sábado, 24 de enero de 2015

LECTURA 24 DE ENERO

DÍA 24

24 DE ENERO (ÉXODO 14:1-16:36)

CAPÍTULO 14

LOS ISRAELITAS CRUZAN EL MAR ROJO

1 Jehovah habló a Moisés diciendo:

2 -Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen cerca de Pi-hajirot, entre Migdol y el mar, frente a Baal-zefón; acamparéis en el lado opuesto, junto al mar. 3 Entonces el faraón dirá de los hijos de Israel: "Andan errantes por la tierra; el desierto les cierra el paso." 4 Yo endureceré el corazón del faraón para que os persiga; pero yo mostraré mi gloria en el faraón y en todo su ejército, y los egipcios sabrán que yo soy Jehovah.

Ellos lo hicieron así. 5 Y cuando informaron al rey de Egipto que el pueblo huía, el corazón del faraón y de sus servidores se volvió contra el pueblo. Y dijeron:

—¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, y que no nos sirva?

6 Unció su carro y tomó consigo a su gente. 7 Tomó 600 carros escogidos y todos los demás carros de Egipto con los oficiales que estaban al frente de todos ellos.

8 Jehovah endureció el corazón del faraón, rey de Egipto, y él persiguió a los hijos de Israel; pero éstos salieron osadamente. 9 Los egipcios los persiguieron con toda la caballería, los carros del faraón, sus jinetes y su ejército; y los alcanzaron mientras acampaban junto al mar, al lado de Pi-hajirot, frente a Baal-zefón.

10 Cuando el faraón se había acercado, los hijos de Israel alzaron los ojos; y he aquí que los egipcios venían tras ellos. Entonces los hijos de Israel temieron muchísimo y clamaron a Jehovah. 11 Y dijeron a Moisés:

—¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para morir en el desierto? ¿Por qué nos has hecho esto de sacarnos de Egipto? 12 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto diciendo: "Déjanos solos, para que sirvamos a los egipcios"? ¡Mejor nos habría sido servir a los egipcios que morir en el desierto!

13 Y Moisés respondió al pueblo:

—¡No temáis! Estad firmes y veréis la liberación que Jehovah hará a vuestro favor. A los egipcios que ahora veis, nunca más los volveréis a ver. 14 Jehovah combatirá por vosotros, y vosotros os quedaréis en silencio.

15 Entonces Jehovah dijo a Moisés:

—¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que se marchen. 16 Y tú, alza tu vara y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo para que los hijos de Israel pasen por en medio del mar, en seco. 17 Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que entren detrás de ellos, y mostraré mi gloria en el faraón y en todo su ejército, en sus carros y en sus jinetes. 18 Y los egipcios sabrán que yo soy Jehovah, cuando yo muestre mi gloria en el faraón, en sus carros y en sus jinetes.

19 Entonces el ángel de Dios, que iba delante del campamento de Israel, se trasladó e iba detrás de ellos. Asimismo, la columna de nube que iba delante de ellos se trasladó y se puso detrás de ellos, 20 y se colocó entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel, constituyendo nube y tinieblas para aquéllos, mientras que alumbraba a Israel de noche. En toda aquella noche no se acercaron los unos a los otros.

21 Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y Jehovah hizo que éste se retirase con un fuerte viento del oriente que sopló toda aquella noche e hizo que el mar se secara, quedando las aguas divididas. 22 Y los hijos de Israel entraron en medio del mar en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. 23 Los egipcios los persiguieron, y entraron en el mar tras ellos con toda la caballería del faraón, sus carros y sus jinetes.

24 Aconteció que a eso de la vigilia de la mañana, Jehovah miró hacia el ejército de los egipcios, desde la columna de fuego y de nube, y sembró la confusión en el ejército de los egipcios. 25 Trabó las ruedas de sus carros, de modo que se desplazaban pesadamente. Entonces los egipcios dijeron:

—¡Huyamos de los israelitas, porque Jehovah combate por ellos contra los egipcios!

26 Entonces Jehovah dijo a Moisés:

—Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y sobre sus jinetes.

27 Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, éste volvió a su lecho, de modo que los egipcios chocaron contra él cuando huían. Así precipitó Jehovah a los egipcios en medio del mar. 28 Las aguas volvieron y cubrieron los carros y los jinetes, junto con todo el ejército del faraón que había entrado en el mar tras ellos. No quedó de ellos ni uno solo. 29 Pero los hijos de Israel caminaron en seco por en medio del mar, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. 30 Así libró Jehovah aquel día a Israel de mano de los egipcios. Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. 31 Cuando Israel vio la gran hazaña que Jehovah había realizado contra los egipcios, el pueblo temió a Jehovah, y creyó en él y en su siervo Moisés.

CAPÍTULO 15

CÁNTICO A JEHOVAH POR LA LIBERACIÓN

1 Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Jehovah, diciendo:

"¡Cantaré a Jehovah,
pues se ha enaltecido grandemente!
¡Ha arrojado al mar caballos y jinetes!
2 Jehovah es mi fortaleza y mi canción; 
él ha sido mi salvación.
¡Este es mi Dios! Yo le alabaré.
¡El Dios de mi padre! A él ensalzaré.

3 "Jehovah es un guerrero.
¡Jehovah es su nombre!
4 Ha echado al mar los carros
y el ejército del faraón.
Fueron hundidos en el mar Rojo
sus mejores oficiales.
5 Las aguas profundas los cubrieron;
descendieron como piedra a las profundidades.

6 "Tu diestra, oh Jehovah,
ha sido majestuosa en poder;
tu diestra, oh Jehovah,
ha quebrantado al enemigo.
7 Con la grandeza de tu poder has destruido a los que se opusieron a ti;
desataste tu furor,
y los consumió como a hojarasca.
8 Por el soplo de tu aliento
se amontonaron las aguas;
las olas se acumularon como un dique;
las aguas profundas se congelaron en medio del mar.
9 Dijo el enemigo: ’Perseguiré,
tomaré prisioneros y repartiré el botín;
mi alma se saciará de ellos;
desenvainaré mi espada,
y mi mano los desalojará.’
10 Pero tú soplaste con tu aliento,
y el mar los cubrió.
Se hundieron como plomo
en las impetuosas aguas.

11 "¿Quién como tú, oh Jehovah, entre los dioses?
¿Quién como tú,
majestuoso en santidad,
temible en hazañas dignas de alabanza,
hacedor de maravillas?
12 Extendiste tu diestra,
y la tierra los tragó.
13 En tu misericordia guías a este pueblo que has redimido,
y lo llevas con tu poder a tu santa morada.

14 "Los pueblos lo oyen y tiemblan;
la angustia se apodera de los filisteos.
15 Entonces los jefes de Edom se aterran;
los poderosos de Moab son presas del pánico;
se abaten todos los habitantes de Canaán.
16 Sobre ellos caen terror y espanto;
ante la grandeza de tu brazo
enmudecen como la piedra,
hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehovah;
hasta que haya pasado este pueblo
que tú has adquirido.
17 Tú los introducirás y los plantarás
en el monte de tu heredad,
en el lugar que has preparado
como tu habitación, oh Jehovah,
en el santuario que establecieron tus manos, oh Señor.
18 Jehovah reinará por siempre jamás."

19 Cuando la caballería del faraón entró en el mar con sus carros y jinetes, Jehovah volvió a traer las aguas del mar sobre ellos, mientras que los hijos de Israel caminaron en seco en medio del mar. 20 Entonces María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. 21 Y María les dirigía diciendo:

"¡Cantad a Jehovah,
pues se ha enaltecido grandemente!
¡Ha arrojado al mar caballos y jinetes!"

LAS AGUAS DE MARA SON HECHAS DULCES

22 Moisés hizo que Israel partiese del mar Rojo, y ellos se dirigieron al desierto de Shur. Caminaron tres días por el desierto, sin hallar agua, 23 y llegaron a Mara. Pero no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas. Por eso pusieron al lugar el nombre de Mara. 24 Entonces el pueblo murmuró contra Moisés diciendo:

—¿Qué hemos de beber?

25 Moisés clamó a Jehovah, y Jehovah le mostró un árbol. Cuando él arrojó el árbol dentro de las aguas, las aguas se volvieron dulces. Allí dio al pueblo leyes y decretos. Allí lo probó 26 diciéndole:

—Si escuchas atentamente la voz de Jehovah tu Dios y haces lo recto ante sus ojos; si prestas atención a sus mandamientos y guardas todas sus leyes, ninguna enfermedad de las que envié a Egipto te enviaré a ti, porque yo soy Jehovah tu sanador.

JEHOVAH ENVÍA CODORNICES Y MANÁ

27 Llegaron a Elim, donde había doce manantiales de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

CAPÍTULO 16

1 Toda la congregación de los hijos de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, el día 15 del mes segundo después de salir de la tierra de Egipto. 2 Entonces toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto. 3 Los hijos de Israel les decían:

—¡Ojalá Jehovah nos hubiera hecho morir en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

4 Entonces Jehovah dijo a Moisés:

—He aquí, yo haré llover para vosotros pan del cielo. El pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día; así lo pondré a prueba, si anda en mi ley o no. 5 Pero en el sexto día prepararán lo que han de llevar, que será el doble de lo que recogen cada día.

6 Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel:

—Al atardecer sabréis que Jehovah os ha sacado de la tierra de Egipto. 7 Y al amanecer veréis la gloria de Jehovah, porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Jehovah. Pues, ¿qué somos nosotros para que murmuréis contra nosotros? 8 -Agregó Moisés-: Jehovah os dará al atardecer carne para comer y al amanecer pan hasta saciaros, porque Jehovah ha oído vuestras murmuraciones contra él. Pues, ¿qué somos nosotros? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehovah.

9 Moisés dijo a Aarón:

—Di a toda la congregación de los hijos de Israel: "Acercaos a la presencia de Jehovah, pues él ha oído vuestras murmuraciones."

10 Y sucedió que mientras Aarón hablaba a toda la congregación de Israel, miraron hacia el desierto; y he aquí, la gloria de Jehovah se apareció en la nube. 11 Y Jehovah habló a Moisés diciendo:

12 -Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Háblales diciendo: "Al atardecer comeréis carne, y al amanecer os saciaréis de pan, y sabréis que yo soy Jehovah vuestro Dios."

13 Al atardecer vinieron las codornices y cubrieron el campamento. Y al amanecer había una capa de rocío alrededor del campamento. 14 Cuando se evaporó la capa de rocío, he aquí que sobre la superficie del desierto había una sustancia menuda, escamosa y fina como la escarcha sobre la tierra. 15 Al verla, los hijos de Israel se preguntaron unos a otros:

—¿Qué es esto? 

Pues no sabían lo que era. Entonces Moisés les dijo:

—Es el pan que Jehovah os da para comer. 16 Esto es lo que Jehovah ha mandado: "Recoged de ello cada uno según lo que necesite para comer: un gomer por persona. Cada uno recogerá según el número de las personas que están en su tienda."

17 Así lo hicieron los hijos de Israel. Unos recogieron más, y otros menos. 18 Lo midieron por gomer; y al que recogió mucho no le sobró, y al que recogió poco no le faltó. Cada uno recogió según lo que necesitaba para comer. 19 Y Moisés les dijo:

—Ninguno guarde nada de ello hasta el día siguiente.

20 Pero no obedecieron a Moisés, sino que algunos guardaron algo para el día siguiente; pero crió gusanos y hedió. Y Moisés se enojó contra ellos. 21 Lo recogían cada mañana, cada uno según lo que necesitaba para comer; y cuando el sol calentaba, se derretía. 22 En el sexto día recogieron doble porción de comida: dos gomeres para cada uno. Todos los principales de la congregación fueron a Moisés y se lo hicieron saber. 23 Y él les dijo:

—Esto es lo que ha dicho Jehovah: "Mañana es sábado de reposo, el sábado consagrado a Jehovah. Lo que tengáis que cocer al horno, cocedlo hoy; y lo que tengáis que cocinar, cocinadlo. Y todo lo que sobre, dejadlo a un lado y guardadlo para la mañana."

24 Ellos lo guardaron para la mañana, según lo había mandado Moisés, y no hedió ni crió gusanos. 25 Y dijo Moisés:

—Comedlo hoy, porque es el sábado de Jehovah. Hoy no lo hallaréis en el campo. 26 Seis días lo recogeréis; pero el séptimo día es sábado, en el cual no será hallado.

27 Aconteció que algunos del pueblo salieron para recoger en el séptimo día, y no hallaron nada. 28 Y Jehovah dijo a Moisés:

—¿Hasta cuándo rehusaréis guardar mis mandamientos y mis instrucciones? 29 Mirad que Jehovah os ha dado el sábado, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Permanezca cada uno en su lugar; nadie salga de allí en el séptimo día.

30 Así reposó el pueblo el séptimo día.

EL MANÁ CONSERVADO COMO MEMORIAL

31 La casa de Israel lo llamó Maná. Era como semilla de cilantro, blanco; y su sabor era como de galletas con miel. 32 Moisés dijo:

—Esto es lo que Jehovah ha mandado: "Llenad un gomer de maná para que sea conservado para vuestras generaciones, a fin de que ellas vean el pan que os di a comer en el desierto, cuando os saqué de la tierra de Egipto."

33 Moisés también dijo a Aarón:

—Toma una vasija y pon en ella un gomer lleno de maná; colócala delante de Jehovah, para que sea conservado para vuestras generaciones.

34 Y Aarón lo puso delante del Testimonio, para que fuese conservado, como Jehovah había mandado a Moisés.

35 Los hijos de Israel comieron el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada. Comieron maná hasta que llegaron a la frontera de la tierra de Canaán. 36 (Un gomer es la décima parte de un efa).

REFLEXIÓN

Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehovah. (Exo. 16:8)

Podemos pedir a Dios por nuestras necesidades, pero sin enojarnos ni mucho menos murmurar contra los líderes. Porque esas murmuraciones no son contra ellos, sino contra Dios que es de quien proceden todas las cosas. Nadie puede hacer nada, si Dios no se lo permite. Entonces no es que los líderes no quieren, sino que Dios no ha dado la orden.

ORACIÓN


Señor ayúdame a aceptar que tú eres el que proporciona todas las cosas, y que todo se mueve de acuerdo a lo que tú estableces. Amén

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