jueves, 15 de enero de 2015

LECTURA 15 DE ENERO

DÍA 15

15 DE ENERO (GÉNESIS 38:1-40:23)

CAPÍTULO 38

JUDÁ Y TAMAR

1 Aconteció en aquel tiempo que Judá dejó a sus hermanos y se dirigió a residir con un hombre adulamita que se llamaba Jira. 2 Judá vio allí a la hija de un hombre cananeo llamado Súa, y la tomó y se unió a ella. 3 Ella concibió y dio a luz un hijo, y él llamó su nombre Er. 4 Ella concibió otra vez y dio a luz otro hijo, y ella llamó su nombre Onán. 5 Volvió a concebir y dio a luz otro hijo, y ella llamó su nombre Sela. Él estaba en Quezib cuando ella lo dio a luz.

6 Judá tomó una mujer para Er, su primogénito; ésta se llamaba Tamar. 7 Pero Er, el primogénito de Judá, era malo ante los ojos de Jehovah, y Jehovah le quitó la vida. 8 Entonces Judá dijo a Onán:

—Unete a la mujer de tu hermano; cumple así con ella tu deber de cuñado, y levanta descendencia a tu hermano.

9 Pero sabiendo Onán que el hijo que le naciera no sería considerado suyo, sucedía que cada vez que se unía a la mujer de su hermano, vertía en tierra para no dar descendencia a su hermano. 10 Pero lo que hacía era malo ante los ojos de Jehovah, y también a él le quitó la vida. 11 Entonces habló Judá a Tamar su nuera, diciendo:

—Permanece viuda en la casa de tu padre hasta que crezca mi hijo Sela.

Porque pensaba: "No sea que muera él también como sus hermanos."

Y Tamar se fue y permaneció en la casa de su padre.

12 Pasados muchos años, murió Bat-súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se había consolado, subió a Timnat, a los esquiladores de sus ovejas, él y su amigo Jira el adulamita. 13 Y avisaron a Tamar diciendo:

—He aquí que tu suegro sube a Timnat a esquilar sus ovejas.

14 Entonces ella se quitó su vestido de viudez, se cubrió con un velo, se envolvió con un manto y se sentó a la entrada de Enaim, que está junto al camino de Timnat, porque veía que Sela había crecido, pero que ella no le había sido dada por mujer. 15 Entonces la vio Judá y pensó que era una prostituta, porque había cubierto su cara. 16 Y se apartó del camino hacia ella y le dijo:
—Por favor, deja que me una a ti.

Pues no sabía que ella era su nuera. Y ella dijo:

—¿Qué me darás si te unes a mí?

17 El respondió:

—Yo te enviaré un cabrito del rebaño.

Ella le dijo:

—Tienes que darme una prenda hasta que me lo envíes.

18 Y él le dijo:

—¿Qué prenda te daré?

Ella le respondió:

—Tu anillo, tu cordón y el bastón que llevas en la mano.

Él se los dio y se unió a ella, y ella concibió de él.

19 Luego ella se levantó y se fue. Después se quitó el velo que tenía sobre sí y se vistió de nuevo con su vestido de viudez. 20 Judá envió el cabrito del rebaño por medio de su amigo el adulamita, para que recuperase la prenda de mano de la mujer, pero él no la halló. 21 Entonces preguntó a los hombres de aquel lugar diciendo:

—¿Dónde está la prostituta de Enaim, junto al camino?

Ellos le dijeron:

—Aquí no hay ninguna prostituta.

22 Él se volvió a Judá y dijo:

—No la he hallado. También los hombres del lugar dijeron: "Aquí no hay ninguna prostituta."
23 Y Judá dijo:

—¡Que se quede con la prenda! No seamos objeto de burla. He aquí yo le he enviado este cabrito, pero tú no la has hallado.

24 Aconteció que después de unos tres meses le informaron a Judá diciendo:

—Tu nuera Tamar ha cometido adulterio y está encinta a consecuencia del adulterio.
Y Judá dijo:

—¡Sacadla, y que sea quemada!

25 Cuando era sacada, ella envió a decir a su suegro:

—Del hombre a quien pertenecen estas cosas estoy encinta. -Y añadió-: Mira, pues, de quién son estas cosas: el anillo, el cordón y el bastón.

26 Entonces Judá los reconoció y dijo:

—Más justa es ella que yo, porque no se la he dado a mi hijo Sela.

Y no volvió a tener relaciones con ella.

27 Aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí que había mellizos en el vientre de Tamar. 28 Y cuando ella daba a luz, sucedió que uno de ellos sacó la mano. La partera la tomó y ató a su mano un hilo rojo diciendo:

—¡Este salió primero!

29 Pero sucedió que cuando él volvió a meter la mano, he aquí salió su hermano. Y ella exclamó:
—¡Cómo te abriste brecha!

Y llamó su nombre Fares. 30 Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo rojo, y llamó su nombre Zéraj.  

CAPÍTULO 39

JOSÉ COMO ADMINISTRADOR DE POTIFAR

1 Llevado José a Egipto, Potifar, un hombre egipcio, funcionario del faraón y capitán de la guardia, lo compró de mano de los ismaelitas que lo habían llevado allá. 2 Pero Jehovah estuvo con José, y el hombre tuvo éxito. Él estaba en la casa de su señor, el egipcio, 3 quien vio que Jehovah estaba con él y que todo lo que él hacía, Jehovah lo hacía prosperar en su mano. 4 Así halló José gracia ante los ojos de Potifar y le servía. Potifar le puso a cargo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. 5 Y sucedió que desde que le puso a cargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehovah bendijo la casa del egipcio por causa de José. Y la bendición de Jehovah estaba sobre todo lo que tenía, tanto en la casa como en el campo. 6 El dejó todo lo que tenía en mano de José, y teniéndole a él no se preocupaba de nada, excepto del pan que comía.

LA MUJER DE POTIFAR CALUMNIA A JOSÉ

José era de bella presencia y de hermoso semblante. 7 Y sucedió después de estas cosas, que la mujer de su señor puso sus ojos en José y le dijo:

—Acuéstate conmigo.

8 El rehusó y dijo a la mujer de su señor:

—He aquí que mi señor, teniéndome a mí, no se preocupa de nada de cuanto hay en la casa. Ha puesto en mis manos todo cuanto tiene. 9 No hay otro superior a mí en esta casa; y ninguna cosa se ha reservado, sino a ti, porque eres su mujer. ¿Cómo, pues, haría yo esta gran maldad y pecaría contra Dios?

10 Sucedió que ella insistía a José día tras día, pero éste no le hacía caso para acostarse con ella, ni para estar con ella. 11 Y sucedió que él entró un día en la casa para hacer su trabajo, y ninguno de los hombres de la casa estaba allí en casa. 12 Entonces ella le agarró por su manto, diciendo:
—Acuéstate conmigo.

Pero él dejó su manto en las manos de ella, se escapó y salió afuera. 13 Y aconteció que al ver ella que el manto había quedado en sus manos y que él había escapado afuera, 14 llamó a los de su casa y les habló diciendo:
—¡Mirad, nos han traído un hebreo para que se burle de nosotros! Vino a mí para acostarse conmigo, pero yo grité a gran voz. 15 Y él, viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó a mi lado su manto, se escapó y salió afuera.

16 Ella puso junto a sí el manto de José hasta que su señor volvió a casa. 17 Entonces ella le repitió a él las mismas palabras diciendo:

—El esclavo hebreo que nos trajiste vino a mí para burlarse de mí. 18 Pero cuando yo alcé la voz y grité, él dejó su manto a mi lado y escapó afuera.

JOSÉ ES METIDO EN LA CÁRCEL

19 Sucedió que cuando su señor oyó las palabras que le hablaba su mujer, diciendo: "Así me ha tratado tu esclavo", se encendió su furor. 20 Tomó su señor a José y lo metió en la cárcel, en el lugar donde estaban los presos del rey, y José se quedó allí en la cárcel.

21 Pero Jehovah estaba con José; le extendió su misericordia y le dio gracia ante los ojos del encargado de la cárcel. 22 El encargado de la cárcel entregó en manos de José a todos los presos que había en la cárcel; y todo lo que hacían allí, José lo dirigía. 23 El encargado de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que estaba en sus manos, porque Jehovah estaba con José. Lo que él hacía, Jehovah lo prosperaba.

CAPÍTULO 40

JOSÉ INTERPRETA SUEÑOS EN LA CÁRCEL

1 Aconteció después de estas cosas que el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor, el rey de Egipto. 2 El faraón se enfureció contra sus dos funcionarios, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, 3 y los puso bajo custodia en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. 4 El capitán de la guardia se los encargó a José, y él les servía.

Estuvieron algunos días bajo custodia. 5 Y en una misma noche ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto que estaban presos en la cárcel, tuvieron un sueño; cada uno su propio sueño, y cada sueño con su propia interpretación.

6 Por la mañana José vino a ellos y los vio, y he aquí que ellos estaban tristes. 7 Preguntó a los funcionarios del faraón que estaban con él bajo custodia en la casa de su señor, diciendo:

—¿Por qué están tristes vuestras caras hoy?

8 Ellos le dijeron:

—Hemos tenido un sueño, y no hay quien nos lo interprete.

Entonces José les dijo:

—¿Acaso no son de Dios las interpretaciones? Por favor, contádmelo a mí.

9 Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, diciendo:

—En mi sueño veía delante de mí una vid. 10 En la vid había tres ramas. Parecía que ella brotaba, florecía y sus racimos de uvas maduraban. 11 La copa del faraón estaba en mi mano, y yo tomaba las uvas, las exprimía en la copa del faraón y ponía la copa en la mano del faraón.

12 Y José le respondió:

—Esta es su interpretación: Las tres ramas son tres días. 13 Dentro de tres días el faraón te hará levantar cabeza y te restituirá a tu puesto. Volverás a poner la copa en la mano del faraón, como solías hacerlo anteriormente, cuando eras su copero. 14 Pero cuando te vaya bien, acuérdate tú de mí. Por favor, actúa con misericordia para conmigo; haz mención de mí al faraón y hazme sacar de esta casa. 15 Porque yo fui secuestrado de la tierra de los hebreos, y nada he hecho aquí para que me pusieran en la cárcel.

16 Viendo el jefe de los panaderos que la interpretación había sido favorable, dijo a José:

—También yo soñaba que había tres cestas de pan blanco sobre mi cabeza. 17 En la cesta superior había toda clase de manjares de pastelería para el faraón, pero las aves se los comían de la cesta que estaba sobre mi cabeza.

18 Entonces José respondió:

—Esta es su interpretación: Las tres cestas son tres días. 19 Dentro de tres días el faraón quitará tu cabeza de encima de ti. Te hará colgar en la horca, y las aves comerán tus carnes.

20 Y sucedió que al tercer día fue el cumpleaños del faraón, y él dio un banquete a todos sus servidores. Entonces levantó la cabeza del jefe de los coperos y la cabeza del jefe de los panaderos, en medio de sus servidores. 21 Al jefe de los coperos lo restituyó en su cargo de copero, y éste volvió a poner la copa en la mano del faraón. 22 Pero hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como José les había interpretado. 23 Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él.

REFLEXIÓN


¿Cómo, pues, haría yo esta gran maldad y pecaría contra Dios? (Gén. 39:9)

Nuestra actitud correcta frente a la tentación, debe la misma que tuvo José. La consecuencia de nuestras acciones no solo entristecen ni van contra Dios, sino que también afectan a los que nos rodean, además de dañar nuestro entorno social. Aunque seamos mal interpretados o acusados injustamente, debemos mantenernos firme y Dios en su memento sabrá recompensarnos.  

ORACIÓN

Dios ayúdame a vencer la tentación, a mantenerme fiel a ti y a mantener mi entorno social en paz. Amén.


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