DÍA 84
25 DE MARZO
(JUECES 17:1-19:30)
CAPÍTULO 17
EL SANTUARIO
DE MICAÍAS
1 Había un hombre de la región montañosa de
Efraín, que se llamaba Micaías. 2 Y éste dijo a su madre:
—Las 1.100 piezas
de plata que te fueron tomadas y por las que tú maldecías y hablabas en mi
presencia, he aquí que la plata está en mi poder; yo la había tomado.
Entonces su madre
dijo:
—¡Jehovah te
bendiga, hijo mío!
3 Cuando él devolvió a su madre las 1.100
piezas de plata, su madre dijo:
—Solemne y
espontáneamente he dedicado la plata a Jehovah, por mi hijo, para hacer una
imagen tallada y de fundición. Ahora pues, yo te la devuelvo.
4 Pero él devolvió la plata a su madre. Y
su madre tomó 200 piezas de plata y las dio al fundidor. Este hizo con ellas
una imagen tallada y de fundición, y fue puesta en la casa de Micaías.
5 Este hombre, Micaías, tenía un santuario.
Mandó hacer un efod e ídolos domésticos, e invistió a uno de sus hijos para que
fuera su sacerdote.
6 En aquellos días no había rey en Israel,
y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos.
UN LEVITA EN
EL SANTUARIO DE MICAÍAS
7 Había un joven de Belén de Judá, de la
tribu de Judá, que era levita y vivía allí como forastero. 8 Este
hombre había partido de la ciudad de Belén de Judá para ir a residir donde
encontrase lugar. Y en su caminar por la región montañosa de Efraín, llegó a la
casa de Micaías. 9 Y Micaías le preguntó:
—¿De dónde
vienes?
El le respondió:
—Soy un levita de
Belén de Judá, y voy a residir donde encuentre lugar.
10 Entonces le dijo Micaías:
—Quédate conmigo
y sé para mí como padre y sacerdote. Yo te daré 10 piezas de plata por año, y
tu ropa y tu comida.
El levita entró. 11
El levita convino en habitar con aquel hombre, y el joven llegó a ser para él
como uno de sus hijos. 12 Micaías invistió al levita, el cual le
servía de sacerdote y vivía en la casa de Micaías. 13 Micaías dijo:
—¡Ahora sé que
Jehovah me prosperará, porque un levita ha venido a ser mi sacerdote!
CAPÍTULO 18
LOS DE DAN
EXPLORAN LAIS
18 En aquellos
días no había rey en Israel. También en aquellos días, la tribu de Dan buscaba
una heredad para sí, donde establecerse, porque hasta entonces no le había
tocado una heredad entre las tribus de Israel. 2 Entonces los hijos
de Dan enviaron de sus clanes a cinco hombres de entre todos ellos, hombres
valientes de Zora y de Estaol, para reconocer la tierra y para explorarla. Y
les dijeron:
—Id y explorad la
tierra.
Ellos llegaron,
en la región montañosa de Efraín, hasta la casa de Micaías, y pasaron allí la
noche. 3 Y cuando estaban junto a la casa de Micaías, reconocieron
la voz del joven levita. Se acercaron allí y le dijeron:
—¿Quién te ha
traído aquí? ¿Qué estás haciendo en este lugar? ¿Qué tienes que ver tú aquí?
4 Y él les respondió:
—De esta y de
esta manera ha hecho conmigo Micaías, y me ha empleado para que sea su
sacerdote.
5 Ellos le dijeron:
—Por favor,
consulta a Dios, para que sepamos si ha de prosperar el viaje que estamos
haciendo.
6 Y el sacerdote les respondió:
—Id en paz,
porque el viaje que estáis haciendo goza de la aprobación de Jehovah.
7 Entonces partieron aquellos cinco hombres
y llegaron a Lais. Y vieron que la gente que habitaba en ella vivía segura,
tranquila y confiada, a la manera de los sidonios. No había en la tierra quien
les hiciera ningún daño, ni quien les desplazara ni oprimiera. Además, estaban
lejos de los sidonios y no tenían trato con nadie. 8 Entonces se
volvieron a sus hermanos en Zora y Estaol, y sus hermanos les preguntaron:
—¿Qué hay?
Ellos
respondieron:
9 -¡Levantaos, subamos contra ellos, porque
hemos visto la tierra, y he aquí que es muy buena! Vosotros, ¿por qué os
quedáis quietos? ¡No vaciléis para poneros en marcha a fin de entrar y tomar
posesión de la tierra! 10 Cuando vayáis allá, llegaréis a una gente
confiada y a una tierra extensa que Dios ha entregado en vuestra mano. Es un
lugar donde no falta ninguna cosa de lo que hay en la tierra.
Los de Dan se
llevan al levita
11 Entonces 600 hombres de la familia de los
danitas, armados para la guerra, partieron de allí, de Zora y de Estaol. 12
Subieron y acamparon en Quiriat-jearim, en Judá, por lo que aquel lugar fue
llamado Campamento de Dan, hasta el día de hoy. He aquí que está al oeste de
Quiriat-jearim. 13 De allí pasaron a la región montañosa de Efraín y
llegaron hasta la casa de Micaías. 14 Entonces intervinieron
aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais, y dijeron
a sus hermanos:
—¿Sabéis que en
estas casas hay un efod, ídolos domésticos y una imagen tallada y de fundición?
Ahora pues, vosotros sabéis lo que habéis de hacer.
15 Entonces se acercaron allí, llegaron a la
casa del joven levita, en casa de Micaías, y le saludaron deseándole paz. 16
Los 600 hombres de los hijos de Dan, ceñidos con sus armas de guerra, estaban a
la entrada de la puerta. 17 Mientras el sacerdote estaba a la
entrada de la puerta con los 600 hombres ceñidos con sus armas de guerra, los
cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra subieron, entraron allí y
tomaron la imagen tallada y de fundición, el efod y los ídolos domésticos. 18
Y cuando entraron estos hombres en la casa de Micaías, y tomaron la imagen
tallada y de fundición, el efod, los ídolos domésticos, el sacerdote les
preguntó:
—¿Qué estáis
haciendo?
19 Ellos le respondieron:
—¡Cállate! Pon la
mano sobre tu boca, vente con nosotros y sé para nosotros como padre y
sacerdote. ¿Es mejor que seas sacerdote de la casa de un solo hombre, o que
seas sacerdote de una tribu y de un clan de Israel?
20 Se alegró el corazón del sacerdote; y
tomó el efod, los ídolos domésticos y la imagen tallada, y se fue en medio de
aquella gente. 21 Ellos se volvieron y partieron, poniendo delante
de ellos a los niños, el ganado y las posesiones.
22 Cuando ya se habían alejado de la casa de
Micaías, los hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaías
fueron convocados y alcanzaron a los hijos de Dan. 23 Entonces
gritaron a los hijos de Dan, quienes volvieron la cara y preguntaron a Micaías:
—¿Qué te pasa que
has convocado gente?
24 El respondió:
—¡Tomasteis mis
dioses que yo hice y al sacerdote, y os fuisteis! ¿Qué más me queda? ¿Por qué,
pues, me preguntáis: "¿Qué te pasa?"
25 Los hijos de Dan le dijeron:
—¡Que no se oiga
tu voz entre nosotros! No sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas
también tu vida y la vida de los de tu familia.
26 Los hijos de Dan prosiguieron su camino.
Y viendo Micaías que ellos eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su
casa.
LA CASA
SACERDOTAL DE DAN
27 Los hijos de Dan se llevaron las cosas
que había hecho Micaías, junto con el sacerdote que tenía, y llegaron a Lais, a
una gente tranquila y confiada. Los mataron a filo de espada y prendieron fuego
a la ciudad. 28 No hubo quien los socorriese, porque estaban lejos
de Sidón y no tenían tratos con nadie. La ciudad estaba en el valle que hay
cerca de Bet-rejob. Después ellos reedificaron la ciudad y habitaron en ella. 29
Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, según el nombre de su padre Dan,
que le había nacido a Israel; aunque antes la ciudad se llamaba Lais.
30 Los hijos de Dan erigieron para sí la
imagen tallada; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron
sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la cautividad de la tierra. 31
Así tuvieron instalada para ellos la imagen tallada que Micaías había hecho,
todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.
CAPÍTULO 19
UN LEVITA Y SU
CONCUBINA EN BELÉN
1 En aquellos días, cuando no había rey en
Israel, había un hombre de Leví que habitaba como forastero en la parte más
remota de la región montañosa de Efraín. Este había tomado para sí como
concubina a una mujer de Belén de Judá. 2 Su concubina se enfadó con
él y se fue de su lado para irse a la casa de su padre, a Belén de Judá, y
estuvo allá durante cuatro meses. 3 Su marido se levantó y la siguió
para hablarle amorosamente y hacerla volver. Llevó consigo a un criado suyo y
un par de asnos. Ella lo hizo entrar en la casa de su padre. 4 Y al
verlo el padre de la joven, salió a recibirlo gozoso. Su suegro, el padre de la
joven, le insistió, y se quedó con él tres días, comiendo, bebiendo y
alojándose allí. 5 Y sucedió que al cuarto día, cuando se levantaron
muy de mañana, el levita se dispuso a partir. Pero el padre de la joven dijo a
su yerno:
—Fortalécete con
un poco de pan, y después os iréis.
6 Se sentaron los dos juntos, y comieron y
bebieron. Entonces el padre de la joven dijo al hombre:
—Quédate, por
favor, a pasar la noche, y alégrese tu corazón.
7 El hombre se levantó para irse, pero su
suegro le insistió, y se quedó otra vez a pasar la noche allí. 8 Al
quinto día, se levantó muy de mañana para irse, y el padre de la joven le dijo:
—Por favor,
fortalécete; y esperad hasta que decline el día.
Y comieron los
dos. 9 Entonces se levantó el hombre para irse con su concubina y su
criado. Pero su suegro, el padre de la joven, le dijo:
—He aquí que el
día se acaba, y está anocheciendo. Por favor, pasad aquí la noche, porque el
día ya ha declinado. Pasa aquí la noche y alégrese tu corazón. Mañana os
levantaréis temprano para vuestro viaje, y te irás a tu morada.
10 Pero el hombre no quiso pasar la noche
allí, sino que se levantó y partió.
EL LEVITA Y SU
CONCUBINA EN GABAA
Llegó frente a
Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos aparejados y con su concubina. 11
Cuando estaban cerca de Jebús, el día había declinado mucho. Entonces el criado
dijo a su señor:
—Ven, por favor,
vayamos a esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella.
12 Su señor le respondió:
—No iremos a
ninguna ciudad de extranjeros en la que no hay hijos de Israel. Más bien,
pasaremos hasta Gabaa. -Dijo además a su criado-: 13 Ven y
acerquémonos a uno de esos lugares para pasar la noche en Gabaa o en Ramá.
14 Pasando de largo, caminaron; y el sol se
puso cuando estaban junto a Gabaa, que pertenece a Benjamín. 15
Entonces allí se apartaron del camino para entrar y pasar la noche en Gabaa.
Entraron y se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los
recibiese en su casa para pasar la noche.
16 Pero he aquí que al atardecer un anciano
volvía de trabajar en el campo. Este hombre era de la región montañosa de
Efraín y habitaba como forastero en Gabaa, pues los habitantes de aquel lugar
eran de los hijos de Benjamín. 17 Alzando los ojos, vio a aquel
viajero en la plaza de la ciudad; y el anciano le preguntó:
—¿A dónde vas y
de dónde vienes?
18 El le respondió:
—Pasamos de Belén
de Judá hasta las partes más remotas de la región montañosa de Efraín, de donde
soy. Fui hasta Belén de Judá y voy a mi casa, pero no hay quien me reciba en su
casa. 19 No obstante, nosotros tenemos paja y forraje para nuestros
asnos, y también tenemos pan y vino para mí, para tu sierva y para el criado
que está con tus siervos. No nos falta nada.
20 El anciano dijo:
—La paz sea
contigo. Lo que te falte quede todo a mi cargo, pero no pases la noche en la
plaza.
21 Los hizo entrar en su casa y dio forraje
a los asnos. Y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron.
EL CRIMEN
COMETIDO EN GABAA
22 Cuando estaban alegrándose, he aquí que
los hombres de la ciudad, hombres pervertidos, rodearon la casa y golpearon la
puerta diciendo al anciano, dueño de la casa:
—¡Saca fuera al
hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos!
23 Aquel hombre, dueño de la casa, salió a
ellos y les dijo:
—¡No, hermanos
míos! Por favor, no cometáis esta maldad, porque este hombre ha entrado en mi
casa. No cometáis esta vileza. 24 He aquí mi hija virgen y la
concubina de él. Yo os las sacaré; humilladlas y haced con ellas lo que os
parezca bien. Pero no hagáis esta vileza a este hombre.
25 Pero aquellos hombres no le quisieron
escuchar; por lo cual, tomando el hombre a su concubina, la sacó afuera. Ellos
la violaron y abusaron de ella toda la noche hasta el amanecer, y la dejaron
cuando rayaba el alba.
26 Cuando amanecía, la mujer vino y cayó
delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde estaba su señor, hasta
que fue de día. 27 Y levantándose de mañana su señor, abrió las
puertas de la casa y salió para seguir su camino. Y he aquí la mujer, su concubina,
estaba tendida delante de la puerta de la casa, con sus manos sobre el umbral.
28 El le dijo:
—Levántate, y
vámonos.
Pero no hubo
respuesta. Entonces el hombre la cargó sobre el asno, se puso en camino y se
fue a su pueblo. 29 Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo, y
sujetando firmemente a su concubina, la desmembró en doce pedazos y los envió
por todo el territorio de Israel. 30 Y sucedió que todo el que lo
veía, decía:
—¡Jamás se ha
hecho ni visto cosa semejante, desde el día en que los hijos de Israel subieron
de la tierra de Egipto, hasta el día de hoy! ¡Consideradlo, deliberad y
manifestaos!
CUMPLIENDO LA OBRA DE DIOS BAJO NUESTROS PROPIOS PRECEPTOS
REFLEXIÓN
…cada uno hacía
lo que le parecía recto ante sus propios ojos (Jue. 17:6)
Leemos en estos
capítulos como ya Israel no cumplía los mandatos de Dios, como él mismo los había
mandados. Cada uno le ponía y le quitaba, lo que le parecía mejor o peor. Cada
uno pensaba y actuaba, en su propia sabiduría. Por otra parte ya vimos que el mismo
Dios, ya había abandonado al pueblo a su propia suerte. Dios no quería estar en
control de la situación, asi que cada quien practicaba lo que Dios había
ordenado como bien le parecía. Todo era una mezcla, nada puro como fue al
principio. Así igual nosotros hoy en día en medio de la iglesia de Cristo, cada
quien razona y actúa como le parece correcto. Nos hemos olvidado de Dios, y
estamos cumpliendo sus ordenanzas como mejor nos parece.
ORACIÓN
Mi Dios que podamos unirnos como un solo cuerpo, como tú lo
has designado desde el principio. Amén.
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