miércoles, 25 de marzo de 2015

LECTURA 25 DE MARZO

DÍA 84

25 DE MARZO (JUECES 17:1-19:30)

CAPÍTULO 17

EL SANTUARIO DE MICAÍAS

1 Había un hombre de la región montañosa de Efraín, que se llamaba Micaías. 2 Y éste dijo a su madre:

—Las 1.100 piezas de plata que te fueron tomadas y por las que tú maldecías y hablabas en mi presencia, he aquí que la plata está en mi poder; yo la había tomado.

Entonces su madre dijo:

—¡Jehovah te bendiga, hijo mío!

3 Cuando él devolvió a su madre las 1.100 piezas de plata, su madre dijo:

—Solemne y espontáneamente he dedicado la plata a Jehovah, por mi hijo, para hacer una imagen tallada y de fundición. Ahora pues, yo te la devuelvo.

4 Pero él devolvió la plata a su madre. Y su madre tomó 200 piezas de plata y las dio al fundidor. Este hizo con ellas una imagen tallada y de fundición, y fue puesta en la casa de Micaías.

5 Este hombre, Micaías, tenía un santuario. Mandó hacer un efod e ídolos domésticos, e invistió a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote.

6 En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos.

UN LEVITA EN EL SANTUARIO DE MICAÍAS

7 Había un joven de Belén de Judá, de la tribu de Judá, que era levita y vivía allí como forastero. 8 Este hombre había partido de la ciudad de Belén de Judá para ir a residir donde encontrase lugar. Y en su caminar por la región montañosa de Efraín, llegó a la casa de Micaías. 9 Y Micaías le preguntó:

—¿De dónde vienes?

El le respondió:

—Soy un levita de Belén de Judá, y voy a residir donde encuentre lugar.

10 Entonces le dijo Micaías:

—Quédate conmigo y sé para mí como padre y sacerdote. Yo te daré 10 piezas de plata por año, y tu ropa y tu comida.

El levita entró. 11 El levita convino en habitar con aquel hombre, y el joven llegó a ser para él como uno de sus hijos. 12 Micaías invistió al levita, el cual le servía de sacerdote y vivía en la casa de Micaías. 13 Micaías dijo:

—¡Ahora sé que Jehovah me prosperará, porque un levita ha venido a ser mi sacerdote!

CAPÍTULO 18

LOS DE DAN EXPLORAN LAIS

18 En aquellos días no había rey en Israel. También en aquellos días, la tribu de Dan buscaba una heredad para sí, donde establecerse, porque hasta entonces no le había tocado una heredad entre las tribus de Israel. 2 Entonces los hijos de Dan enviaron de sus clanes a cinco hombres de entre todos ellos, hombres valientes de Zora y de Estaol, para reconocer la tierra y para explorarla. Y les dijeron:

—Id y explorad la tierra.

Ellos llegaron, en la región montañosa de Efraín, hasta la casa de Micaías, y pasaron allí la noche. 3 Y cuando estaban junto a la casa de Micaías, reconocieron la voz del joven levita. Se acercaron allí y le dijeron:

—¿Quién te ha traído aquí? ¿Qué estás haciendo en este lugar? ¿Qué tienes que ver tú aquí?

4 Y él les respondió:

—De esta y de esta manera ha hecho conmigo Micaías, y me ha empleado para que sea su sacerdote.

5 Ellos le dijeron:

—Por favor, consulta a Dios, para que sepamos si ha de prosperar el viaje que estamos haciendo.
6 Y el sacerdote les respondió:

—Id en paz, porque el viaje que estáis haciendo goza de la aprobación de Jehovah.

7 Entonces partieron aquellos cinco hombres y llegaron a Lais. Y vieron que la gente que habitaba en ella vivía segura, tranquila y confiada, a la manera de los sidonios. No había en la tierra quien les hiciera ningún daño, ni quien les desplazara ni oprimiera. Además, estaban lejos de los sidonios y no tenían trato con nadie. 8 Entonces se volvieron a sus hermanos en Zora y Estaol, y sus hermanos les preguntaron:

—¿Qué hay?

Ellos respondieron:

9 -¡Levantaos, subamos contra ellos, porque hemos visto la tierra, y he aquí que es muy buena! Vosotros, ¿por qué os quedáis quietos? ¡No vaciléis para poneros en marcha a fin de entrar y tomar posesión de la tierra! 10 Cuando vayáis allá, llegaréis a una gente confiada y a una tierra extensa que Dios ha entregado en vuestra mano. Es un lugar donde no falta ninguna cosa de lo que hay en la tierra.

Los de Dan se llevan al levita

11 Entonces 600 hombres de la familia de los danitas, armados para la guerra, partieron de allí, de Zora y de Estaol. 12 Subieron y acamparon en Quiriat-jearim, en Judá, por lo que aquel lugar fue llamado Campamento de Dan, hasta el día de hoy. He aquí que está al oeste de Quiriat-jearim. 13 De allí pasaron a la región montañosa de Efraín y llegaron hasta la casa de Micaías. 14 Entonces intervinieron aquellos cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra de Lais, y dijeron a sus hermanos:

—¿Sabéis que en estas casas hay un efod, ídolos domésticos y una imagen tallada y de fundición? Ahora pues, vosotros sabéis lo que habéis de hacer.

15 Entonces se acercaron allí, llegaron a la casa del joven levita, en casa de Micaías, y le saludaron deseándole paz. 16 Los 600 hombres de los hijos de Dan, ceñidos con sus armas de guerra, estaban a la entrada de la puerta. 17 Mientras el sacerdote estaba a la entrada de la puerta con los 600 hombres ceñidos con sus armas de guerra, los cinco hombres que habían ido a reconocer la tierra subieron, entraron allí y tomaron la imagen tallada y de fundición, el efod y los ídolos domésticos. 18 Y cuando entraron estos hombres en la casa de Micaías, y tomaron la imagen tallada y de fundición, el efod, los ídolos domésticos, el sacerdote les preguntó:

—¿Qué estáis haciendo?

19 Ellos le respondieron:

—¡Cállate! Pon la mano sobre tu boca, vente con nosotros y sé para nosotros como padre y sacerdote. ¿Es mejor que seas sacerdote de la casa de un solo hombre, o que seas sacerdote de una tribu y de un clan de Israel?

20 Se alegró el corazón del sacerdote; y tomó el efod, los ídolos domésticos y la imagen tallada, y se fue en medio de aquella gente. 21 Ellos se volvieron y partieron, poniendo delante de ellos a los niños, el ganado y las posesiones.

22 Cuando ya se habían alejado de la casa de Micaías, los hombres que habitaban en las casas cercanas a la casa de Micaías fueron convocados y alcanzaron a los hijos de Dan. 23 Entonces gritaron a los hijos de Dan, quienes volvieron la cara y preguntaron a Micaías:

—¿Qué te pasa que has convocado gente?

24 El respondió:

—¡Tomasteis mis dioses que yo hice y al sacerdote, y os fuisteis! ¿Qué más me queda? ¿Por qué, pues, me preguntáis: "¿Qué te pasa?"

25 Los hijos de Dan le dijeron:

—¡Que no se oiga tu voz entre nosotros! No sea que los de ánimo colérico os acometan, y pierdas también tu vida y la vida de los de tu familia.

26 Los hijos de Dan prosiguieron su camino. Y viendo Micaías que ellos eran más fuertes que él, se volvió y regresó a su casa.

LA CASA SACERDOTAL DE DAN

27 Los hijos de Dan se llevaron las cosas que había hecho Micaías, junto con el sacerdote que tenía, y llegaron a Lais, a una gente tranquila y confiada. Los mataron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad. 28 No hubo quien los socorriese, porque estaban lejos de Sidón y no tenían tratos con nadie. La ciudad estaba en el valle que hay cerca de Bet-rejob. Después ellos reedificaron la ciudad y habitaron en ella. 29 Y llamaron el nombre de aquella ciudad Dan, según el nombre de su padre Dan, que le había nacido a Israel; aunque antes la ciudad se llamaba Lais.

30 Los hijos de Dan erigieron para sí la imagen tallada; y Jonatán hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la cautividad de la tierra. 31 Así tuvieron instalada para ellos la imagen tallada que Micaías había hecho, todo el tiempo que la casa de Dios estuvo en Silo.

CAPÍTULO 19

UN LEVITA Y SU CONCUBINA EN BELÉN

1 En aquellos días, cuando no había rey en Israel, había un hombre de Leví que habitaba como forastero en la parte más remota de la región montañosa de Efraín. Este había tomado para sí como concubina a una mujer de Belén de Judá. 2 Su concubina se enfadó con él y se fue de su lado para irse a la casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro meses. 3 Su marido se levantó y la siguió para hablarle amorosamente y hacerla volver. Llevó consigo a un criado suyo y un par de asnos. Ella lo hizo entrar en la casa de su padre. 4 Y al verlo el padre de la joven, salió a recibirlo gozoso. Su suegro, el padre de la joven, le insistió, y se quedó con él tres días, comiendo, bebiendo y alojándose allí. 5 Y sucedió que al cuarto día, cuando se levantaron muy de mañana, el levita se dispuso a partir. Pero el padre de la joven dijo a su yerno:

—Fortalécete con un poco de pan, y después os iréis.

6 Se sentaron los dos juntos, y comieron y bebieron. Entonces el padre de la joven dijo al hombre:
—Quédate, por favor, a pasar la noche, y alégrese tu corazón.

7 El hombre se levantó para irse, pero su suegro le insistió, y se quedó otra vez a pasar la noche allí. 8 Al quinto día, se levantó muy de mañana para irse, y el padre de la joven le dijo:

—Por favor, fortalécete; y esperad hasta que decline el día.

Y comieron los dos. 9 Entonces se levantó el hombre para irse con su concubina y su criado. Pero su suegro, el padre de la joven, le dijo:

—He aquí que el día se acaba, y está anocheciendo. Por favor, pasad aquí la noche, porque el día ya ha declinado. Pasa aquí la noche y alégrese tu corazón. Mañana os levantaréis temprano para vuestro viaje, y te irás a tu morada.

10 Pero el hombre no quiso pasar la noche allí, sino que se levantó y partió.

EL LEVITA Y SU CONCUBINA EN GABAA

Llegó frente a Jebús, que es Jerusalén, con su par de asnos aparejados y con su concubina. 11 Cuando estaban cerca de Jebús, el día había declinado mucho. Entonces el criado dijo a su señor:

—Ven, por favor, vayamos a esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella.

12 Su señor le respondió:

—No iremos a ninguna ciudad de extranjeros en la que no hay hijos de Israel. Más bien, pasaremos hasta Gabaa. -Dijo además a su criado-: 13 Ven y acerquémonos a uno de esos lugares para pasar la noche en Gabaa o en Ramá.

14 Pasando de largo, caminaron; y el sol se puso cuando estaban junto a Gabaa, que pertenece a Benjamín. 15 Entonces allí se apartaron del camino para entrar y pasar la noche en Gabaa. Entraron y se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los recibiese en su casa para pasar la noche.

16 Pero he aquí que al atardecer un anciano volvía de trabajar en el campo. Este hombre era de la región montañosa de Efraín y habitaba como forastero en Gabaa, pues los habitantes de aquel lugar eran de los hijos de Benjamín. 17 Alzando los ojos, vio a aquel viajero en la plaza de la ciudad; y el anciano le preguntó:

—¿A dónde vas y de dónde vienes?

18 El le respondió:

—Pasamos de Belén de Judá hasta las partes más remotas de la región montañosa de Efraín, de donde soy. Fui hasta Belén de Judá y voy a mi casa, pero no hay quien me reciba en su casa. 19 No obstante, nosotros tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí, para tu sierva y para el criado que está con tus siervos. No nos falta nada.

20 El anciano dijo:

—La paz sea contigo. Lo que te falte quede todo a mi cargo, pero no pases la noche en la plaza.

21 Los hizo entrar en su casa y dio forraje a los asnos. Y ellos se lavaron los pies, comieron y bebieron.

EL CRIMEN COMETIDO EN GABAA

22 Cuando estaban alegrándose, he aquí que los hombres de la ciudad, hombres pervertidos, rodearon la casa y golpearon la puerta diciendo al anciano, dueño de la casa:

—¡Saca fuera al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos!

23 Aquel hombre, dueño de la casa, salió a ellos y les dijo:

—¡No, hermanos míos! Por favor, no cometáis esta maldad, porque este hombre ha entrado en mi casa. No cometáis esta vileza. 24 He aquí mi hija virgen y la concubina de él. Yo os las sacaré; humilladlas y haced con ellas lo que os parezca bien. Pero no hagáis esta vileza a este hombre.

25 Pero aquellos hombres no le quisieron escuchar; por lo cual, tomando el hombre a su concubina, la sacó afuera. Ellos la violaron y abusaron de ella toda la noche hasta el amanecer, y la dejaron cuando rayaba el alba.

26 Cuando amanecía, la mujer vino y cayó delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde estaba su señor, hasta que fue de día. 27 Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino. Y he aquí la mujer, su concubina, estaba tendida delante de la puerta de la casa, con sus manos sobre el umbral.

28 El le dijo:

—Levántate, y vámonos.

Pero no hubo respuesta. Entonces el hombre la cargó sobre el asno, se puso en camino y se fue a su pueblo. 29 Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo, y sujetando firmemente a su concubina, la desmembró en doce pedazos y los envió por todo el territorio de Israel. 30 Y sucedió que todo el que lo veía, decía:

—¡Jamás se ha hecho ni visto cosa semejante, desde el día en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto, hasta el día de hoy! ¡Consideradlo, deliberad y manifestaos!


CUMPLIENDO LA OBRA DE DIOS BAJO NUESTROS PROPIOS PRECEPTOS


REFLEXIÓN

…cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos (Jue. 17:6)

Leemos en estos capítulos como ya Israel no cumplía los mandatos de Dios, como él mismo los había mandados. Cada uno le ponía y le quitaba, lo que le parecía mejor o peor. Cada uno pensaba y actuaba, en su propia sabiduría. Por otra parte ya vimos que el mismo Dios, ya había abandonado al pueblo a su propia suerte. Dios no quería estar en control de la situación, asi que cada quien practicaba lo que Dios había ordenado como bien le parecía. Todo era una mezcla, nada puro como fue al principio. Así igual nosotros hoy en día en medio de la iglesia de Cristo, cada quien razona y actúa como le parece correcto. Nos hemos olvidado de Dios, y estamos cumpliendo sus ordenanzas como mejor nos parece.

ORACIÓN


Mi Dios que podamos unirnos como un solo cuerpo, como tú lo has designado desde el principio. Amén.

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