DÍA 161
10 DE JUNIO (JOB 29:1-31:40)
CAPÍTULO 29
1 Job continuó
su discurso y dijo:
2 -¡Quién me
concediese ser
como en los meses pasados,
como en los días cuando Dios me guardaba!
3 Entonces él
hacía resplandecer
su lámpara sobre mi cabeza,
y a su luz yo caminaba en la oscuridad.
4 Así fue en
los días de mi vigor,
cuando la amistad íntima de Dios estaba sobre
mi morada;
5 cuando el
Todopoderoso aún estaba conmigo,
y mis hijos estaban alrededor de mí;
6 cuando mis
pasos se bañaban en leche,
y la roca me vertía corrientes de aceite.
7 »Entonces yo
iba al tribunal de la ciudad,
y alistaba mi asiento en la plaza.
8 Los jóvenes
me veían
y se hacían a un lado;
los ancianos se levantaban
y permanecían de pie.
9 Los
magistrados detenían sus palabras,
y ponían la mano sobre sus bocas.
10 La voz de
los nobles se apagaba,
y su lengua se pegaba a su paladar.
11 Cuando los
oídos me oían,
me llamaban: "¡Dichoso!"
Cuando los ojos me veían,
daban testimonio en mi favor.
12 Porque yo
libraba al pobre que clamaba,
y al huérfano que no tenía quien le ayudara.
13 La
bendición del moribundo caía
sobre mí,
y yo daba alegría al corazón de la viuda.
14 Yo me
vestía de rectitud,
y ella me vestía a mí;
como manto y turbante era mi justicia.
15 »Yo era
ojos para el ciego;
y pies para el cojo.
16 Era un
padre para los necesitados,
e investigaba la causa que no conocía.
17 Yo rompía
las quijadas del inicuo,
y de sus dientes arrancaba la presa.
18 »Yo me
decía: "En mi nido expiraré,
y multiplicaré mis días como la arena."
19 Mi raíz
alcanzaba hasta las aguas,
y de noche el rocío se posaba en mis ramas.
20 Mi honra se
mantenía nueva en mí,
y mi arco se renovaba en mi mano.
21 »Ellos me
escuchaban y esperaban;
ante mi consejo guardaban silencio.
22 Después de
mi palabra no volvían a hablar,
y mi discurso destilaba sobre ellos.
23 Me
esperaban como a la lluvia,
y abrían su boca como a la lluvia tardía.
24 Cuando me
reía con ellos, ¡no lo creían!
No dejaban decaer la luz de mi rostro.
25 Yo escogía
el camino para ellos,
y me sentaba como su jefe.
Yo vivía como un rey
que está en medio de sus tropas,
como el que consuela a los que están de duelo.
CAPÍTULO
30
1 »Pero ahora
se ríen de mí los que son en edad más jóvenes que yo,
aquellos a cuyos padres yo habría desdeñado
poner junto con los perros de mi rebaño.
2 ¿Para qué
habría necesitado yo
la fuerza de sus manos,
si su vigor se había ido de ellos?
3 Por la
miseria y el hambre están anémicos;
roen la tierra reseca,
la tierra arruinada y desolada.
4 Recogen
malvas entre los arbustos
y la raíz de la retama para calentarse.
5 Están
expulsados de la comunidad,
y gritan contra ellos como a ladrones.
6 Habitan en
los barrancos de los arroyos,
en los huecos de la tierra y de las peñas.
7 Chillan
entre los arbustos
y se apiñan debajo de los espinos.
8 ¡Insensatos!
¡También gente sin nombre,
echados a golpes de la tierra!
9 »Pero ahora
he llegado a ser su canción;
soy el tema de su habladuría.
10 Me abominan
y se alejan de mí;
no se refrenan de escupir mi cara.
11 Porque Dios
ha aflojado la cuerda de mi arco y me ha afligido,
ellos se han desenfrenado en mi presencia.
12 A la
derecha se levanta la chusma;
empujan mis pies y preparan contra mí
sus destructivos caminos.
13 Arruinan mi
senda;
se aprovechan de mi destrucción.
No hay quien los detenga.
14 Entran como
por amplia brecha,
y dan vueltas en medio de la devastación.
15 Los
terrores se han vuelto contra mí;
mi honor es perseguido como por el viento,
y ha pasado como la nube mi prosperidad.
16 »Ahora mi
alma se derrama en mí;
los días de la aflicción
se han apoderado de mí.
17 La noche me
taladra los huesos,
y los que me corroen no reposan.
18 Con gran
fuerza es desfigurada mi vestidura;
me aprieta como el cuello de mi túnica.
19 Tú me has
arrojado en el lodo,
y he llegado a ser como el polvo y la ceniza.
20 Clamo a ti,
y tú no me respondes;
me presento, y tú no me atiendes.
21 Te has vuelto
cruel para conmigo;
con el poder de tu mano me persigues.
22 Me
levantas, me haces cabalgar sobre el viento,
y luego me deshaces en la tormenta.
23 Porque sé
que me conduces a la muerte,
a la casa destinada para todos los vivientes.
24 »Sin embargo,
¿no extenderá su mano el que está en la ruina?
¿No clamará a él en su infortunio?
25 ¿No he
llorado por aquel cuya vida es difícil?
¿No ha tenido mi alma compasión por el
necesitado?
26 Cuando
esperaba el bien,
me vino el mal;
cuando aguardaba la luz,
vino la oscuridad.
27 Mis
entrañas hierven y no tienen sosiego;
los días de mi aflicción me han alcanzado.
28 Ando
enlutado y sin consuelo;
me levanto en la asamblea y clamo.
29 He llegado
a ser hermano de los chacales
y compañero de las avestruces.
30 Mi piel
ennegrecida se me cae,
y mis huesos arden de calor.
31 Mi arpa ha
llegado a ser para el duelo,
y mi flauta para la voz de los que lloran.
CAPÍTULO
31
1 »He hecho un
pacto con mis ojos;
¿cómo, pues, hubiera podido fijar la mirada en
una virgen?
2 ¿Cuál sería
entonces la porción
que Dios me daría desde arriba,
la heredad que da el Todopoderoso desde lo
alto?
3 ¿Acaso no
habrá desgracia para el maligno
e infortunio para los que obran iniquidad?
4 ¿Acaso no ve
él mis caminos
y cuenta todos mis pasos?
5 »Si he
andado con la vanidad
y mi pie se ha apresurado al engaño,
6 entonces que
Dios me pese
en la balanza de justicia,
y conozca así mi integridad.
7 Si mi paso
se apartó del camino
y mi corazón se fue en pos de mis ojos,
o si alguna mancha se pegó a mis manos,
8 entonces que
otro coma lo que yo siembre,
y sea desarraigado lo que plante.
9 »Si mi
corazón ha sido seducido
con respecto a una mujer,
y si he acechado a la puerta de mi prójimo,
10 entonces
que muela para otro mi mujer,
y sean otros los que se inclinen sobre ella.
11 Porque
aquello sería una infamia
y un delito digno de castigo.
12 Sería un
fuego que devorase
hasta la completa destrucción,
y desarraigaría toda mi producción.
13 »Si he
menospreciado el derecho
de mi siervo o de mi sierva,
cuando tuvieron litigio conmigo,
14 ¿qué haré
cuando Dios se levante?
¿Qué le responderé cuando me pida cuentas?
15 El que me
hizo a mí en el vientre,
¿no lo hizo también a él?
¿No nos formó uno mismo en la matriz?
16 »Si he
estorbado los anhelos de los pobres
y he hecho desfallecer los ojos de la viuda,
17 si he
comido mi bocado yo solo
y no ha comido de él también el huérfano
18 (aunque
desde mi juventud
yo lo crié como un padre
y desde mi nacimiento la guié),
19 si he visto
a alguien perecer por falta de vestido
o que el necesitado carezca de abrigo,
20 si no me
bendijeron sus lomos
ni se abrigó con el vellón de mis ovejas,
21 si he
alzado mi mano contra el huérfano
cuando me vi apoyado en el tribunal,
22 entonces
desgájese del hombro mi brazo,
y sepárese mi brazo de mi antebrazo.
23 Porque he
temido el castigo de Dios,
contra cuya majestad yo no podría actuar.
24 »Si puse al
oro como objeto de mi confianza
y al oro fino dije: "Tú eres mi
seguridad",
25 si me he
alegrado porque era grande mi riqueza
o porque mi mano haya logrado tanto,
26 si he
mirado al sol cuando resplandece
y a la luna desplazándose en su esplendor,
27 si en
secreto fue seducido mi corazón
y mi boca les envió un beso con la mano,
28 esto
también habría sido
un delito digno de castigo;
porque habría negado al Dios de lo alto.
29 »Si me he
alegrado por el infortunio del que me aborrece,
o me regocijé cuando le alcanzó el mal
30 (yo no he
entregado mi boca al pecado
pidiendo su vida con imprecación),
31 si los
hombres de mi morada no decían:
"¿Quién podrá hallar a alguien
que no se haya saciado con su carne?"
32 (el
forastero no pasaba la noche en la calle,
pues yo abría mis puertas al caminante),
33 si cual
Adán he encubierto mis transgresiones
escondiendo en mi seno mi iniquidad
34 (pues
estaba alarmado de la gran multitud
y me atemorizaba el desprecio de las familias,
de modo que callé y no salí a mi
puerta …)
35 ¡Oh, si yo
tuviera quién me oyese!
»He aquí mi firma.
¡Que el Todopoderoso me responda!
¡Que mi adversario escriba un acta contra mí!
36 Ciertamente
yo la llevaría sobre el hombro,
y me la ceñiría cual corona.
37 Yo le
rendiría cuentas de todos mis pasos;
como un príncipe me acercaría a él.
38 Si mi
tierra clama contra mí
y junto con ella lloran sus surcos,
39 si he
comido de su fuerza sin pagarlo
o he hecho expirar a sus dueños,
40 entonces
que me broten cardos en lugar de trigo
y cizaña en lugar de cebada.
Terminaron las palabras de Job.
HACIÉNDOME PREGUNTAS SIN OBTENER RESPUESTAS
REFLEXIÓN
Así fue en los días de mi vigor, cuando la
amistad íntima de Dios estaba sobre mi morada (Job 29:4)
Así se siente una persona que está en gran
aflicción, siente que en tiempos pasados Dios estuvo de su parte; pero que
ahora lo ha abandonado completamente. Job pensaba, analizaba su situación, pero
no encontraba ninguna respuesta satisfactoria, ninguna lógica al asunto. Y es
que a mi parecer no tiene ninguna, no tiene sentido todo lo que estaba pasando.
No tiene sentido el hecho que pases y pases por una mala situación, que sea
permitido por Dios y que además no veas ninguna salida pronta. Solo sigues en
la misma situación y ves pesando todo a tu alrededor, sin poder tener la
capacidad de poder hacer algo para salir de ella. Y lo peor de todo es que
meditas, que podrá ser lo que detono tal situación y no encuentras respuestas.
ORACIÓN
Mi Dios que mis fuerzas alcancen para no dejar
de estar a tu lado, en estos momentos difíciles. Amén.
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