viernes, 13 de marzo de 2015

LECTURA 13 DE MARZO

DÍA 72

13 DE MARZO (JOSUÉ 3:1-6:27)

CAPÍTULO 3

LOS ISRAELITAS CRUZAN EL JORDÁN

1 Josué se levantó muy de mañana y partió de Sitim con todos los hijos de Israel. Llegaron hasta el Jordán y pasaron allí la noche antes de cruzarlo. 2 Después de tres días, los oficiales pasaron por medio del campamento 3 y mandaron al pueblo diciendo:

—Cuando veáis que el arca del pacto de Jehovah vuestro Dios es llevada por los sacerdotes y levitas, vosotros partiréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella, 4 para que sepáis el camino por donde habéis de ir; porque vosotros no habéis pasado antes por este camino. Pero entre vosotros y el arca habrá una distancia de 2.000 codos. No os acerquéis a ella.

5 Y Josué dijo al pueblo:

—Purificaos, porque mañana Jehovah hará maravillas entre vosotros.

6 Luego Josué habló a los sacerdotes diciendo:

—Tomad el arca del pacto y pasad delante del pueblo.

Entonces tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo. 7 Y Jehovah dijo a Josué:

—Desde este día comenzaré a engrandecerte ante los ojos de todo Israel, para que sepan que como estuve con Moisés, así estaré contigo. 8 Tú mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: "Cuando hayáis llegado hasta la orilla de las aguas del Jordán, os detendréis en el Jordán."

9 Y Josué dijo a los hijos de Israel:

—Acercaos acá y escuchad las palabras de Jehovah vuestro Dios. 10 -Y añadió Josué-: En esto conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que él ciertamente echará de delante de vosotros a los cananeos, los heteos, los heveos, los ferezeos, los gergeseos, los amorreos y los jebuseos: 11 He aquí, el arca del pacto del Señor de toda la tierra cruzará el Jordán delante de vosotros. 12 Tomad, pues, ahora doce hombres de las tribus de Israel, uno de cada tribu. 13 Y cuando las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehovah, Señor de toda la tierra, se posen en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se cortarán, porque las aguas que descienden de arriba se detendrán como en un embalse.

14 Sucedió que cuando el pueblo partió de sus tiendas para cruzar el Jordán, y los sacerdotes iban delante del pueblo llevando el arca del pacto; 15 y cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, en cuanto los pies de los sacerdotes se mojaron en la orilla del agua (el Jordán se llena hasta sus bordes todo el tiempo de la siega), 16 las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un embalse, muy lejos de Adam, ciudad contigua a Saretán. Entonces las aguas que descendían al mar del Arabá, es decir, al mar Salado, se cortaron por completo. De este modo el pueblo cruzó frente a Jericó. 17 Y los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehovah estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, mientras todo Israel pasaba en seco, y hasta que todo el pueblo terminó de cruzar el Jordán.

CAPÍTULO 4

LAS DOCE PIEDRAS MEMORIALES

1 Cuando toda la gente acabó de cruzar el Jordán, Jehovah habló a Josué diciendo:

2 -Toma del pueblo doce hombres, uno de cada tribu, 3 y mándales diciendo: "Tomad de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales llevaréis con vosotros, y las pondréis en el lugar donde habéis de pasar esta noche."

4 Josué llamó a los doce hombres a quienes había designado de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu, 5 y les dijo Josué:

—Pasad delante del arca de Jehovah vuestro Dios hasta la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome una piedra sobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel, 6 para que esto sea señal entre vosotros. Y cuando vuestros hijos os pregunten en el futuro, diciendo: "¿Qué significan para vosotros estas piedras?", 7 les responderéis: "Las aguas del Jordán fueron cortadas ante el arca del pacto de Jehovah. Cuando ésta cruzó el Jordán, las aguas del Jordán fueron cortadas, por lo cual estas piedras sirven de memorial a los hijos de Israel, para siempre."

8 Los hijos de Israel hicieron como les mandó Josué: Tomaron doce piedras de en medio del Jordán, como Jehovah había dicho a Josué, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel. Las llevaron consigo al lugar donde pasaron la noche y las colocaron allí. 9 Josué también erigió doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que llevaban el arca del pacto. Y están allí hasta el día de hoy.

10 Los sacerdotes que llevaban el arca se quedaron de pie en medio del Jordán, hasta que se cumplió todo lo que Jehovah había mandado a Josué que hablase al pueblo, conforme a todo lo que Moisés había mandado a Josué. Y el pueblo se dio prisa y cruzó.

11 Aconteció que cuando todo el pueblo acabó de cruzar, también cruzó el arca de Jehovah con los sacerdotes, en presencia del pueblo. 12 También los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés cruzaron armados al frente de los hijos de Israel, según Moisés les había dicho. 13 Como 40.000 soldados, listos para la guerra, cruzaron delante de Jehovah hacia las llanuras de Jericó, para la batalla. 14 Aquel día Jehovah engrandeció a Josué ante los ojos de todo Israel, y le temieron, como habían temido a Moisés, todos los días de su vida.

15 Jehovah habló a Josué diciendo:

16 -Manda a los sacerdotes que llevan el arca del testimonio, que salgan del Jordán.

17 Y Josué mandó a los sacerdotes diciendo:

—Salid del Jordán.

18 Aconteció que cuando los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehovah salieron de en medio del Jordán, y las plantas de sus pies pasaron a lugar seco, las aguas del Jordán volvieron a su lugar, desbordando todas sus orillas, como antes.

19 El pueblo salió del Jordán el 10 del mes primero, y acamparon en Gilgal al este de Jericó. 20 Josué erigió en Gilgal las doce piedras que habían traído del Jordán, 21 y habló a los hijos de Israel, diciendo:

—Cuando en el futuro vuestros hijos pregunten a sus padres diciendo: "¿Qué significan estas piedras?", 22 daréis a conocer a vuestros hijos diciendo: "Israel cruzó en seco este Jordán." 23 Porque Jehovah vuestro Dios secó las aguas del Jordán delante de vosotros, hasta que acabasteis de cruzar, de la manera que Jehovah vuestro Dios había hecho con el mar Rojo, el cual secó delante de nosotros hasta que acabamos de cruzar; 24 para que todos los pueblos de la tierra conozcan que la mano de Jehovah es poderosa, y para que temáis a Jehovah vuestro Dios todos los días.

CAPÍTULO 5

LA CIRCUNCISIÓN EN GILGAL

1 Sucedió que cuando todos los reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, hacia el occidente, y todos los reyes de los cananeos que estaban al lado del mar oyeron cómo Jehovah había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de Israel, hasta que habían cruzado, desfalleció su corazón, y no hubo más ánimo en ellos a causa de los hijos de Israel.

2 En aquel tiempo Jehovah dijo a Josué: "Hazte cuchillos de pedernal y de nuevo vuelve a circuncidar a los hijos de Israel." 3 Entonces Josué se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los hijos de Israel en Guivat- haaralot. 4 Esta es la razón por la que Josué los circuncidó: Todos los varones del pueblo que salieron de Egipto, todos los hombres de guerra, habían muerto por el camino en el desierto, después que salieron de Egipto. 5 Todos los que habían salido habían sido circuncidados; pero los que habían nacido en el camino, por el desierto, después que salieron de Egipto, no habían sido circuncidados. 6 Porque los hijos de Israel caminaron por el desierto cuarenta años, hasta que murió toda la nación, es decir, los hombres de guerra que salieron de Egipto; pues no habían obedecido la voz de Jehovah. Por eso Jehovah les juró que no les dejaría ver la tierra que él había jurado a sus padres que nos daría: una tierra que fluye leche y miel. 7 Y fue a éstos, a los hijos de aquéllos, a quienes Jehovah había levantado en su lugar, a los que Josué circuncidó. Eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados en el camino. 8 Cuando habían acabado de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el campamento en el mismo lugar, hasta que se sanaron.

9 Entonces Jehovah dijo a Josué: "Hoy he quitado de vosotros la afrenta de Egipto." Por eso se llamó el nombre de aquel lugar Gilgal, hasta el día de hoy.

CESA EL MANÁ EN CANAÁN

10 Los hijos de Israel acamparon en Gilgal y celebraron la Pascua el día 14 del mes primero, al atardecer, en las llanuras de Jericó. 11 Al día siguiente de la Pascua, en ese mismo día, comieron del producto de la tierra, panes sin levadura y espigas tostadas. 12 Y el maná cesó al día siguiente, cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra. Los hijos de Israel nunca más tuvieron maná. Más bien, ese año ya comieron del producto de la tierra de Canaán.

EL JEFE DEL EJÉRCITO DE JEHOVAH

13 Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y miró; y he aquí que un hombre estaba delante de él, con su espada desenvainada en su mano. Josué, yendo hacia él, le preguntó:

—¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?

14 El le respondió:

—No. Yo soy el Jefe del Ejército de Jehovah, que he venido ahora.

Entonces Josué, postrándose en tierra sobre su rostro, le adoró y le preguntó:
—¿Qué dice mi Señor a su siervo?

15 El Jefe del Ejército de Jehovah respondió a Josué:

—Quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde tú estás santo es.

Y Josué lo hizo así.

CAPÍTULO 6

LA CAÍDA DE JERICÓ

1 Jericó estaba cerrada y atrancada por causa de los hijos de Israel. Nadie entraba ni salía. 2 Pero Jehovah dijo a Josué:

—Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó, a su rey y a sus hombres de guerra. 3 Asediaréis la ciudad vosotros, todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez. Esto haréis durante seis días. 4 Siete sacerdotes llevarán siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca. Al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las cornetas. 5 Y sucederá que cuando hagan sonar prolongadamente el cuerno de carnero, cuando oigáis el sonido de la corneta, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad se derrumbará. Entonces el pueblo subirá, cada uno hacia adelante.

6 Josué hijo de Nun llamó a los sacerdotes y les dijo:

—Llevad el arca del pacto, y que siete sacerdotes lleven siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca de Jehovah. 7 -Dijo, además, al pueblo-: Pasad y rodead la ciudad. Los que están armados pasen delante del arca de Jehovah.

8 Sucedió, después que Josué había hablado al pueblo, que los siete sacerdotes, llevando las siete cornetas de cuernos de carnero delante del arca de Jehovah, pasaron y tocaron las cornetas. El arca del pacto de Jehovah los seguía. 9 La vanguardia iba delante de los sacerdotes que tocaban las cornetas, y la retaguardia iba detrás del arca, tocando prolongadamente las cornetas. 10 Pero Josué mandó al pueblo diciendo:

—Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca hasta el día que yo diga: "¡Gritad!" Entonces gritaréis.

11 Así él hizo que el arca de Jehovah diera una vuelta alrededor de la ciudad; y regresaron al campamento, donde pasaron la noche. 12 Josué se levantó muy de mañana, y los sacerdotes tomaron el arca de Jehovah. 13 Los siete sacerdotes que llevaban las siete cornetas de cuernos de carnero caminaron delante del arca de Jehovah tocando las cornetas prolongadamente, mientras caminaban, y la vanguardia iba delante de ellos. La retaguardia iba detrás del arca de Jehovah, mientras tocaban las cornetas prolongadamente. 14 Así dieron una vuelta a la ciudad el segundo día y regresaron al campamento. De esta manera hicieron durante seis días.

15 Aconteció que el séptimo día se levantaron al amanecer y fueron alrededor de la ciudad de la misma manera, siete veces. Solamente ese día dieron vuelta a la ciudad siete veces. 16 Y sucedió que a la séptima vez, cuando los sacerdotes habían tocado las cornetas, Josué dijo al pueblo:

—¡Gritad, porque Jehovah os entrega la ciudad! 17 Pero la ciudad será anatema a Jehovah; ella con todas las cosas que están en ella. Sólo vivirá la prostituta Rajab, con todos los que estén en su casa con ella, porque escondió a los mensajeros que enviamos. 18 Pero vosotros guardaos del anatema. No toquéis ni toméis nada del anatema; no sea que hagáis anatema el campamento de Israel y le ocasionéis destrucción. 19 Pero toda la plata, el oro y los utensilios de bronce y de hierro serán consagrados a Jehovah y formarán parte del tesoro de Jehovah.

20 Entonces el pueblo gritó, y tocaron las cornetas. Y sucedió que cuando el pueblo oyó el sonido de la corneta, gritó con gran estruendo. ¡Y el muro se derrumbó! Entonces el pueblo subió a la ciudad, cada uno directamente delante de él; y la tomaron. 21 Destruyeron a filo de espada todo lo que había en la ciudad: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas y los asnos.

22 Josué dijo a los dos hombres que habían reconocido la tierra:

—Entrad en la casa de la mujer prostituta, y sacad de allí a ella y todo lo que sea suyo, como se lo habéis jurado.

23 Entraron los jóvenes espías y sacaron a Rajab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y todo lo que era suyo. Sacaron a toda su familia, y los pusieron fuera del campamento de Israel. 24 Y consumieron con fuego la ciudad, junto con todo lo que había en ella. Solamente pusieron en el tesoro de la casa de Jehovah la plata, el oro y los utensilios de bronce y de hierro. 25 Pero Josué preservó la vida a la prostituta Rajab, a la familia de su padre y todo lo que era suyo. Ella ha habitado entre los israelitas hasta el día de hoy, porque escondió a los mensajeros que Josué envió para reconocer Jericó.

26 En aquel tiempo Josué les hizo este juramento diciendo:

—¡Maldito sea delante de Jehovah el hombre que se levante y reconstruya esta ciudad de Jericó! A costa de su primogénito colocará sus cimientos, y a costa de su hijo menor asentará sus puertas.

27 Jehovah estuvo con Josué, y su fama se divulgó por toda la tierra.

RATIFICACIÓN DEL LIDER



REFLEXIÓN

Aquel día Jehovah engrandeció a Josué ante los ojos de todo Israel, y le temieron, como habían temido a Moisés, todos los días de su vida. (Jos. 4:14)

Aquí podemos ver como Dios estaba ratificando el liderazgo de Josué, al igual como había ratificado a Moisés como líder del pueblo. Así que esos son los liderazgos que realmente valen la pena, aquellos que son ratificados por Dios. Muchas personas hoy en día pretender ser los líderes que guían al pueblo, pero realmente serán verdaderos líderes al ser ratificados por Dios. El cargo da autoridad por la posición, pero la verdadera autoridad, la espiritual, solo la da Dios. Puedes tener autoridad por la posición que ocupas, pero el respeto de los demás te lo ganas cuando Dios te engrandece.

ORACIÓN


Mi Señor enséñame a ser humilde, y así podré obtener respeto de los demás. Amén.

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