
14 En respuesta, Jefté le envió al rey amonita el siguiente mensaje:
15 Esto es lo que dice Jefté: Israel no robó ninguna tierra ni a Moab ni a Amón.
16 Cuando los israelitas llegaron a Cades, en su viaje desde Egipto, después de cruzar el mar Rojo,
17 enviaron mensajeros al rey de Edom para pedirle que les permitiera pasar por su tierra. Pero su petición fue denegada. Entonces le pidieron lo mismo al rey de Moab, pero él tampoco los dejó pasar por su tierra. Por eso el pueblo de Israel se quedó en Cades.
18 Finalmente, se fueron rodeando por el desierto los territorios de Edom y Moab. Viajaron a lo largo de la frontera oriental de Moab y acamparon al otro lado del río Arnón. Pero ni una sola vez cruzaron el río Arnón para entrar en Moab, porque el Arnón era la frontera de Moab.
19 Después Israel envió mensajeros al rey Sehón, de los amorreos, quien reinaba desde Hesbón, a fin de pedirle permiso para atravesar su territorio y llegar a su destino.
20 Pero el rey Sehón no confiaba lo suficiente en Israel para dejarlo pasar por su tierra. En cambio, movilizó a su ejército en Jahaza y atacó a los israelitas.
21 Pero el SEÑOR, Dios de Israel, le dio a su pueblo la victoria sobre el rey Sehón. Entonces Israel se apoderó de la tierra de los amorreos, quienes vivían en aquella región,
22 desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde el desierto oriental hasta el Jordán.
23 Así que, como ves, fue el SEÑOR, Dios de Israel, quien les quitó la tierra a los amorreos y se la dio a Israel. Entonces, ¿por qué tendríamos que devolvértela a ti?
24 Tú quédate con todo lo que te dé tu dios Quemos, y nosotros nos quedaremos con todo lo que nos dé el SEÑOR nuestro Dios.
25 ¿Acaso eres tú mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Intentó él presentar argumentos contra Israel por territorios en conflicto? ¿Entró en guerra con los israelitas?
26 Hace trescientos años que Israel vive aquí, tanto en Hesbón como en los asentamientos de alrededor, hasta Aroer y sus asentamientos, y en todas las ciudades a lo largo del río Arnón. ¿Por qué no has hecho ningún esfuerzo hasta ahora para recuperar la tierra?
27 Por lo tanto, yo no pequé contra ti. Más bien, tú me hiciste daño al atacarme. Que el SEÑOR, quien es juez, decida hoy quién de nosotros tiene la razón: si Amón o Israel.
28 Pero el rey de Amón no hizo caso al mensaje de Jefté.

EL VOTO DE JEFTÉ

29 En esa ocasión, el Espíritu del SEÑOR vino sobre Jefté, y él recorrió toda la tierra de Galaad y de Manasés, incluida Mizpa en Galaad y, desde allí, lideró al ejército contra los amonitas.
30 Y Jefté hizo un voto al SEÑOR: Si me das la victoria sobre los amonitas,
31 yo entregaré al SEÑOR al primero que salga de mi casa para recibirme cuando regrese triunfante. Lo sacrificaré como ofrenda quemada.
32 Así que Jefté dirigió al ejército contra los amonitas, y el SEÑOR le dio la victoria.
33 Aplastó a los amonitas, devastó unas veinte ciudades desde Aroer hasta una zona cerca de Minit, y desde allí hasta Abel-keramim. De esa forma, Israel derrotó a los amonitas.
34 Cuando Jefté volvió a su casa en Mizpa, su hija salió a recibirlo tocando una pandereta y danzando de alegría. Ella era su hija única, ya que él no tenía más hijos ni hijas.
35 Cuando la vio, se rasgó la ropa en señal de angustia. —¡Hija mía! —clamó —. ¡Me has destruido por completo! ¡Me has traído una gran calamidad! Pues hice un voto al SEÑOR y no puedo dejar de cumplirlo.
36 Y ella le dijo: —Padre, si hiciste un voto al SEÑOR, debes hacer conmigo lo que prometiste, porque el SEÑOR te ha dado una gran victoria sobre tus enemigos, los amonitas.
37 Pero antes, permíteme hacer una sola cosa: déjame subir a deambular por las colinas y a llorar con mis amigas durante dos meses, porque moriré virgen.
38 —Puedes ir —le dijo Jefté. Y la dejó salir por el término de dos meses. Ella y sus amigas subieron a las colinas y lloraron porque ella nunca tendría hijos.
39 Cuando volvió a su casa, su padre cumplió el voto que había hecho, y ella murió virgen. Así que se hizo costumbre en Israel
40 que las jóvenes israelitas se ausentaran cuatro días cada año para lamentar la desgracia de la hija de Jefté.

JUECES CAPÍTULO 12

EFRAÍN LUCHA CON JEFTÉ


 1 Luego los hombres de Efraín movilizaron a un ejército y cruzaron el río Jordán hasta Zafón. Entonces enviaron el siguiente mensaje a Jefté: —¿Por qué no nos llamaste para que te ayudáramos a luchar contra los amonitas? ¡Quemaremos tu casa contigo adentro!
 2 Jefté respondió: —¡Yo los convoqué cuando comenzó el conflicto, pero ustedes se negaron a venir! No quisieron ayudarnos a luchar contra Amón.
 3 De modo que, al ver que no vendrían, arriesgué mi vida y salí a combatir sin ustedes, y el SEÑOR me dio la victoria sobre los amonitas. Así que, ¿por qué vienen ahora a pelear conmigo?
 4 La gente de Efraín contestó: —Ustedes, los de Galaad, no son más que fugitivos de Efraín y de Manasés. Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, atacó a los hombres de Efraín y los derrotó.
 5 Jefté tomó control de los vados del río Jordán y, cada vez que un fugitivo de Efraín trataba de cruzar para volver a su tierra, los hombres de Galaad lo desafiaban preguntándole: ¿Eres miembro de la tribu de Efraín? Si decía el hombre: No, no lo soy,
 6 ellos le pedían que pronunciara la palabra shibolet. Si era de Efraín, diría sibolet, porque a la gente de Efraín le cuesta pronunciar bien esa palabra. Entonces se lo llevaban y lo mataban en los vados del Jordán. En total mataron a cuarenta y dos mil de la tribu de Efraín en esos días.
 7 Jefté fue juez de Israel durante seis años. Cuando murió, lo enterraron en una de las ciudades de Galaad.

IBZÁN, JUEZ DE ISRAEL

 8 Después de la muerte de Jefté, Ibzán, de Belén, fue juez de Israel.
 9 Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Envió a sus hijas a casarse con hombres que no pertenecían a su clan, y trajo treinta mujeres jóvenes que tampoco eran de su clan para que se casaran con sus hijos. Ibzán fue juez de Israel durante siete años.
10 Cuando murió, lo enterraron en Belén.

ELÓN, JUEZ DE ISRAEL

11 Después de la muerte de Ibzán, Elón, de la tribu de Zabulón, fue juez de Israel durante diez años.
12 Cuando murió, lo enterraron en Ajalón, en la tierra de Zabulón.

ABDÓN, JUEZ DE ISRAEL

13 Después de la muerte de Elón, fue juez de Israel Abdón, hijo de Hilel, de Piratón.
14 Tuvo cuarenta hijos varones y treinta nietos varones, quienes cabalgaban sobre setenta burros. Fue juez en Israel por ocho años.
15 Cuando murió, lo enterraron en Piratón, en Efraín, en la zona montañosa de los amalecitas.


REFLEXIÓN

DIOS NO VELARÁ POR NOSOTROS

Sin embargo, ustedes me abandonaron y sirvieron a otros dioses. Así que ya no los rescataré más. ¡Vayan a clamar a los dioses que han escogido! ¡Que los rescaten ellos de este momento de angustia! (Jueces 10:13-14)

A Dios no lo podemos engañar, cuando nuestro arrepentimiento no es de corazón o es completo. Siempre creemos que pedimos perdón y ya Dios se olvida de todo, pero si no es genuino y no estamos arrepentido del todo no podemos esperar una restitución de su parte. Si nos apartamos de Dios, lo sustituimos por otras prácticas o creencias que no vienen de Él, luego esperamos que nos siga bendiciendo a pesar de que lo que estamos haciendo no le agrada. Entonces escucharemos sus nefastas palabras, no los ayudaré más, por ser esto idolatría, sustituir a Dios, su palabra y su verdad por otra cosa que no procede de Él. También nos dejará a la deriva, para que veamos si nuestras oraciones, ayunos y declaraciones en nombre de esas creencias extrañas, nos salvarán de las consecuencias de nuestra idolatría. 

ORACIÓN

Mi Dios no permitas nunca que me aparte de tus verdaderos caminos ni de tu verdad, mantenme siempre alerta de las falsas doctrinas y creencias. Amén.




martes, 2 de abril de 2019

LECTURA 2 DE ABRIL

SEMANA 14 DÍA 3 (JUECES 8-9)

JUECES CAPÍTULO 8


GEDEÓN MATA A ZEBA Y A ZALMUNA


 1 Entonces la gente de Efraín le preguntó a Gedeón: —¿Por qué nos has tratado así? ¿Por qué no nos llamaste desde el principio cuando saliste a pelear con los madianitas? Y tuvieron una fuerte discusión con Gedeón.
 2 Pero Gedeón les contestó: —¿Qué he logrado yo comparado con lo que han hecho ustedes? ¿Acaso los racimos olvidados de la cosecha de Efraín no son mucho mejores que todos los cultivos de mi pequeño clan de Abiezer?
 3 Dios les dio a ustedes la victoria sobre Oreb y Zeeb, los comandantes del ejército madianita. ¿Qué he logrado yo en comparación con eso? Cuando los hombres de Efraín oyeron la respuesta de Gedeón, se calmó su enojo.
 4 Luego Gedeón cruzó el río Jordán con sus trescientos hombres y, aunque estaban agotados, continuaron persiguiendo al enemigo.
 5 Cuando llegaron a Sucot, Gedeón les pidió a los líderes de la ciudad: —Por favor, denles algo de comer a mis guerreros. Están muy cansados. Estoy persiguiendo a Zeba y a Zalmuna, los reyes de Madián.
 6 Pero los líderes de Sucot le respondieron: —Primero captura a Zeba y a Zalmuna, y después alimentaremos a tu ejército.
 7 Entonces Gedeón les dijo: —Cuando el SEÑOR me dé la victoria sobre Zeba y Zalmuna, volveré y les desgarraré la carne con espinos y zarzas del desierto.
 8 Desde allí Gedeón subió a Peniel y una vez más pidió alimentos, pero obtuvo la misma respuesta.
 9 Así que le dijo a la gente de Peniel: Cuando vuelva victorioso, derribaré esta torre.
10 Para entonces, Zeba y Zalmuna se encontraban en Carcor con quince mil guerreros, que era todo lo que quedaba de los ejércitos aliados del oriente, porque ya habían matado a ciento veinte mil.
11 Entonces Gedeón rodeó por la ruta de las caravanas que está al oriente de Noba y Jogbeha, y tomó al ejército madianita por sorpresa.
12 Así que Zeba y Zalmuna, los dos reyes madianitas, huyeron, pero Gedeón los persiguió y capturó a todos sus guerreros.
13 Después, Gedeón regresó de la batalla por el paso de Heres.
14 Allí capturó a un joven de Sucot y le exigió que pusiera por escrito los nombres de los setenta y siete líderes y ancianos de la ciudad.
15 Luego regresó a Sucot y les dijo a los líderes: Aquí están Zeba y Zalmuna. Cuando pasamos por aquí antes, ustedes se burlaron de mí diciendo: «Primero captura a Zeba y a Zalmuna, y después alimentaremos a tu agotado ejército».
16 Entonces Gedeón tomó a los ancianos de la ciudad y los castigó con espinas y zarzas del desierto para darles una lección.
17 También derribó la torre de Peniel y mató a todos los hombres de la ciudad.
18 Después les preguntó a Zeba y a Zalmuna: —Los hombres que ustedes mataron en Tabor, ¿cómo eran? —Se parecían a ti —le contestaron—, todos tenían el aspecto de un hijo de rey.
19 —¡Eran mis hermanos, los hijos de mi propia madre! —exclamó Gedeón —. Tan cierto como que el SEÑOR vive, les aseguro que no los mataría si ustedes no los hubieran matado a ellos.
20 Volviéndose a Jeter, su hijo mayor, le dijo: —¡Mátalos! Pero Jeter no sacó la espada, porque era apenas un muchacho y tenía miedo.
21 Entonces Zeba y Zalmuna le dijeron a Gedeón: —¡Sé hombre! ¡Mátanos tú mismo! Entonces Gedeón los mató a los dos y tomó los adornos reales que sus camellos llevaban en el cuello.

EL EFOD SAGRADO DE GEDEÓN

22 Entonces los israelitas dijeron a Gedeón: —¡Gobiérnanos! Tú y tu hijo y tu nieto serán nuestros gobernantes, porque nos has rescatado de Madián.
23 Pero Gedeón respondió: —Yo no los gobernaré ni tampoco mi hijo. ¡El SEÑOR los gobernará!
24 Sin embargo, tengo una petición que hacerles: que cada uno de ustedes me dé un arete del botín que recogieron de sus enemigos caídos.(Como los enemigos eran ismaelitas, todos usaban aretes de oro).
25 —¡Con todo gusto! —le contestaron. Así que extendieron una capa, y cada uno de ellos echó un arete de oro que había recogido del botín.
26 Todos los aretes de oro pesaron unos diecinueve kilos, sin contar los ornamentos reales ni los pendientes ni la ropa de púrpura usada por los reyes de Madián, ni las cadenas que sus camellos llevaban en el cuello.
27 Entonces Gedeón hizo un efod sagrado con el oro y lo puso en Ofra, su pueblo natal. Pero pronto todos los israelitas se prostituyeron al rendir culto a ese efod, el cual se convirtió en una trampa para Gedeón y su familia.
28 Esa es la historia de cómo el pueblo de Israel derrotó a Madián, y este nunca se recuperó. Y hubo paz en la tierra durante el resto de la vida de Gedeón, unos cuarenta años más.
29 Luego Gedeón, hijo de Joás, volvió a su casa.
30 Le nacieron setenta hijos varones, porque tuvo muchas esposas.
31 Además tuvo una concubina en Siquem que le dio un hijo, a quien él llamó Abimelec.
32 Gedeón murió muy anciano, y fue enterrado en la tumba de su padre Joás, en ofra, en la tierra del clan de Abiezer.
33 En cuanto murió Gedeón, los israelitas se prostituyeron al rendir culto a las imágenes de Baal y al hacer a Baal-berit su dios.
34 Se olvidaron del SEÑOR su Dios, quien los había rescatado de todos los enemigos que los rodeaban.
35 Tampoco mostraron lealtad alguna con la familia de Jerobaal (es decir, Gedeón), a pesar de todo el bien que él había hecho por Israel.

JUECES CAPÍTULO 9

ABIMELEC GOBIERNA EN SIQUEM


 1 Un día Abimelec, hijo de Gedeón, fue a Siquem para visitar a sus tíos, los hermanos de su madre. Les dijo a ellos y al resto de su familia materna:
 2 Pregúntenles a los ciudadanos prominentes de Siquem si prefieren ser gobernados por los setenta hijos de Gedeón o por un solo hombre. ¡Y recuerden que soy de la misma sangre que ustedes!
 3 Entonces los tíos de Abimelec transmitieron ese mensaje a los ciudadanos de Siquem. Y después de escuchar la propuesta, el pueblo de Siquem decidió por Abimelec, porque era pariente de ellos.
 4 Le dieron setenta monedas de plata del templo de Baal-berit, las cuales él usó para contratar a unos hombres alborotadores e imprudentes que aceptaron seguirlo.
 5 Fue a la casa de su padre en Ofra y allí, sobre una misma piedra, mató a sus setenta medio hermanos, los hijos de Gedeón. Pero Jotam, el hermano más pequeño, escapó y se escondió.
 6 Entonces todos los ciudadanos prominentes de Siquem y de Bet-milo convocaron una reunión bajo el roble que está junto a la columna de Siquem y proclamaron rey a Abimelec.

PARÁBOLA DE JOTAM

 7 Cuando Jotam se enteró, subió a la cima del monte Gerizim y gritó: ¡Escúchenme, ciudadanos de Siquem! ¡Escúchenme a mí si quieren que Dios los escuche a ustedes!
 8 Cierta vez los árboles decidieron elegir un rey. Primero le dijeron al olivo: «¡Reina sobre nosotros!».
 9 Pero el olivo se negó diciendo: «¿Dejaría yo de producir el aceite de oliva que bendice a Dios y a la gente, sólo para mecerme por encima de los árboles?».
10 Entonces le dijeron a la higuera: «¡Reina sobre nosotros!».
11 Pero la higuera también se negó diciendo: «¿Dejaría yo de producir mi dulce fruto, sólo para mecerme por encima de los árboles?».
12 Entonces le dijeron a la vid: «¡Reina sobre nosotros!».
13 Pero la vid también se negó diciendo: «¿Dejaría yo de producir el vino que alegra a Dios y a la gente, sólo para mecerme por encima de los árboles?».
14 Finalmente todos los árboles le dijeron al espino: «¡Reina sobre nosotros!».
15 Y el espino les respondió a los árboles: «Si realmente quieren que yo sea su rey, vengan a refugiarse bajo mi sombra. Si no, que salga fuego de mí y consuma los cedros del Líbano».
16 Jotam continuó: Ahora asegúrense de haber actuado honorablemente y de buena fe al elegir como rey a Abimelec, y de haberse portado bien con Gedeón y todos sus descendientes. ¿Lo trataron con la honra que se merece por todo lo que realizó?
17 Pues él luchó por ustedes y arriesgó su vida cuando los rescató de los madianitas.
18 Pero hoy ustedes se rebelaron contra mi padre y sus descendientes al matar a sus setenta hijos sobre una misma piedra. Y escogieron a Abimelec, hijo de su esclava, para que sea rey de ustedes, sólo porque es su pariente.
19 Si hoy han actuado honorablemente y de buena fe hacia Gedeón y sus descendientes, entonces que tengan alegría con Abimelec y que él tenga alegría con ustedes.
20 Pero si no han actuado de buena fe, ¡que salga fuego de Abimelec y consuma a los ciudadanos prominentes de Siquem y de Bet-milo, y que salga fuego de los ciudadanos de Siquem y de Bet-milo y consuma a Abimelec!
21 Entonces Jotam huyó y se fue a vivir a Beer, porque le tenía miedo a su hermano Abimelec.

SIQUEM SE REBELA CONTRA ABIMELEC

22 Tres años después de que Abimelec comenzó a gobernar a Israel,
23 Dios envió un espíritu que generó conflictos entre Abimelec y los ciudadanos prominentes de Siquem, quienes finalmente se rebelaron.
24 Dios estaba castigando a Abimelec por haber asesinado a los setenta hijos de Gedeón, y a los ciudadanos de Siquem por apoyarlo en esa traición de asesinar a sus hermanos.
25 Los ciudadanos de Siquem le tendieron una emboscada a Abimelec en las cumbres de las colinas y robaban a todo el que pasara por allí. Pero alguien alertó a Abimelec acerca de la conspiración.
26 Un día Gaal, hijo de Ebed, se mudó a Siquem con sus hermanos y se ganó la confianza de los ciudadanos prominentes de Siquem.
27 Durante el festival anual de la cosecha en Siquem, celebrado en el templo del dios local, hubo vino en abundancia, y todos comenzaron a maldecir a Abimelec.
28 ¿Quién es ese Abimelec? —gritó Gaal—. No es un hijo legítimo de Siquem. Entonces, ¿por qué debemos ser sus siervos? Él no es más que un hijo de Gedeón, y ese Zebul sólo es su ayudante. Sirvan a los verdaderos hijos de Hamor, el fundador de Siquem. ¿Por qué tenemos que servir a Abimelec?
29 Si yo fuera el encargado aquí, me desharía de Abimelec. Le diría: «¡Búscate unos soldados y sal a pelear!».
30 Pero cuando Zebul, el jefe de la ciudad, oyó lo que Gaal decía, se puso furioso.
31 Le envió mensajeros a Abimelec, quien estaba en Aruma, para decirle: Gaal, hijo de Ebed, y sus hermanos se han mudado a Siquem, y ahora están incitando a la ciudad a rebelarse contra ti.
32 Ven con un ejército esta noche y escóndete en los campos.
33 Por la mañana, a la salida del sol, ataca la ciudad. Cuando Gaal y los que lo acompañan salgan contra ti, podrás hacer con ellos lo que quieras.
34 Entonces Abimelec y todos sus hombres fueron de noche, se dividieron en cuatro grupos y se posicionaron alrededor de Siquem.
35 Gaal estaba parado junto a las puertas de la ciudad cuando Abimelec y su ejército salieron de su escondite.
36 Al verlos, Gaal le dijo a Zebul: —¡Mira, hay gente bajando de las cumbres! —Parecen hombres pero son nada más sombras reflejadas en las colinas —contestó Zebul.
37 Pero Gaal insistió: —¡No! Hay gente bajando de las colinas. Y otro grupo viene por el camino que pasa por el Roble de los Adivinos.
38 Entonces Zebul se volvió contra él y preguntó: —¿Y qué pasó con esa boca grande tuya que presume tanto? Acaso no fuiste tú el que dijo: «¿Quién es ese Abimelec y por qué debemos ser sus siervos?». ¡Te burlaste de esos hombres, y ahora están en las afueras de la ciudad! ¡Sal a pelear contra ellos!
39 Entonces Gaal marchó al frente de los ciudadanos prominentes de Siquem a la batalla contra Abimelec.
40 Pero Abimelec lo persiguió, y muchos de los hombres de Siquem cayeron heridos por el camino cuando se retiraban hacia la entrada de la ciudad.
41 Entonces Abimelec regresó a Aruma, y Zebul expulsó de Siquem a Gaal y a sus hermanos.
42 Al día siguiente, la gente de Siquem salió a los campos para pelear. Cuando Abimelec se enteró,
43 dividió a sus hombres en tres grupos y tendió una emboscada en los campos. Cuando vio que algunos hombres salían de la ciudad, él y su grupo saltaron de su escondite y los atacaron.
44 Abimelec y sus hombres tomaron por asalto la puerta de la ciudad para impedir que los de Siquem volvieran a entrar, mientras los otros dos grupos de Abimelec mataban a la gente en los campos.
45 La batalla duró todo el día, hasta que finalmente Abimelec tomó la ciudad. Entonces mató a los habitantes, redujo la ciudad a escombros y esparció sal por todo el suelo.
46 Cuando los ciudadanos prominentes que vivían en la torre de Siquem se enteraron de lo sucedido, corrieron a esconderse en el templo de Baal-berit.
47 Alguien le informó a Abimelec que los ciudadanos se habían juntado en el templo,
48 entonces él llevó a sus tropas al monte Salmón. Tomó un hacha, cortó ramas de un árbol y se las puso al hombro. ¡Rápido, hagan lo mismo que hice yo!, dijo a sus hombres.
49 Entonces, siguiendo el ejemplo de Abimelec, cada uno de ellos cortó ramas. Amontonaron las ramas contra las paredes del templo y les prendieron fuego. Así murieron todos los que vivían en la torre de Siquem, unas mil personas, tanto hombres como mujeres.
50 Luego Abimelec atacó la ciudad de Tebes y la tomó.
51 Pero había una torre fuerte dentro de la ciudad, y todos los habitantes, hombres y mujeres, corrieron a refugiarse allí. Se atrincheraron en su interior y subieron al techo de la torre.
52 Entonces Abimelec los siguió para atacar la torre; pero cuando se preparaba para prenderle fuego a la entrada,
53 desde el techo, una mujer tiró una piedra de molino, que cayó sobre la cabeza de Abimelec, y le partió el cráneo.
54 Enseguida él le dijo a su joven escudero: ¡Saca tu espada y mátame! ¡Que no se diga que una mujer mató a Abimelec! Así que el joven lo atravesó con su espada, y él murió.
55 Cuando los hombres de Abimelec lo vieron muerto, se desbandaron y regresaron a sus casas.
56 De esa forma, Dios castigó a Abimelec por el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos.
57 Dios también castigó a los hombres de Siquem por toda su maldad. Así se cumplió la maldición de Jotam, hijo de Gedeón.


REFLEXIÓN

DIOS SIEMPRE COBRA SUS DEUDAS

De esa forma, Dios castigó a Abimelec por el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos. Dios también castigó a los hombres de Siquem por toda su maldad. Así se cumplió la maldición de Jotam, hijo de Gedeón. (Jueces 9:56-57)

Todo el que tenga cuentas pendientes con Dios, debe saber que Él no deja nada a la deriva y sin castigo. Todo lo que hacemos tiene consecuencias, sea bueno o sea malo. Lo bueno Dios se encarga de exaltarlo, lo malo siempre tendrá su recompensa también. Abimelec triunfó sobre Siquem, pero ese fue el castigo de ellos por apoyarlo en su maldad. Luego se siente envalentonado y va contra otras ciudades, pero entonces recibe el pago por sus obras. A veces nos molestamos porque el mal triunfa, pero Dios siempre esta trabajando. El hace todas las cosas perfectas, el hace que se junten los malos para luego ejecutar su juicio. Sus juicios son completos, nadie escapa de ellos. No podemos equivocarnos con esto, solo no dejemos cuentas sin saldar con Dios.

ORACIÓN

Mi Dios ayúdame a darme cuenta siempre cual es tu voluntad, que no me confunda con la mía. Amén.



lunes, 1 de abril de 2019

LECTURA 1 DE ABRIL

SEMANA 14 DÍA 2 (JUECES 6-7)

JUECES CAPÍTULO 6


GEDEÓN, JUEZ DE ISRAEL


 1 Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del SEÑOR. Entonces el SEÑOR los entregó a los madianitas durante siete años.
 2 Los madianitas eran tan crueles que los israelitas hicieron escondites en los montes, en las cuevas y en lugares fortificados.
 3 Cada vez que los israelitas sembraban sus cultivos, venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente y atacaban a Israel.
 4 Acampaban en territorio israelita y destruían las cosechas hasta la región de Gaza. Se llevaban todas las ovejas, las cabras, el ganado y los burros, y dejaban a los israelitas sin qué comer.
 5 Estas multitudes enemigas, que venían con sus animales y sus carpas, eran como una plaga de langostas; llegaban en numerosas manadas de camellos, imposibles de contar, y no se iban hasta que la tierra quedaba desolada.
 6 Así que Israel se moría de hambre en manos de los madianitas. Entonces los israelitas clamaron al SEÑOR por ayuda.
 7 Cuando clamaron al SEÑOR a causa de Madián,
 8 el SEÑOR les envió un profeta, quien dijo al pueblo de Israel: Esto dice el SEÑOR, Dios de Israel: «Yo te saqué de la esclavitud en Egipto.
 9 Te rescaté de los egipcios y de todos los que te oprimían. Expulsé a tus enemigos y te di sus tierras.
10 Te dije: «Yo soy el SEÑOR, tu Dios. No debes rendir culto a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives». Pero no me hiciste caso».
11 Después el ángel del SEÑOR vino y se sentó debajo del gran árbol de Ofra que pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Gedeón, hijo de Joás, estaba trillando trigo en el fondo de un lagar para esconder el grano de los madianitas.
12 Entonces el ángel del SEÑOR se le apareció y le dijo: —¡Guerrero valiente, el SEÑOR está contigo!
13 —SEÑOR —respondió Gedeón—, si el SEÑOR está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron nuestros antepasados? ¿Acaso no dijeron: «El SEÑOR nos sacó de Egipto»? Pero ahora el SEÑOR nos ha abandonado y nos entregó en manos de los madianitas.
14 Entonces el SEÑOR lo miró y le dijo: —Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te envía!
15 —Pero, SEÑOR —respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia!
16 El SEÑOR le dijo: —Yo estaré contigo, y destruirás a los madianitas como si estuvieras luchando contra un solo hombre.
17 —Si de verdad cuento con tu favor —respondió Gedeón—, muéstrame una señal para asegurarme de que es realmente el SEÑOR quien habla conmigo.
18 No te vayas hasta que te traiga mi ofrenda. Él respondió: —Aquí me quedaré hasta que regreses.
19 Entonces Gedeón fue de prisa a su casa. Asó un cabrito y horneó pan sin levadura con una medida de harina. Luego llevó la carne en una canasta y el caldo en una olla. Puso todo delante del ángel, quien estaba bajo el gran árbol.
20 Así que el ángel de Dios le dijo: Pon la carne y el pan sin levadura sobre esta piedra y derrama el caldo sobre ellos. Y Gedeón hizo lo que se le indicó.
21 Entonces el ángel del SEÑOR tocó la carne y el pan con la punta de la vara que tenía en la mano, y de la piedra salió fuego que consumió todo lo que Gedeón había llevado. Y el ángel del SEÑOR desapareció.
22 Cuando Gedeón se dio cuenta de que era el ángel del SEÑOR, clamó: —¡Oh Soberano SEÑOR, estoy condenado! ¡He visto cara a cara al ángel del SEÑOR!
23 —No te preocupes —le contestó el SEÑOR—. No tengas miedo; no morirás.
24 Entonces Gedeón construyó un altar al SEÑOR en ese lugar y lo llamó Yahveh-shalom (que significa el SEÑOR es paz). Ese altar sigue en Ofra, en la tierra del clan de Abiezer, hasta el día de hoy.
25 Esa noche el SEÑOR le dijo a Gedeón: Toma el segundo toro del rebaño de tu padre, el que tiene siete años. Derriba el altar que tu padre levantó a Baal y corta el poste dedicado a la diosa Asera que está junto al altar.
26 Después construye un altar al SEÑOR tu Dios en el santuario de esta misma cima, colocando cada piedra con cuidado. Sacrifica el toro como ofrenda quemada sobre el altar, y usa como leña el poste dedicado a la diosa Asera que cortaste.
27 Entonces Gedeón llevó a diez de sus criados e hizo lo que el SEÑOR le había ordenado; pero lo hizo de noche, porque les tenía miedo a los demás miembros de la casa de su padre y a la gente de la ciudad.
28 Temprano a la mañana siguiente, mientras los habitantes de la ciudad se despertaban, alguien descubrió que el altar de Baal estaba derribado y que habían cortado el poste dedicado a la diosa Asera que estaba al lado. En su lugar se había construido un nuevo altar, y sobre ese altar estaban los restos del toro que se había sacrificado.
29 Los habitantes se preguntaban unos a otros: ¿Quién hizo esto? Y después de preguntar por todas partes y hacer una búsqueda cuidadosa, se enteraron de que había sido Gedeón, el hijo de Joás.
30 —Saca a tu hijo —le exigieron a Joás los hombres de la ciudad—. Tendrá que morir por haber destruido el altar de Baal y haber cortado el poste dedicado a la diosa Asera.
31 Sin embargo, Joás gritó a la turba que lo enfrentaba: —¿Por qué defienden a Baal? ¿Acaso abogarán por él? ¡Todo el que defienda su causa será ejecutado antes del amanecer! Si de verdad Baal es un dios, ¡que se defienda a sí mismo y destruya al que derribó su altar!
32 A partir de entonces a Gedeón lo llamaron Jerobaal, que significa: Que Baal se defienda a sí mismo, porque él destruyó el altar de Baal.

GEDEÓN PIDE UNA SEÑAL

33 Poco tiempo después, los ejércitos de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente formaron una alianza en contra de Israel; cruzaron el Jordán y acamparon en el valle de Jezreel.
34 Entonces el Espíritu del SEÑOR se apoderó de Gedeón. Y Gedeón tocó el cuerno de carnero como un llamado a tomar las armas, y los hombres del clan de Abiezer se le unieron.
35 También envió mensajeros por todo Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para convocar a sus guerreros, y todos ellos respondieron.
36 Después Gedeón le dijo a Dios: Si de veras vas a usarme para rescatar a Israel como lo prometiste,
37 demuéstramelo de la siguiente manera: esta noche pondré una lana de oveja en el suelo del campo de trillar; si por la mañana la lana está mojada con el rocío, pero el suelo está seco, entonces sabré que me ayudarás a rescatar a Israel como lo prometiste.
38 Y eso fue exactamente lo que sucedió. Cuando Gedeón se levantó temprano a la mañana siguiente, exprimió la lana y sacó un tazón lleno de agua.
39 Luego Gedeón le dijo a Dios: Por favor no te enojes conmigo, pero deja que te haga otra petición. Permíteme usar la lana para una prueba más. Esta vez, que la lana se quede seca, mientras que el suelo alrededor esté mojado con el rocío.
40 Así que esa noche, Dios hizo lo que Gedeón le pidió. A la mañana siguiente, la lana estaba seca, pero el suelo estaba cubierto de rocío.

JUECES CAPÍTULO 7

GEDEÓN DERROTA A LOS MADIANITAS


 1 Entonces Jerobaal (es decir, Gedeón) y su ejército se levantaron temprano y fueron hasta el manantial de Harod. El campamento de los ejércitos de Madián estaba al norte de ellos, en el valle cercano a la colina de More.
 2 Entonces el SEÑOR le dijo a Gedeón: Tienes demasiados guerreros contigo. Si dejo que todos ustedes peleen contra los madianitas, los israelitas se jactarán ante mí de que se salvaron con su propia fuerza.
 3 Por lo tanto, dile al pueblo: «A todo aquel que le falte valentía o que tenga miedo, que abandone este monte y se vaya a su casa». Así que veintidós mil de ellos se fueron a su casa, y quedaron sólo diez mil dispuestos a pelear.
 4 Pero el SEÑOR le dijo a Gedeón: Todavía son demasiados. Hazlos descender al manantial, y yo los pondré a prueba para determinar quién irá contigo y quién no.
 5 Cuando Gedeón bajó con sus guerreros hasta el agua, el SEÑOR le dijo: Divide a los hombres en dos grupos. En un grupo, pon a todos los que beban el agua en sus manos lamiéndola como hacen los perros. En el otro grupo, pon a todos los que se arrodillan para beber directamente del arroyo.
 6 Sólo trescientos de los hombres bebieron con las manos. Los demás se arrodillaron para beber con la boca en el arroyo.
 7 Entonces el SEÑOR le dijo a Gedeón: Con estos trescientos hombres, rescataré a Israel y te daré la victoria sobre los madianitas. Envía a todos los demás a su casa.
 8 Así que Gedeón recogió las provisiones y los cuernos de carnero de los otros guerreros y mandó a cada uno de ellos a su casa, pero se quedó con los trescientos hombres. El campamento madianita estaba en el valle, directamente abajo de donde se encontraba Gedeón.
 9 Esa noche el SEÑOR le dijo: ¡Levántate! ¡Desciende al campamento madianita, porque te he dado la victoria sobre ellos!
10 Pero si tienes miedo de atacar, desciende al campamento con tu siervo Fura.
11 Escucha lo que dicen los madianitas, y cobrarás mucho ánimo. Entonces estarás ansioso por atacar. Así que Gedeón, acompañado por Fura, descendió hasta el límite del campamento enemigo.
12 Los ejércitos de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente se habían establecido en el valle como un enjambre de langostas. Sus camellos eran como los granos de arena a la orilla del mar, ¡imposibles de contar!
13 Entonces Gedeón se acercó sigilosamente, precisamente cuando un hombre le contaba un sueño a su compañero. —Tuve un sueño —decía el hombre— en el cual un pan de cebada venía rodando cuesta abajo hacia el campamento madianita; ¡entonces cuando golpeaba una carpa, la volteaba y la aplastaba!
14 Su compañero le respondió: —Tu sueño sólo puede significar una cosa: ¡Dios le ha dado a Gedeón, hijo de Joás, el israelita, la victoria sobre Madián y todos sus aliados!
15 Cuando Gedeón oyó el sueño y la interpretación, se inclinó en adoración ante el SEÑOR. Luego regresó al campamento israelita y gritó: ¡Levántense, porque el SEÑOR les ha dado la victoria sobre las multitudes madianitas!
16 Así que dividió a los trescientos hombres en tres grupos y le dio a cada hombre un cuerno de carnero y una vasija de barro con una antorcha adentro.
17 Después les dijo: Fíjense en mí. Cuando yo llegue al límite del campamento, hagan lo mismo que yo.
18 En cuanto yo y los que están conmigo toquemos los cuernos de carnero, ustedes también toquen sus cuernos alrededor de todo el campamento y griten: «¡Por el SEÑOR y por Gedeón!».
19 Fue apenas pasada la medianoche, después del cambio de guardia, cuando Gedeón y los cien hombres que iban con él llegaron al límite del campamento madianita. Entonces de un momento al otro, tocaron los cuernos de carnero y rompieron las vasijas de barro.
20 Enseguida los tres grupos tocaron juntos los cuernos y rompieron las vasijas. Con la mano izquierda sostenían la antorcha ardiente, y en la mano derecha llevaban el cuerno, y todos gritaban: ¡Una espada por el SEÑOR y también por Gedeón!
21 Cada hombre permaneció en su puesto alrededor del campamento, y observaron cómo los madianitas corrían de un lado a otro, llenos de pánico y gritando mientras se daban a la fuga.
22 Cuando los trescientos israelitas tocaron los cuernos de carnero, el SEÑOR hizo que los guerreros del campamento pelearan entre sí con sus espadas. Los que quedaron con vida huyeron a lugares tan lejanos como Bet-sita, cerca de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola, cerca de Tabat.
23 Entonces Gedeón mandó a buscar a los guerreros de Neftalí, de Aser y de Manasés, quienes se unieron para dar caza al ejército de Madián.
24 Gedeón también envió mensajeros por toda la zona montañosa de Efraín que decían: Desciendan para atacar a los madianitas. Frénenlos antes de que lleguen a los vados del río Jordán en Bet-bara. Así que los hombres de Efraín hicieron lo que se les dijo.
25 Capturaron a Oreb y a Zeeb, los dos comandantes de los madianitas, y mataron a Oreb en la roca de Oreb, y a Zeeb en el lagar de Zeeb; y no dejaron de perseguir a los madianitas. Después los israelitas le llevaron las cabezas de Oreb y Zeeb a Gedeón, quien estaba junto al río Jordán.


REFLEXIÓN

DIOS NO MIRA CAPACIDADES ADQUIRIDAS

Entonces el SEÑOR lo miró y le dijo: —Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te envía!
—Pero, SEÑOR —respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia! (Jueces 6:14-15)

Bueno llegamos al punto del que muchas veces hablamos u oimos hablar, Dios nunca mira las capacidades adquiridas a lo largo de nuestra vida. Dios solo mira nuestra capacidad de obediencia, y obediencia especialmente a Él. Podemos tener muchas capacidades buenas y útiles para realizar las cosas, pero de nada sirven si no podemos obedecer o escuchar la voz de Dios. Nuestras ideas pueden ser muy buenas y brillantes, pero no sirven de nada con nuestra visión temporal y limitada que poseemos. No podemos saber el futuro cierto, solo lo intuimos. Pero no tenemos control sobre lo que sucederá realmente, ni mucho menos tener certeza del funcionamiento pleno de las medidas tomadas. Únicamente Dios tiene el verdadero control sobre esa situación, solamente Él puede saber cuál medida tomar verdaderamente para solventar la situación.

ORACIÓN

Mi Dios que mi sobre valoración de mi mismo, no se interponga entre tu y yo. Amén.