DÍA 22
22 DE ENERO (ÉXODO 8:1-10:29)
22 DE ENERO (ÉXODO 8:1-10:29)
CAPÍTULO 8
1 Entonces Jehovah dijo a Moisés:
—Vé al faraón y
dile que Jehovah ha dicho así: "Deja ir a mi pueblo para que me sirva. 2
Y si rehúsas dejarlo ir, he aquí yo castigaré todo tu territorio con una plaga
de ranas. 3 El Nilo se llenará de ranas, las cuales subirán y
entrarán en tu casa y en tu dormitorio, y sobre tu cama. Entrarán en las casas
de tus servidores y de tu pueblo. Entrarán en tus hornos y en tus artesas de
amasar. 4 Las ranas subirán sobre ti, sobre tu pueblo y sobre todos
tus servidores." 5 -Jehovah dijo también a Moisés-: Di a Aarón:
"Extiende tu mano con tu vara sobre los ríos, sobre los canales y sobre
los estanques; y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto."
6 Entonces Aarón extendió su mano sobre las
aguas de Egipto, y subieron ranas que cubrieron la tierra de Egipto. 7
Pero los magos hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron subir ranas
sobre la tierra de Egipto. 8 Entonces el faraón llamó a Moisés y a
Aarón, y les dijo:
—Rogad a Jehovah
para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir al pueblo para que
ofrezca sacrificios a Jehovah.
9 Y Moisés dijo al faraón:
—Dígnate
indicarme cuándo he de rogar por ti, por tus servidores y por tu pueblo, para
que las ranas sean quitadas de ti y de tus casas, y solamente queden en el
Nilo.
10 Y él dijo:
—Mañana.
Y Moisés
respondió:
—Se hará conforme
a tu palabra, para que conozcas que no hay otro como Jehovah nuestro Dios. 11
Las ranas se irán de ti, de tus casas, de tus servidores y de tu pueblo, y
solamente quedarán en el Nilo.
12 Entonces salieron Moisés y Aarón de la
presencia del faraón. Y Moisés clamó a Jehovah por el asunto de las ranas que
había mandado sobre el faraón. 13 Jehovah hizo conforme a la palabra
de Moisés. Murieron las ranas de las casas, de los patios y de los campos. 14
Las juntaron en muchos montones, y la tierra apestaba. 15 Pero
viendo el faraón que le habían dado alivio, endureció su corazón y no los
escuchó, tal como Jehovah lo había dicho.
TERCERA PLAGA:
LOS PIOJOS
16 Entonces Jehovah dijo a Moisés:
—Di a Aarón:
"Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en
piojos en toda la tierra de Egipto."
17 Ellos lo hicieron así. Aarón extendió su
mano con su vara y golpeó el polvo de la tierra, el cual se convirtió en
piojos, tanto sobre los hombres como sobre los animales. Todo el polvo de la
tierra se convirtió en piojos, en toda la tierra de Egipto.
18 Los magos también intentaron hacer piojos
con sus encantamientos, pero no pudieron. Había piojos tanto en los hombres
como en los animales. 19 Entonces los magos dijeron al faraón:
—¡Esto es el dedo
de Dios!
Pero el corazón
del faraón se endureció, y no los escuchó, tal como Jehovah lo había dicho.
CUARTA PLAGA:
LAS MOSCAS
20 Jehovah dijo a Moisés:
—Levántate muy de
mañana, preséntate ante el faraón cuando él salga al río y dile que Jehovah ha
dicho así: "Deja ir a mi pueblo para que me sirva. 21 Porque si
no dejas ir a mi pueblo, he aquí yo enviaré una nube de moscas sobre ti y sobre
tus servidores, sobre tu pueblo y dentro de tus casas. Y las casas de los
egipcios se llenarán de moscas, y asimismo la tierra donde ellos estén. 22
Pero el mismo día yo excluiré la tierra de Gosén, donde habita mi pueblo, para
que no vaya allí la nube de moscas, a fin de que sepas que yo, Jehovah, estoy
en medio de la tierra. 23 Yo haré distinción entre mi pueblo y el
tuyo. Mañana tendrá lugar esta señal."
24 Jehovah lo hizo así: Vino una densa nube
de moscas sobre la casa del faraón, sobre las casas de sus servidores, y sobre
toda la tierra de Egipto. La tierra quedó devastada a causa de ellas. 25
Entonces el faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo:
—Id, ofreced
sacrificios a vuestro Dios, dentro del país.
26 Moisés respondió:
—No conviene que
lo hagamos así, porque ofreceríamos como sacrificio a Jehovah lo que es una
abominación a los egipcios. Si sacrificáramos en presencia de los egipcios lo
que para ellos es una abominación, ¿no nos apedrearían? 27 Iremos a
tres días de camino por el desierto y ofreceremos sacrificios a Jehovah, según
él nos diga.
28 El faraón dijo:
—Yo os dejaré ir
para que ofrezcáis sacrificios a Jehovah vuestro Dios en el desierto, con tal
que no os vayáis demasiado lejos. Rogad por mí.
29 Respondió Moisés:
—He aquí, al
salir yo de tu presencia, rogaré a Jehovah, y él hará que mañana la nube de
moscas se aparte del faraón, de sus servidores y de su pueblo, con tal que el
faraón no se vuelva a burlar, no dejando ir al pueblo para ofrecer sacrificios
a Jehovah.
30 Entonces Moisés salió de la presencia del
faraón y oró a Jehovah. 31 Y Jehovah hizo conforme a la palabra de
Moisés y apartó del faraón, de sus servidores y de su pueblo la nube de moscas,
sin que quedara una sola. 32 Pero el faraón endureció también esta
vez su corazón, y no dejó ir al pueblo.
CAPÍTULO 9
QUINTA PLAGA:
LA PESTE
1 Entonces Jehovah dijo a Moisés:
—Vé al faraón y
dile que Jehovah, el Dios de los hebreos, ha dicho así: "Deja ir a mi
pueblo para que me sirva. 2 Porque si rehúsas dejarlos ir y los
sigues deteniendo, 3 he aquí la mano de Jehovah traerá una terrible
peste sobre tu ganado que está en el campo: caballos, asnos, camellos, vacas y
ovejas. 4 Pero Jehovah hará distinción entre el ganado de Israel y
el de Egipto, de modo que no muera nada de todo lo que pertenece a los hijos de
Israel." 5 -Jehovah fijó un plazo diciendo-: Mañana Jehovah
hará esto en el país.
6 Al día siguiente Jehovah hizo esto, y
murió todo el ganado de Egipto. Pero del ganado de los hijos de Israel no murió
ni un solo animal. 7 El faraón envió observadores, y he aquí que del
ganado de los hijos de Israel no había muerto ni un solo animal. Pero el
corazón del faraón se endureció, y no dejó ir al pueblo.
SEXTA PLAGA:
LAS ÚLCERAS
8 Jehovah dijo a Moisés y a Aarón:
—Tomad puñados de
hollín de un horno, y que Moisés lo esparza hacia el cielo, en presencia del
faraón. 9 Este se convertirá en polvo sobre toda la tierra de
Egipto, y ocasionará sarpullido que producirá úlceras, tanto en los hombres
como en los animales, en toda la tierra de Egipto.
10 Tomaron, pues, el hollín del horno y se
pusieron de pie delante del faraón. Moisés lo esparció hacia el cielo, y éste
se convirtió en sarpullido que producía úlceras, tanto en los hombres como en
los animales. 11 Y los magos no podían estar en presencia de Moisés
por causa de las úlceras, porque los magos tenían úlceras, como todos los
egipcios.
12 Pero Jehovah endureció el corazón del
faraón. Y éste no los escuchó, tal como Jehovah lo había dicho a Moisés.
SÉPTIMA PLAGA:
EL GRANIZO
13 Entonces Jehovah dijo a Moisés:
—Levántate muy de
mañana, preséntate delante del faraón y dile que Jehovah, el Dios de los
hebreos, dice así: "Deja ir a mi pueblo para que me sirva. 14
Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas sobre ti, sobre tus servidores y
sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. 15
Porque hasta ahora yo podría haber extendido mi mano para herirte a ti y a tu
pueblo con una plaga tal que ya habrías sido eliminado de la tierra. 16
Pero por esto mismo te he dejado con vida, para mostrarte mi poder y para dar a
conocer mi nombre en toda la tierra. 17 ¿Todavía te insolentas
contra mi pueblo para no dejarlos ir? 18 He aquí, mañana a estas
horas yo haré caer granizo tan pesado, como nunca lo hubo en Egipto desde el
día en que fue fundado, hasta ahora. 19 Ordena, pues, que recojan tu
ganado y todo lo que tienes en el campo, en un lugar seguro; porque el granizo
caerá sobre todo hombre o animal que se halle en el campo y que no haya sido
recogido en casa, y morirá."
20 De los servidores del faraón, el que
temió la palabra de Jehovah hizo que sus criados y su ganado huyeran a casa. 21
Pero los que no tomaron en serio la palabra de Jehovah dejaron a sus criados y
sus ganados en el campo.
22 Jehovah dijo a Moisés:
—Extiende tu mano
hacia el cielo para que caiga granizo sobre toda la tierra de Egipto, sobre los
hombres, sobre los animales y sobre toda la hierba del campo en la tierra de
Egipto.
23 Moisés extendió su vara hacia el cielo, y
Jehovah envió truenos y granizo. El fuego se descargó sobre la tierra, y
Jehovah hizo llover granizo sobre la tierra de Egipto. 24 Hubo,
pues, granizo y fuego centelleante mezclado con el granizo, y era tan pesado
que nunca lo hubo como aquél en toda la tierra de Egipto desde que comenzó a
ser nación. 25 El granizo destruyó en toda la tierra de Egipto todo
lo que estaba en el campo, tanto los hombres como los animales. El granizo
también arruinó toda la hierba del campo y destrozó todos los árboles del
campo. 26 Sólo en la tierra de Gosén, donde habitaban los hijos de
Israel, no cayó granizo. 27 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés
y a Aarón y les dijo:
—He pecado esta
vez. Jehovah es el justo; yo y mi pueblo somos los culpables. 28
Rogad a Jehovah para que cesen los truenos de Dios y el granizo, y yo os dejaré
ir, y vosotros no os detendréis más.
29 Moisés le respondió:
—Al salir yo de
la ciudad, extenderé mis manos a Jehovah, y los truenos cesarán, y no habrá más
granizo, para que sepas que la tierra es de Jehovah. 30 Pero yo sé
que ni tú ni tus servidores teméis todavía la presencia de Jehovah Dios.
31 El lino y la cebada fueron destruidos,
porque la cebada estaba en espiga y el lino en flor. 32 Pero el
trigo y el centeno no fueron destruidos, pues eran tardíos.
33 Después de haber salido de la presencia
del faraón y de la ciudad, Moisés extendió sus manos a Jehovah, y cesaron los
truenos y el granizo; y no cayó más lluvia sobre la tierra. 34
Entonces, al ver que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, el
faraón volvió a pecar. Tanto él como sus servidores endurecieron su corazón. 35
El corazón del faraón se endureció, y no dejó ir a los hijos de Israel, tal
como Jehovah lo había dicho por medio de Moisés.
CAPÍTULO 10
OCTAVA PLAGA:
LA LANGOSTA
1 Jehovah dijo a Moisés:
—Vé al faraón,
porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus servidores para
manifestar entre ellos estas señales mías, 2 y para que cuentes a
tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, las señales que yo
hice en medio de ellos, para que sepáis que yo soy Jehovah.
3 Entonces Moisés y Aarón fueron al faraón
y le dijeron:
—Jehovah, el Dios
de los hebreos, ha dicho así: "¿Hasta cuándo rehusarás humillarte ante mí?
Deja ir a mi pueblo para que me sirva. 4 Si rehúsas dejarlo ir, he
aquí mañana yo traeré la langosta a tu territorio; 5 y cubrirá la
superficie de la tierra, de modo que ésta no pueda verse. Devorará el resto de
lo que ha escapado, lo que os ha quedado del granizo. Devorará también todos
los árboles que crecen en el campo. 6 Y llenará tus casas, las casas
de tus servidores y las casas de todos los egipcios, como nunca vieron tus
padres ni tus abuelos desde que existieron sobre la tierra, hasta el día de
hoy."
Moisés dio media
vuelta y salió de la presencia del faraón. 7 Entonces los servidores
del faraón le dijeron:
—¿Hasta cuándo ha
de sernos éste una trampa? Deja ir a esos hombres para que sirvan a Jehovah su
Dios. ¿Todavía no te das cuenta de que Egipto está destruido?
8 Moisés y Aarón volvieron a ser traídos
ante el faraón, quien les dijo:
—Id y servid a
Jehovah vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?
9 Moisés respondió:
—Hemos de ir con
nuestros niños y con nuestros ancianos, con nuestros hijos y con nuestras
hijas; hemos de ir con nuestras ovejas y con nuestras vacas, porque tendremos
una fiesta de Jehovah.
10 Y él les dijo:
—¡Sea Jehovah con
vosotros, si yo os dejo ir a vosotros y a vuestros niños! ¡Ved cómo vuestras
malas intenciones están a la vista! 11 ¡No será así! Id vosotros los
varones y servid a Jehovah, pues esto es lo que vosotros habéis pedido.
Y los echaron de
la presencia del faraón. 12 Entonces Jehovah dijo a Moisés:
—Extiende tu mano
sobre la tierra de Egipto, para que la langosta suba sobre la tierra de Egipto.
Ella devorará toda la hierba de la tierra y todo lo que ha dejado el granizo.
13 Moisés extendió su vara sobre la tierra
de Egipto, y Jehovah trajo un viento del oriente sobre el país, todo aquel día
y toda aquella noche. Al amanecer, el viento del oriente trajo la langosta. 14
Esta subió sobre toda la tierra de Egipto y se posó muy densamente en todos los
rincones del país. Nunca antes hubo tal plaga de langosta, ni la habrá después.
15 Cubrieron la superficie de toda la tierra, de modo que la tierra
se oscureció. Devoraron toda la hierba de la tierra y todo el fruto de los
árboles que había dejado el granizo. En toda la tierra de Egipto no quedó nada
verde, ni en los árboles, ni en la hierba del campo.
16 Entonces el faraón hizo llamar
apresuradamente a Moisés y a Aarón, y les dijo:
—He pecado contra
Jehovah vuestro Dios y contra vosotros. 17 Pero perdonad, por favor,
mi pecado sólo una vez más y rogad a Jehovah vuestro Dios para que él aparte de
mí solamente esta mortandad.
18 Moisés salió de la presencia del faraón y
oró a Jehovah. 19 Jehovah hizo soplar un fortísimo viento del
occidente que llevó la langosta y la arrojó al mar Rojo. Ni una sola langosta
quedó en todo el territorio de Egipto. 20 Pero Jehovah endureció el
corazón del faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.
NOVENA PLAGA:
LAS TINIEBLAS
21 Jehovah dijo a Moisés:
—Extiende tu mano
hacia el cielo para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tinieblas que
hasta puedan ser palpadas.
22 Moisés extendió su mano hacia el cielo, y
hubo densas tinieblas por toda la tierra de Egipto, durante tres días. 23
No se podían ver unos a otros, ni nadie se movió de su lugar durante tres días.
Pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus moradas. 24 Luego
el faraón hizo llamar a Moisés y le dijo:
—Id y servid a
Jehovah. Vayan también vuestros niños con vosotros. Solamente que sean dejadas
vuestras ovejas y vuestras vacas.
25 Moisés respondió:
—Entonces tú nos
tendrás que dar animales para sacrificar y ofrecer en holocausto a Jehovah
nuestro Dios. 26 ¡También nuestro ganado irá con nosotros! No
quedará ni una pezuña de ellos, porque de ellos hemos de tomar para servir a
Jehovah nuestro Dios. No sabemos con qué hemos de servir a Jehovah, hasta que
lleguemos allá.
27 Pero Jehovah endureció el corazón del
faraón, y no quiso dejarlos ir. 28 Y el faraón dijo a Moisés:
—¡Retírate de mi
presencia! ¡Guárdate de volver a ver mi cara; porque el día en que veas mi
cara, morirás!
29 Y Moisés respondió:
—Bien has dicho.
¡Jamás volveré a ver tu cara!
REFLEXIÓN
Los magos también
intentaron hacer piojos con sus encantamientos, pero no pudieron. (Exo. 8:18).
Así es Satanás
solo puede llegar a dónde Dios se lo permite, su poder no es ilimitado. Nada se
escapa de las manos de Dios, él tiene el control absoluto y lo que hace es
otorgar concesiones que estén de acuerdo con lo que él ha designado. Así que lo
que nos corresponde es alinearnos con la voluntad de Dios, y no pretender ir
más allá de lo planeado por él.
ORACIÓN
Dios que pueda aprender y entender tus límites, para
agradarte en todo lo que haga. También hazme comprender lo que quieres que se
haga, para no darme coses contra el aguijón. Amén.
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