DÍA 155
4 DE JUNIO (JOB 7:1-9:35)
CAPÍTULO 7
1 »¿Acaso no
es una milicia
lo que tiene el hombre en la tierra?
¿No son sus días como los días de un
asalariado?
2 Como el
esclavo que anhela la sombra,
o como el asalariado que espera su paga,
3 así he
tenido que heredar meses de futilidad,
y me han sido asignadas noches de sufrimiento.
4 Si estoy
acostado, digo:
"¿Cuándo me levantaré?"
Y por la noche me colmo
de inquietudes hasta el alba.
5 Mi carne se
ha vestido de gusanos
y de costras de tierra;
mi piel resquebrajada se deshace.
6 Mis días son
más veloces
que la lanzadera del tejedor
y se acaban sin que haya esperanza.
7 »Acuérdate
de que mi vida es un soplo;
mis ojos no volverán a ver el bien.
8 El ojo del
que me ve no me verá más.
Tu ojo se fijará en mí,
y yo ya no estaré.
9 Como la nube
se deshace y se desvanece,
así el que desciende al Seol
no volverá a subir.
10 No volverá
más a su casa,
ni su lugar lo volverá a reconocer.
11 »Por tanto,
yo no refrenaré mi boca.
Hablaré en la angustia de mi espíritu;
me quejaré en la amargura de mi alma.
12 ¿Acaso soy
yo el mar o el monstruo marino,
para que me pongas bajo guardia?
13 Cuando
digo: "Mi cama me consolará,
mi lecho aliviará mis quejas",
14 entonces me
aterras con sueños
y me turbas con visiones.
15 Y así mi
alma prefiere la asfixia y la muerte,
antes que estos mis huesos.
16 ¡Me
deshago! No he de vivir para siempre.
¡Déjame, pues mis días son vanidad!
17 »¿Qué es el
hombre,
para que lo engrandezcas
y para que te preocupes de él;
18 para que lo
visites cada mañana,
y para que a cada instante lo pongas a prueba?
19 ¿Hasta
cuándo no dejarás de observarme,
ni me soltarás para que siquiera trague mi
saliva?
20 Si he
pecado, ¿qué daño te hago a ti,
oh Vigilante de los hombres?
¿Por qué me pones como tu blanco,
y que yo sea una carga para mí mismo?
21 ¿O por qué
no perdonas mi rebelión
y quitas mi iniquidad?
Pues ahora yaceré en el polvo,
y si con diligencia me buscas, ya no estaré.
CAPÍTULO
8
PRIMERA INTERVENCIÓN DE BILDAD
1 Entonces
intervino Bildad el sujita y dijo:
2 -¿Hasta
cuándo hablarás tales cosas,
y las palabras de tu boca serán viento
impetuoso?
3 ¿Acaso
pervertirá Dios el derecho?
¿El Todopoderoso pervertirá la justicia?
4 Si tus hijos
pecaron contra él,
él los entregó en mano de su transgresión.
5 Si con
diligencia buscaras a Dios
e imploraras la gracia del Todopoderoso,
6 si fueras
limpio y recto,
ciertamente ahora él velaría por ti
y te restauraría la morada que en justicia
mereces.
7 Aunque tu
comienzo haya sido insignificante,
tu porvenir se engrandecerá en gran manera.
8 »Pues
indaga, por favor, en las generaciones del pasado;
investiga lo que sus padres han descubierto.
9 Pues
nosotros somos tan sólo de ayer y nada sabemos;
nuestros días sobre la tierra son una sombra.
10 ¿No te
enseñarán ellos y te hablarán,
y de su corazón sacarán palabras?
11 »¿Crece el
papiro donde no hay pantano?
¿Crece el junco sin agua?
12 Y estando
aún en su tallo, sin ser cortado,
se seca antes que toda hierba.
13 Así son las
sendas de todos
los que se olvidan de Dios,
y la esperanza del impío perecerá.
14 El objeto
de su confianza es como tul de verano
y aquello en que confía es como tela de araña:
15 Si se apoya
sobre su tela, no le sostendrá;
si se agarra de ella, no le resistirá.
16 »Así es él:
Lleno de savia delante del sol,
sus retoños sobresalen del huerto.
17 Sus raíces
se entretejen
sobre un montón de piedras,
y vive entre los pedregales.
18 Si alguien
intenta arrancarlo de su lugar,
éste le niega diciendo:
"¡Nunca te he visto!"
19 »He aquí,
así es el gozo de su camino,
y otros brotarán del polvo.
20 He aquí,
Dios no rechaza al íntegro
ni sostiene la mano de los malhechores.
21 Aún llenará
tu boca de risa,
y tus labios con grito de júbilo.
22 Los que te
aborrecen se vestirán de vergüenza,
y la morada de los impíos desaparecerá.
CAPÍTULO
9
JOB RESPONDE A BILDAD
1 Entonces
respondió Job y dijo:
2 -Ciertamente
yo sé que es así.
¿Y cómo se ha de justificar un hombre ante
Dios?
3 Si uno
quisiera contender con él,
no le podría responder una cosa
entre mil.
4 El es sabio
de corazón y poderoso en fuerza.
¿Quién se ha endurecido contra él
y ha quedado ileso?
5 El arranca
las montañas de su lugar,
y ellas no saben que en su furor las
trastorna.
6 El sacude la
tierra de su lugar
y estremece sus columnas.
7 El manda al
sol, y éste no brilla;
y pone un sello a las estrellas.
8 Por sí solo
extiende los cielos
y camina sobre las ondas del mar.
9 El hizo la
Osa Mayor, el Orión, las Pléyades
y las constelaciones del sur.
10 El hace
cosas tan grandes que son inescrutables,
y maravillas que no se pueden enumerar.
11 Si él cruza
junto a mí, yo no le veo;
él pasa sin que yo lo comprenda.
12 Si él
arrebata, ¿quién lo hará desistir?
¿Quién le dirá: "¿Qué haces?"
13 Dios no
detendrá su ira;
bajo él se postran los que ayudan a Rahab.
14 »¿Cómo,
pues, podré responderle?
¿Podré yo escoger mis palabras
para con él?
15 Aun siendo
justo, no podría responder;
más bien, pediría clemencia en mi causa.
16 Si yo le
invocara y él me respondiese,
yo no podría creer que escuchara
mi voz.
17 Porque me
aplasta con tormenta,
y aumenta mis heridas sin causa.
18 No me deja
cobrar aliento,
sino que me colma de amarguras.
19 Si se trata
de fuerzas,
¡he aquí que es poderoso!
Si se trata de juicio,
¿quién le convocará?
20 Si me
declaro justo,
mi boca me condena;
si íntegro, él me declara culpable.
21 ¿Soy
íntegro? Ni yo mismo me conozco.
¡Desprecio mi vida!
22 Da lo
mismo, por lo cual digo:
"Al íntegro y al impío, él los consume.
23 Si el azote
mata de repente,
él se ríe de la desesperación de los
inocentes.
24 La tierra
es entregada en manos de los impíos,
y él cubre el rostro de sus jueces.
Si no es él, entonces, ¿quién es?
25 Mis días
son más veloces que un corredor;
huyen sin lograr ver el bien.
26 Pasan como
embarcaciones de junco,
como un águila que se lanza sobre su
comida."
27 »Si digo:
"Olvidaré mi queja;
cambiaré mi semblante y estaré alegre",
28 entonces me
turban todos mis dolores;
sé que no me tendrás por inocente.
29 Yo he sido
declarado culpable;
entonces, ¿para qué fatigarme en vano?
30 Aunque me
bañe con jabón
y limpie mis manos con lejía,
31 aun así me
hundirás en el hoyo,
y me abominarán mis vestiduras.
32 »Porque él
no es hombre como yo
para que le responda,
y para que juntos vengamos a juicio.
33 No hay
entre nosotros un árbitro
que ponga su mano sobre ambos.
34 ¡Que quite
de sobre mí su vara,
y que no me espante su terror!
35 Entonces yo
hablaré y no le temeré;
de otro modo, yo no soy dueño de mí mismo.
NO HAY ESCAPATORIA PARA LO QUE DIOS DISPONGA
REFLEXIÓN
Da lo mismo, por lo cual digo: Al íntegro y al
impío, él los consume. (Job 9:22)
Así que no es cuestión
de que si nuestro mal es consecuencia de mis acciones, es una decisión de Dios.
Por lo menos es lo que está diciendo Job, sus amigos lo acusan y dicen lo que
se dice en esos casos; esto te viene porque estás mal con Dios. Pero Job dice
que si porta mal Dios te concede mal, pero aunque andes en rectitud ante Dios
en algún momento te puede venir un mal también. El impío no tiene de que
quejarse, sabe que su mal le viene a consecuencia de su pecado. Pero cuando
alguien íntegro le viene mal, entonces se desata una gran tormenta y las personas
comentan; ¿este no y que era recto delante de Dios? Pero lo cierto es que
cualquiera que sea la forma que viene el mal, o lo manda Dios, o el enemigo
arremete, te lo merezcas o sea injustificado; siempre será Dios el que permite
que suceda.
ORACIÓN
Mi Dios socórreme en
este tiempo de angustia, no deje que piene que te has olvidado de mí. Amén.
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