DÍA 15
15 DE ENERO (GÉNESIS 38:1-40:23)
15 DE ENERO (GÉNESIS 38:1-40:23)
CAPÍTULO 38
JUDÁ Y TAMAR
1 Aconteció en aquel tiempo que Judá dejó a sus hermanos y se dirigió a
residir con un hombre adulamita que se llamaba Jira. 2 Judá vio allí
a la hija de un hombre cananeo llamado Súa, y la tomó y se unió a ella. 3
Ella concibió y dio a luz un hijo, y él llamó su nombre Er. 4 Ella concibió otra vez y dio a luz otro
hijo, y ella llamó su nombre Onán. 5 Volvió a concebir y dio a luz
otro hijo, y ella llamó su nombre Sela. Él estaba en Quezib cuando ella lo dio
a luz.
6 Judá tomó una mujer para Er, su primogénito; ésta se llamaba Tamar. 7
Pero Er, el primogénito de Judá, era malo ante los ojos de Jehovah, y Jehovah
le quitó la vida. 8 Entonces Judá dijo a Onán:
—Unete a la mujer de tu hermano; cumple así con
ella tu deber de cuñado, y levanta descendencia a tu hermano.
9 Pero sabiendo Onán que el hijo que le naciera no sería considerado suyo, sucedía que cada vez que se
unía a la mujer de su hermano, vertía en tierra para no dar descendencia a su
hermano. 10 Pero lo que hacía era malo ante los ojos de Jehovah, y
también a él le quitó la vida. 11 Entonces habló Judá a Tamar su
nuera, diciendo:
—Permanece viuda en la casa de tu padre hasta
que crezca mi hijo Sela.
Porque pensaba: "No sea que muera él
también como sus hermanos."
Y Tamar se fue y permaneció en la casa de su
padre.
12 Pasados muchos años, murió Bat-súa, la mujer de Judá. Cuando Judá se había
consolado, subió a Timnat, a los esquiladores de sus ovejas, él y su amigo Jira
el adulamita. 13 Y avisaron a Tamar diciendo:
—He aquí que tu suegro sube a Timnat a esquilar
sus ovejas.
14 Entonces ella se quitó su vestido de viudez, se cubrió con un velo, se
envolvió con un manto y se sentó a la entrada de Enaim, que está junto al
camino de Timnat, porque veía que Sela había crecido, pero que ella no le había
sido dada por mujer. 15 Entonces la vio Judá y pensó que era una
prostituta, porque había cubierto su cara. 16 Y se apartó del camino
hacia ella y le dijo:
—Por favor, deja que me una a ti.
Pues no sabía que ella era su nuera. Y ella
dijo:
—¿Qué me darás si te unes a mí?
17 El respondió:
—Yo te enviaré un cabrito del rebaño.
Ella le dijo:
—Tienes que darme una prenda hasta que me lo
envíes.
18 Y él le dijo:
—¿Qué prenda te daré?
Ella le respondió:
—Tu anillo, tu cordón y el bastón que llevas en la mano.
Él se los dio y se unió a ella, y ella concibió
de él.
19 Luego ella se levantó y se fue. Después se quitó el velo que tenía
sobre sí y se vistió de nuevo con su vestido de viudez. 20 Judá
envió el cabrito del rebaño por medio de su amigo el adulamita, para que
recuperase la prenda de mano de la mujer, pero él no la halló. 21
Entonces preguntó a los hombres de aquel lugar diciendo:
—¿Dónde está la prostituta de Enaim, junto al
camino?
Ellos le dijeron:
—Aquí no hay ninguna prostituta.
22 Él se volvió a Judá y dijo:
—No la he hallado. También los hombres del lugar
dijeron: "Aquí no hay ninguna prostituta."
23 Y Judá dijo:
—¡Que se quede con la prenda! No seamos objeto
de burla. He aquí yo le he enviado este cabrito, pero tú no la has hallado.
24 Aconteció que después de unos tres meses le informaron a Judá diciendo:
—Tu nuera Tamar ha cometido adulterio y está
encinta a consecuencia del adulterio.
Y Judá dijo:
—¡Sacadla, y que sea quemada!
25 Cuando era sacada, ella envió a decir a su suegro:
—Del hombre a quien pertenecen estas cosas estoy
encinta. -Y añadió-: Mira, pues, de quién son estas cosas: el anillo, el cordón
y el bastón.
26 Entonces Judá los reconoció y dijo:
—Más justa es ella que yo, porque no se la he
dado a mi hijo Sela.
Y no volvió a tener relaciones con ella.
27 Aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí que había mellizos en el
vientre de Tamar. 28 Y cuando ella daba a luz, sucedió que uno de
ellos sacó la mano. La partera la tomó y ató a su mano un hilo rojo diciendo:
—¡Este salió primero!
29 Pero sucedió que cuando él volvió a meter la mano, he aquí salió su
hermano. Y ella exclamó:
—¡Cómo te abriste brecha!
Y llamó su nombre Fares. 30 Después
salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo rojo, y llamó su nombre
Zéraj.
CAPÍTULO 39
JOSÉ COMO ADMINISTRADOR DE
POTIFAR
1 Llevado José a Egipto, Potifar, un hombre egipcio, funcionario del
faraón y capitán de la guardia, lo compró de mano de los ismaelitas que lo
habían llevado allá. 2 Pero Jehovah estuvo con José, y el hombre
tuvo éxito. Él estaba en la casa de su señor, el egipcio, 3 quien
vio que Jehovah estaba con él y que todo lo que él hacía, Jehovah lo hacía
prosperar en su mano. 4 Así halló José gracia ante los ojos de
Potifar y le servía. Potifar le puso a cargo de su casa y entregó en su poder
todo lo que tenía. 5 Y sucedió que desde que le puso a cargo de su
casa y de todo lo que tenía, Jehovah bendijo la casa del egipcio por causa de
José. Y la bendición de Jehovah estaba sobre todo lo que tenía, tanto en la
casa como en el campo. 6 El dejó todo lo que tenía en mano de José,
y teniéndole a él no se preocupaba de nada, excepto del pan que comía.
LA MUJER DE POTIFAR CALUMNIA A
JOSÉ
José era de bella presencia y de hermoso
semblante. 7 Y sucedió después de estas cosas, que la mujer de su
señor puso sus ojos en José y le dijo:
—Acuéstate conmigo.
8 El rehusó y dijo a la mujer de su señor:
—He aquí que mi señor, teniéndome a mí, no se
preocupa de nada de cuanto hay en la casa. Ha puesto en mis manos todo cuanto
tiene. 9 No hay otro superior a mí en esta casa; y ninguna cosa se
ha reservado, sino a ti, porque eres su mujer. ¿Cómo, pues, haría yo esta gran
maldad y pecaría contra Dios?
10 Sucedió que ella insistía a José día tras día, pero éste no le hacía
caso para acostarse con ella, ni para estar con ella. 11 Y sucedió
que él entró un día en la casa para hacer su trabajo, y ninguno de los hombres
de la casa estaba allí en casa. 12 Entonces ella le agarró por su
manto, diciendo:
—Acuéstate conmigo.
Pero él dejó su manto en las manos de ella, se
escapó y salió afuera. 13 Y aconteció que al ver ella que el manto
había quedado en sus manos y que él había escapado afuera, 14 llamó
a los de su casa y les habló diciendo:
—¡Mirad, nos han traído un hebreo para que se
burle de nosotros! Vino a mí para acostarse conmigo, pero yo grité a gran voz. 15
Y él, viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó a mi lado su manto, se escapó
y salió afuera.
16 Ella puso junto a sí el manto de José hasta que su señor volvió a casa.
17 Entonces ella le repitió a él las mismas palabras diciendo:
—El esclavo hebreo que nos trajiste vino a mí
para burlarse de mí. 18 Pero cuando yo alcé la voz y grité, él dejó
su manto a mi lado y escapó afuera.
JOSÉ ES METIDO EN LA CÁRCEL
19 Sucedió que cuando su señor oyó las palabras que le hablaba su mujer,
diciendo: "Así me ha tratado tu esclavo", se encendió su furor. 20
Tomó su señor a José y lo metió en la cárcel, en el lugar donde estaban los
presos del rey, y José se quedó allí en la cárcel.
21 Pero Jehovah estaba con José; le extendió su misericordia y le dio
gracia ante los ojos del encargado de la cárcel. 22 El encargado de
la cárcel entregó en manos de José a todos los presos que había en la cárcel; y
todo lo que hacían allí, José lo dirigía. 23 El encargado de la
cárcel no se preocupaba de nada de lo que estaba en sus manos, porque Jehovah
estaba con José. Lo que él hacía, Jehovah lo prosperaba.
CAPÍTULO 40
JOSÉ INTERPRETA SUEÑOS EN LA
CÁRCEL
1 Aconteció después de estas cosas que el copero y el panadero del rey de
Egipto ofendieron a su señor, el rey de Egipto. 2 El faraón se
enfureció contra sus dos funcionarios, el jefe de los coperos y el jefe de los
panaderos, 3 y los puso bajo custodia en la casa del capitán de la
guardia, en la cárcel donde José estaba preso. 4 El capitán de la
guardia se los encargó a José, y él les servía.
Estuvieron algunos días bajo custodia. 5
Y en una misma noche ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto que
estaban presos en la cárcel, tuvieron un sueño; cada uno su propio sueño, y
cada sueño con su propia interpretación.
6 Por la mañana José vino a ellos y los vio, y he aquí que ellos estaban
tristes. 7 Preguntó a los funcionarios del faraón que estaban con él
bajo custodia en la casa de su señor, diciendo:
—¿Por qué están tristes vuestras caras hoy?
8 Ellos le dijeron:
—Hemos tenido un sueño, y no hay quien nos lo
interprete.
Entonces José les dijo:
—¿Acaso no son de Dios las interpretaciones? Por
favor, contádmelo a mí.
9 Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, diciendo:
—En mi sueño veía delante de mí una vid. 10
En la vid había tres ramas. Parecía que ella brotaba, florecía y sus racimos de
uvas maduraban. 11 La copa del faraón estaba en mi mano, y yo tomaba
las uvas, las exprimía en la copa del faraón y ponía la copa en la mano del
faraón.
12 Y José le respondió:
—Esta es su interpretación: Las tres ramas son
tres días. 13 Dentro de tres días el faraón te hará levantar cabeza y te restituirá a tu puesto. Volverás a poner la
copa en la mano del faraón, como solías hacerlo anteriormente, cuando eras su
copero. 14 Pero cuando te vaya bien, acuérdate tú de mí. Por favor,
actúa con misericordia para conmigo; haz mención de mí al faraón y hazme sacar
de esta casa. 15 Porque yo fui secuestrado de la tierra de los
hebreos, y nada he hecho aquí para que me pusieran en la cárcel.
16 Viendo el jefe de los panaderos que la interpretación había sido
favorable, dijo a José:
—También yo soñaba que había tres cestas de pan
blanco sobre mi cabeza. 17 En la cesta superior había toda clase de
manjares de pastelería para el faraón, pero las aves se los comían de la cesta
que estaba sobre mi cabeza.
18 Entonces José respondió:
—Esta es su interpretación: Las tres cestas son
tres días. 19 Dentro de tres días el faraón quitará tu cabeza de encima de ti. Te hará colgar en la horca,
y las aves comerán tus carnes.
20 Y sucedió que al tercer día fue el cumpleaños del faraón, y él dio un
banquete a todos sus servidores. Entonces levantó la cabeza del jefe de los
coperos y la cabeza del jefe de los panaderos, en medio de sus servidores. 21
Al jefe de los coperos lo restituyó en su cargo de copero, y éste volvió a
poner la copa en la mano del faraón. 22 Pero hizo ahorcar al jefe de
los panaderos, como José les había interpretado. 23 Sin embargo, el
jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él.
¿Cómo, pues, haría yo esta gran maldad y pecaría contra Dios? (Gén. 39:9)
Nuestra actitud correcta frente a la tentación, debe la misma que tuvo José. La consecuencia de nuestras acciones no solo entristecen ni van contra Dios, sino que también afectan a los que nos rodean, además de dañar nuestro entorno social. Aunque seamos mal interpretados o acusados injustamente, debemos mantenernos firme y Dios en su memento sabrá recompensarnos.
ORACIÓN
Dios ayúdame a vencer la tentación, a mantenerme fiel a ti y a mantener mi entorno social en paz. Amén.
Nuestra actitud correcta frente a la tentación, debe la misma que tuvo José. La consecuencia de nuestras acciones no solo entristecen ni van contra Dios, sino que también afectan a los que nos rodean, además de dañar nuestro entorno social. Aunque seamos mal interpretados o acusados injustamente, debemos mantenernos firme y Dios en su memento sabrá recompensarnos.
ORACIÓN
Dios ayúdame a vencer la tentación, a mantenerme fiel a ti y a mantener mi entorno social en paz. Amén.
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