DÍA 146
26 DE MAYO (ESDRAS
8:1-10:44)
CAPÍTULO 8
DIRIGENTES QUE VINIERON CON ESDRAS
1 Estos son
los jefes de las casas paternas y el registro de aquellos que vinieron conmigo
de Babilonia, cuando reinaba el rey Artajerjes: 2 De los hijos de
Fineas, Gersón; de los hijos de Itamar, Daniel; de los hijos de David, Hatús 3
de los hijos de Secanías; de los hijos de Paros, Zacarías, y con él fueron
inscritos 150 hombres. 4 De los hijos de Pajat-moab, Elioenai hijo
de Zeraías, y con él, 200 hombres. 5 De los hijos de Zatu, Secanías
hijo de Jahaziel, y con él, 300 hombres. 6 De los hijos de Adín,
Ebed hijo de Jonatán, y con él, 50 hombres. 7 De los hijos de Elam,
Jesaías hijo de Atalías, y con él, 70 hombres. 8 De los hijos de
Sefatías, Zebadías hijo de Micael, y con él, 80 hombres. 9 De los
hijos de Joab, Obadías hijo de Yejiel, y con él, 218 hombres. 10 De
los hijos de Bani, Selomit hijo de Josifías, y con él, 160 hombres. 11
De los hijos de Bebai, Zacarías hijo de Bebai, y con él, 28 hombres. 12
De los hijos de Azgad, Johanán hijo de Hacatán, y con él, 110 hombres. 13
De los hijos de Adonicam, los últimos, éstos cuyos nombres son: Elifelet, Jeiel
y Semaías, y con ellos, 60 hombres. 14 De los hijos de Bigvai, Utai
y Zabud, y con ellos, 70 hombres.
PREPARATIVOS PARA EL VIAJE A JERUSALÉN
15 Los reuní
junto al río que pasa por Ahava, y acampamos allí tres días. Busqué entre el
pueblo y entre los sacerdotes, pero no hallé allí a ninguno de los hijos de
Leví. 16 Entonces mandé buscar a Eliezer, a Ariel, a Semaías, a
Elnatán, a Jarib, a Elnatán, a Natán, a Zacarías y a Mesulam, hombres
principales, junto con Joyarib y Elnatán, que eran maestros. 17 Los
envié a Ido, jefe en la localidad de Casifia, y puse en sus bocas las palabras
que habían de hablar a Ido y a sus hermanos, los servidores del templo que
estaban en la localidad de Casifia, para que nos trajesen ayudantes para la
casa de nuestro Dios.
18 Puesto que
la bondadosa mano de nuestro Dios estaba con nosotros, ellos nos trajeron un
hombre entendido de los descendientes de Majli hijo de Leví, hijo de Israel, es
decir, a Serebías, que con sus hijos y sus hermanos eran 18 personas. 19
También a Hasabías y con él a Jesaías, de los hijos de Merari, que con sus
hermanos y sus hijos eran 20 personas. 20 De los servidores del
templo, a quienes David y los magistrados habían puesto para el servicio de los
levitas, consiguieron 220 servidores del templo, todos los cuales fueron
inscritos por nombre.
21 Entonces
proclamé un ayuno allí junto al río Ahava a fin de humillarnos en la presencia
de nuestro Dios y pedirle un buen viaje para nosotros, para nuestros niños y
para todas nuestras posesiones. 22 Pues tuve vergüenza de pedir al
rey una tropa de soldados y jinetes que nos defendiesen del enemigo en el camino,
porque habíamos hablado al rey diciendo: "La mano de nuestro Dios es para
bien sobre todos los que le buscan, pero su poder y su furor están sobre todos
los que le abandonan."
23 Ayunamos,
pues, y pedimos a nuestro Dios acerca de esto; y él nos fue propicio. 24
Luego aparté a doce de los principales sacerdotes: Serebías, Hasabías y diez de
sus hermanos con ellos. 25 Les pesé la plata, el oro y los
utensilios, la ofrenda que para la casa de nuestro Dios habían ofrecido el rey,
sus consejeros, sus magistrados y todos los que se encontraban de Israel. 26
Entregué en sus manos 650 talentos de plata, 100 talentos de plata en
utensilios y 100 talentos de oro. 27 Además, había veinte tazones de
oro, de 1.000 dracmas, y dos vasos de bronce bruñido muy bueno, apreciados como
de oro.
28 Entonces
les dije: "Vosotros estáis consagrados a Jehovah, y los utensilios son
sagrados. La plata y el oro son una ofrenda voluntaria para Jehovah, Dios de
vuestros padres. 29 Velad y guardadlos hasta que los peséis en
Jerusalén, en las cámaras de la casa de Jehovah, delante de los principales de
los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de las casas paternas de
Israel."
30 Así, pues,
los sacerdotes y los levitas recibieron la plata, el oro y los utensilios que
habían sido pesados, para llevarlos a Jerusalén, a la casa de nuestro Dios. 31
Y el 12 del mes primero partimos del río Ahava, para ir a Jerusalén. Y la mano
de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y de los
asaltantes en el camino.
LOS PRIMEROS DÍAS EN JERUSALÉN
32 Llegamos a
Jerusalén y descansamos allí tres días. 33 Al cuarto día fueron
pesados, en la casa de nuestro Dios, la plata, el oro y los utensilios, y
entregados a Meremot hijo del sacerdote Urías. Con él estaba Eleazar hijo de
Fineas, y con ellos los levitas Josabad hijo de Jesúa y Noadías hijo de Binúi. 34
En aquella ocasión todo fue contado y pesado, y se registró el peso total.
35 Al llegar
del cautiverio, los que habían estado cautivos ofrecieron holocaustos al Dios
de Israel: 12 toros por todo Israel, 96 carneros, 77 corderos, 12 machos
cabríos para sacrificio por el pecado; todo ello como holocausto a Jehovah.
36 Luego
entregaron los decretos del rey a los sátrapas del rey y a los gobernadores de
Más Allá del Río, los cuales prestaron apoyo al pueblo y a la casa de Dios.
CAPÍTULO
9
PROBLEMA DE LOS MATRIMONIOS MIXTOS
1 Acabadas
estas cosas, se acercaron a mí los magistrados y dijeron: "El pueblo de
Israel, los sacerdotes y los levitas no se han separado de los pueblos de las
tierras en cuanto a las abominaciones de los cananeos, los heteos, los
ferezeos, los jebuseos, los amonitas, los moabitas, los egipcios y los
amorreos. 2 Porque de las hijas de éstos han tomado mujeres para sí
y para sus hijos, y han mezclado la simiente santa con la de los pueblos de la
tierra. Y los magistrados y los oficiales han sido los primeros en incurrir en
esta infidelidad."
3 Al oír esto,
rasgué mi vestidura y mi manto, me arranqué los pelos de mi cabeza y de mi
barba, y me senté consternado. 4 Luego se reunieron junto a mí todos
los que temían la palabra del Dios de Israel, a causa de la infidelidad de los
del cautiverio; pero yo quedé sentado y consternado hasta el sacrificio de la
tarde. 5 A la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi
aflicción, y con mi vestidura y mi manto rasgados me postré de rodillas,
extendí mis manos a Jehovah mi Dios, 6 y dije: "Dios mío, estoy
avergonzado y afrentado como para levantar mi cara a ti, oh Dios mío; porque
nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestras cabezas, y nuestra
culpa ha crecido hasta los cielos. 7 Desde los días de nuestros
padres hasta el día de hoy hemos tenido gran culpabilidad, y por nuestras
iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido
entregados en mano de los reyes de otras tierras, a la espada, al cautiverio,
al saqueo y a una vergüenza total, como en este día. 8 Y ahora, por
un breve momento, se ha mostrado la misericordia de Jehovah nuestro Dios al
dejarnos sobrevivientes libres y al darnos un punto de apoyo en su lugar santo,
para que nuestro Dios alumbre nuestros ojos, y nos revitalice un poco en medio
de nuestra servidumbre. 9 Porque hemos sido siervos, pero nuestro
Dios no nos desamparó en nuestra servidumbre, sino que inclinó sobre nosotros
su misericordia ante los reyes de Persia, revitalizándonos para levantar la
casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y dándonos protección en Judá y en
Jerusalén.
10 "Pero
ahora, oh Dios nuestro, ¿qué diremos después de esto? Porque hemos abandonado
tus mandamientos 11 que mandaste por medio de tus siervos los
profetas, diciendo: ’La tierra a la cual vais para tomarla en posesión es una
tierra inmunda a causa de la inmundicia de los pueblos de aquellas tierras, que
por sus abominaciones la han llenado de su inmundicia de un extremo a otro. 12
Ahora pues, no daréis vuestras hijas a sus hijos, ni tomaréis sus hijas para
vuestros hijos. No procuraréis jamás la paz ni el bienestar de ellos, para que
seáis fortalecidos y comáis del bien de la tierra, a fin de que la dejéis como
heredad a vuestros hijos para siempre.’
13 "Pero
después de todo lo que nos ha sobrevenido por nuestras malas obras y por
nuestra gran culpa, a pesar de que tú, oh Dios nuestro, nos has castigado menos
de lo que merecía nuestra iniquidad y nos has dado un grupo de sobrevivientes
como éste, 14 ¿hemos de volver a traspasar tus mandamientos y a
emparentar con los pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarás
contra nosotros hasta consumirnos, de modo que no quede un remanente ni sobrevivientes?
15 Oh Jehovah Dios de Israel, tú eres justo, pues hemos quedado
sobrevivientes como en este día. Henos aquí delante de ti, a pesar de nuestra
culpa; porque nadie puede permanecer en tu presencia, a causa de esto."
CAPÍTULO 10
MEDIDAS CONTRA LOS MATRIMONIOS MIXTOS
1 Mientras
Esdras oraba y hacía confesión llorando y postrándose ante la casa de Dios, se
juntó a él una multitud muy grande de Israel: hombres, mujeres y niños; y el
pueblo lloraba amargamente. 2 Entonces intervino Secanías hijo de
Yejiel, de los descendientes de Elam, y dijo a Esdras:
—Nosotros hemos actuado con infidelidad contra
nuestro Dios, pues hemos tomado mujeres extranjeras de los pueblos de la
tierra. Pero a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel. 3 Ahora
pues, hagamos un pacto con nuestro Dios: Despediremos a todas las mujeres y a
los hijos nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el
mandamiento de nuestro Dios. Hágase conforme a la ley. 4 Levántate,
porque es tu responsabilidad. Nosotros estamos contigo; esfuérzate y actúa.
5 Esdras se
levantó e hizo jurar a los principales sacerdotes, a los levitas y a todo
Israel, que harían conforme a este consejo. Y ellos lo juraron. 6
Luego Esdras se retiró de delante de la casa de Dios y entró en la cámara de
Johanán hijo de Eliasib. Allí fue, pero no comió pan ni bebió agua, porque hizo
duelo por esta gran infidelidad de los del cautiverio.
7 Entonces
hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén, a todos los que habían vuelto del
cautiverio, para que se reuniesen en Jerusalén, 8 y que al que no
viniese dentro de tres días, conforme al acuerdo de los magistrados y de los
ancianos, se le confiscarían todos sus bienes, y sería separado de la asamblea
de los que habían vuelto del cautiverio. 9 Así que todos los hombres
de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén en el plazo de tres días, el 20
del mes noveno. Y todo el pueblo se sentó en el área abierta de la casa de
Dios, temblando por motivo de aquel asunto y a causa de la lluvia. 10
Entonces se levantó el sacerdote Esdras y les dijo:
—Vosotros habéis actuado con infidelidad,
porque tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así a la culpa de Israel. 11
Ahora pues, haced confesión a Jehovah, Dios de vuestros padres. Cumplid su
voluntad, y apartaos de los pueblos de la tierra y de las mujeres extranjeras.
12 Entonces
toda la congregación respondió y dijo en voz alta:
—Sí, haremos conforme a tu palabra. 13
Pero el pueblo es numeroso, y el tiempo es lluvioso; no tenemos fuerzas para
permanecer afuera. Además, no es una tarea de un día ni de dos, porque somos
muchos los que hemos transgredido en este asunto. 14 Que se queden
nuestros magistrados en lugar de toda la congregación, y que todos aquellos en
nuestras ciudades que han tomado mujeres extranjeras vengan en tiempos
determinados, y junto con ellos los ancianos y los jueces de cada ciudad, hasta
que se haya apartado de nosotros el furor de la ira de nuestro Dios por este
asunto.
15 Sólo
Jonatán hijo de Asael y Jaazías hijo de Ticva, apoyados por Mesulam y Sabetai
el levita, se opusieron a esto.
16 Así lo
hicieron los que habían sido cautivos. Fueron apartados el sacerdote Esdras y
algunos hombres, jefes de sus casas paternas, todos ellos designados por
nombre. Y se sentaron el primer día del mes décimo para investigar el asunto. 17
Y el primer día del mes primero concluyeron la investigación de todos aquellos
que habían tomado mujeres extranjeras.
LOS QUE TOMARON MUJERES EXTRANJERAS
18 De los
hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras fueron hallados
los siguientes: de los hijos de Jesúa hijo de Josadac y de sus hermanos:
Maasías, Eliezar, Jarib y Gedalías. 19 Ellos se comprometieron a
despedir a sus mujeres, y su ofrenda por la culpa fue de un carnero del rebaño,
por su delito. 20 De los hijos de Imer: Hanani y Zebadías. 21
De los hijos de Harim: Maasías, Elías, Semaías, Yejiel y Uzías. 22
De los hijos de Pasjur: Elioenai, Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasa.
23 De los
levitas: Jozabad, Simei, Quelaías (éste es Quelita), Petaías, Judá y Eliezer. 24
De los cantores: Eliasib. De los porteros: Salum, Telem y Uri.
25 Asimismo de
Israel: De los hijos de Paros: Ramías, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar,
Malquías y Benaías. 26 De los hijos de Elam: Matanías, Zacarías,
Yejiel, Abdi, Jeremot y Elías. 27 De los hijos de Zatu: Elioenai,
Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Aziza. 28 De los hijos de Bebai:
Johanán, Hanaías, Zabai y Atlai. 29 De los hijos de Bani: Mesulam,
Maluc, Adaías, Jasub, Seal y Ramot. 30 De los hijos de Pajat-moab:
Adna, Quelal, Benaías, Maasías, Matanías, Bezaleel, Binúi y Manasés. 31
De los hijos de Harim: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón, 32
Benjamín, Maluc y Semarías. 33 De los hijos de Hasum: Matenai,
Matata, Zabad, Elifelet, Jeremai, Manasés y Simei. 34 De los hijos
de Bani: Madai, Amram, Uel, 35 Benaías, Bedías, Queluhi, 36
Vanías, Meremot, Eliasib, 37 Matanías, Matenai, Jaasai, 38
Bani, Binúi, Simei, 39 Selemías, Natán, Adaías, 40
Macnadebai, Sasai, Sarai, 41 Azareel, Selemías, Semarías, 42
Salum, Amarías y José. 43 De los hijos de Nebo: Jeiel, Matatías,
Zabad, Zebina, Jadai, Joel y Benaías.
44 Todos estos
habían tomado mujeres extranjeras, y algunos tenían mujeres que les habían dado
hijos.
TRABAJANDO SIEMPRE DEL LADO CORRECTO
REFLEXIÓN
La mano de nuestro Dios es para bien sobre
todos los que le buscan, pero su poder y su furor están sobre todos los que le
abandonan. (Esd. 8:22)
Dio siempre acompaña a quien busca hacer su
voluntad, en lo que busquemos hacer lo que Dios desea el acompañará a quienes
hagan esto. Pero quien sabe lo que Dios desea y empieza a hacer otra cosa,
sentirá el peso de la fuerza del furor de Dios. Debemos buscar primeramente la
voluntad de Dios ante de ponernos a accionar, Para caminar siempre en dirección
de lo que Dios quiere hacer. No ponernos en acción con una planificación hecha,
para luego esperar que Dios bendiga nuestro plan. Queremos la bendición de Dios,
pero que sea lo que nosotros hemos pensado. Después vemos a muchos empujando
una carreta muy pesada, y lo que es peor echando mano de lo que sea para que se
cumpla nuestro plan que supuestamente ya Dios bendijo. Tenemos que tener cuidado
con esto.
ORACIÓN
Mi Dios que pueda yo siempre
trabajar a tu lado y de tu lado. Amén.
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